Resulta que la candidata peruana al concurso de Miss Universo, que se celebra este sábado en Bahamas, salió a la pista con un atuendo espectacular:
- una corona de plumas con colmillos de felino,
- una capa de vistosos colores rematada por un traje con engarces de lapislázuli (piedra semipreciosa) y
- un camafeo de la Virgen en la pechera.
- una corona de plumas con colmillos de felino,
- una capa de vistosos colores rematada por un traje con engarces de lapislázuli (piedra semipreciosa) y
- un camafeo de la Virgen en la pechera.
La foto de Karen Schwarz disfraza de "Diabla" –una figura convencional de los carnavales andinos- deslumbró a todo el mundo, menos a los funcionarios del gobierno boliviano. Seguramente la chica les pareció bellísima, pero no les hizo gracia que luciera como lucen las 'cholitas' (mestizas o indígenas bolivianas) durante la Diablada.
Según ellos, Perú intenta apropiarse de una tradición que tiene sus orígenes en el Coyasuyu, como denominaban los incas al territorio que hoy ocupa Bolivia.
Total que el gobierno que preside Evo Morales –celoso como ninguno de los derechos indígenas- amenazó con denunciar al país vecino ante la Corte Internacional de la Haya y ante la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, por usurpación de su patrimonio cultural.
Valga recordar que en La Haya se dirimen conflictos como el que enfrenta a Perú y Chile por la soberanía en un área del Pacífico donde abunda la pesca.
"Somos conscientes del traspaso de bienes culturales a través de la frontera. Pero las fuentes avalan que la Diablada es tan boliviana como peruano es el pisco", dijo el ministro boliviano de Cultura, en referencia al origen de esa bebida alcohólica, que ha sido materia de discordia entre Chile y Perú.
En verdad, hubo mucha tensión cuando Chile comenzó a exportar pisco a Europa, bajo la etiqueta de un producto "que concentra todo el sabor y la fuerza de la uva chilena".
Volviendo al tema que nos ocupa, la "Diablada" será objeto de un debate académico –y patriótico- en la Plaza Murillo de La Paz, en el que participarán etno-musicólogos y antropólogos de renombre. Los peruanos, por su parte, tienen previsto para el sábado un gran desfile de diablos y diablesas en la sureña ciudad de Puno donde, según sostienen los estudiosos de ese país, el festival se celebra desde la época de los incas.
En lo que todos están de acuerdo es que la "Diablada" es una danza precolombina que, a la llegada de los españoles, se revistió de un motivo cristiano: la lucha entre el Bien y el Mal, personificada en la batalla de San Miguel Arcángel contra los demonios andinos.
No es la primera ocasión en que surge una crisis diplomática por motivos folclóricos. Perú y Chile mantuvieron una agria disputa en torno al charango, una pequeña guitarra echa con el caparazón del armadillo que data del siglo XVI.
Anteriormente, el dúo boliviano de Ulises y Gonzalo denunció al grupo Kaoma, de Brasil, por interpretar la canción 'Llorando se fue' -plagiada, según ellos, de una melodía del altiplano- al ritmo de la lambada, un baile del nordeste brasileño.
Según ellos, Perú intenta apropiarse de una tradición que tiene sus orígenes en el Coyasuyu, como denominaban los incas al territorio que hoy ocupa Bolivia.
Total que el gobierno que preside Evo Morales –celoso como ninguno de los derechos indígenas- amenazó con denunciar al país vecino ante la Corte Internacional de la Haya y ante la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, por usurpación de su patrimonio cultural.
Valga recordar que en La Haya se dirimen conflictos como el que enfrenta a Perú y Chile por la soberanía en un área del Pacífico donde abunda la pesca.
"Somos conscientes del traspaso de bienes culturales a través de la frontera. Pero las fuentes avalan que la Diablada es tan boliviana como peruano es el pisco", dijo el ministro boliviano de Cultura, en referencia al origen de esa bebida alcohólica, que ha sido materia de discordia entre Chile y Perú.
En verdad, hubo mucha tensión cuando Chile comenzó a exportar pisco a Europa, bajo la etiqueta de un producto "que concentra todo el sabor y la fuerza de la uva chilena".
Volviendo al tema que nos ocupa, la "Diablada" será objeto de un debate académico –y patriótico- en la Plaza Murillo de La Paz, en el que participarán etno-musicólogos y antropólogos de renombre. Los peruanos, por su parte, tienen previsto para el sábado un gran desfile de diablos y diablesas en la sureña ciudad de Puno donde, según sostienen los estudiosos de ese país, el festival se celebra desde la época de los incas.
En lo que todos están de acuerdo es que la "Diablada" es una danza precolombina que, a la llegada de los españoles, se revistió de un motivo cristiano: la lucha entre el Bien y el Mal, personificada en la batalla de San Miguel Arcángel contra los demonios andinos.
No es la primera ocasión en que surge una crisis diplomática por motivos folclóricos. Perú y Chile mantuvieron una agria disputa en torno al charango, una pequeña guitarra echa con el caparazón del armadillo que data del siglo XVI.
Anteriormente, el dúo boliviano de Ulises y Gonzalo denunció al grupo Kaoma, de Brasil, por interpretar la canción 'Llorando se fue' -plagiada, según ellos, de una melodía del altiplano- al ritmo de la lambada, un baile del nordeste brasileño.
¿Tiene sentido pelearse por quien fue el primero en plantar patatas (otro tema de disputa), habiendo tantos problemas graves –la pobreza, para empezar,- por resolver?
Julio Altamirano, un sociólogo argentino me explicaba que precisamente por ser pobres, los diferentes pueblos que conforman el mosaico latinoamericano son susceptibles cuando sospechan que el vecino quiere apoderarse de sus bienes simbólicos, llámese plato típico o melodía popular.
Lo que no tiene excusa es que los gobiernos se aprovechen de ese sentimiento para fomentar un nacionalismo hecho a la medida de sus intereses.
Julio Altamirano, un sociólogo argentino me explicaba que precisamente por ser pobres, los diferentes pueblos que conforman el mosaico latinoamericano son susceptibles cuando sospechan que el vecino quiere apoderarse de sus bienes simbólicos, llámese plato típico o melodía popular.
Lo que no tiene excusa es que los gobiernos se aprovechen de ese sentimiento para fomentar un nacionalismo hecho a la medida de sus intereses.
RAMY WURGAFT - "El Mundo" - Madrid - 20-Ago-2009
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