- ¿Por qué nuestra sociedad se ha convertido en una “fábrica” de pobres, aun durante épocas de alto crecimiento?
- ¿Cuál es la razón por la que nuestros ingentes recursos naturales y humanos permanecen dormidos a la espera de inversiones que nunca llegan?
- ¿Por qué los argentinos no invertimos lo suficiente?
- ¿Cuál es la causa por la que, hasta los más encumbrados dirigentes políticos, han preferido depositar los fondos públicos en el extranjero, en lugar de aplicarlos a proyectos necesarios para el desarrollo del país?
En todos los sectores, incluido el energético que nos ocupa primordialmente, se ensayan múltiples respuestas a estos interrogantes pero casi todos los argumentos están obscurecidos por visiones particulares de la coyuntura o cegadas por el interés o la necesidad.
Sin embargo, hay un factor que, aunque evidente, ha sido pasado por alto por la gran mayoría:
- El Estado, en todos sus tres niveles, se apropia de casi toda la riqueza, más de 60% de los ingresos de los contribuyentes argentinos.
Se trata de la exacción más alta de toda la historia argentina; y así lo prueban varios trabajos de investigación.
Hace pocos días, se dio a conocer un informe comparativo realizado por la consultora Ernst & Young –sobre 56 países- en el que se demuestra que los niveles de carga tributaria global e individual de Argentina, supera a todos los países de América Latina e incluso a varios países europeos como Suiza, Alemania y España.
Todas las mediciones de la relación de la carga impositiva respecto del PBI revelan la parte oculta de un gigantesco iceberg, contra el que chocamos sistemáticamente.
Solamente sobre las tarifas energéticas,
- la carga del Estado, 47%, es la mayor de toda la región,
- duplicando al Brasil y a Uruguay y
- cuadruplicando a Chile. Y
- mayor es la carga impositiva cuanto más se aleja un usuario de la Capital Federal.
- En muchos lugares del interior las facturas superan hasta por 300% a las de la zona metropolitana.
La crisis de las tarifas eléctricas y del gas se repetirá en cuestión de días.
- La recaudación se genera a través de una gran cantidad de impuestos,
- administrados de manera superpuesta por los tres niveles de gobierno,
- donde la mayoría se aplica a los mismos contribuyentes por los mismos hechos imponibles.
En tan sólo una década, la carga que lleva nuestra sociedad sobre sus espaldas, se incrementó casi un 50%; mientras que el gasto público se disparó un 20% por encima de la presión fiscal.
Además de excesiva, la estructura tributaria es perversa e injusta, ya que la participación de los impuestos a las rentas y ganancias alcanza sólo al 19%, mientras el 70 % del incremento en la presión impositiva proviene de impuestos muy volátiles que castigan a la producción de bienes y servicios y otros socialmente muy regresivos, impuestos al trabajo y al consumo 45%.
El sector del trabajo, que representa un 25% del PBI, contribuye con casi 50% de la recaudación fiscal. Hasta la economía informal –que no sería viable si tuviera que afrontar la carga impositiva- queda atrapada en la gravosa maraña de impuestos al consumo.
Las provincias, sin embargo, no se han beneficiado de este brutal incremento de la carga impositiva a pesar de que son responsables de prestar la mayoría de los servicios sociales más sensibles y estratégicos, como educación, salud, asistencia social y seguridad.
Muy por el contrario, la tasa de coparticipación de los impuestos con las provincias en 20 años se ha ido reduciendo desde el 56,6% hasta el 31% en la actualidad. Esto explica por qué sobre 24 distritos, 20 provincias languidecen al borde del colapso y hasta deben refinanciar el pago de la electricidad que compraron al sistema.
Lo más trágico es el destino incierto que el Gobierno Nacional le da a los voluminosos recursos, que el Estado implacablemente succiona de todos nosotros.
No se emplean para construir las grandes obras de infraestructura que necesitamos para resolver la crisis energética. Por ejemplo,
- Han transcurrido 5 años desde que se anunció la elevación de la cota de Yacyretá, sin haber alcanzado ese objetivo.
- Garabí no ha logrado pasar del estadio de consultoría.
- El proyecto de Paraná Medio está aparentemente abandonado.
- Atucha II se va frenando, mientras acumula importantes deudas.
- Las hidroeléctricas del Río Santa Cruz, aun no se han comenzado y languidecen por falta de financiación y limitaciones en la capacidad de transporte.
Y las citas, de los proyectos truncos anunciados podrían seguir a lo largo de muchísimas páginas.
Tampoco se utilizan para dar cumplimiento a las funciones básicas propias del Estado. No sólo hay un deterioro generalizado
- de la infraestructura pública (agua, ferrocarriles, carreteras, etc.); todos también sabemos de las ostensibles carencias en materia de
- de alimentación, seguridad, salud, educación, vivienda y, sobre todo, de Justicia.
Es muy claro que estos fondos no se utilizan para la defensa de nuestro patrimonio nacional.
La capacidad de las FF.AA., en el supuesto de un ataque,
- está oficialmente limitada a un par de horas;
- el mar argentino es pasto de la depredación y
- los cielos no están radarizados;
- los aviones están “canibalizados”.
No hay recursos para el cuidado de la población; el “affaire” de los medicamentos falsos demuestra que tampoco se utilizan para controlar.
En el gasto, es muy evidente la prioridad que tienen los crecientes subsidios a
- determinadas empresas privadas, a las -ahora deficitarias- empresas estatizadas o creadas como ENARSA,
- al clientelismo y los negocios particulares, como el transporte y la importación de energía y combustibles.
Esto implica el completo abandono de inversiones estratégicas en áreas socialmente importantes, contribuyendo a multiplicar la regresiva distribución del ingreso y a sembrar más y más pobreza.
Y el panorama empeorará durante 2010.
El Presupuesto Nacional enviado al Congreso plantea un incremento de la carga impositiva de 1,2% del PBI ($ 14.500 millones más). El Gobernador Scioli ya sancionó su propio impuestazo, como harán seguramente otros gobernadores.
La "Mala Política" nos ofrece la “frutilla” del postre. El Presupuesto 2010 prevé rebajas en términos reales y porcentuales en las áreas de
- Salud,
- Trabajo,
- Vivienda y Urbanismo y
- Agua Potable y Alcantarillado.
Y simultáneamente se reconoce en él que habrá más endeudamiento, que la ciudadanía deberá afrontar en el futuro.
¿Qué progreso se puede esperar?
- Los mayores impuestos,
- en conjunción con la generalizada falta de cumplimiento de las obligaciones del Estado,
- no sólo invitan a la evasión,
- sino que destruyen la competitividad,
- paralizan la inversión productiva y
- las posibilidades de crear empleos genuinos.
- Anulan el ahorro interno.
- Rebajan el salario real.
- Asfixian de manera dramática la capacidad de consumo, y, como venimos experimentando,
- reducen constantemente la calidad de vida.
Muchos sectores –como acontece ahora con el campo- van siendo aplastados por la voracidad fiscal y gradualmente pierden sustentabilidad.
Otros, como el energético, caen en el estancamiento
Carlos José Aga - Presidente - Fundación "Consejo para el Proyecto Argentino" - Martínez - 29-Sep-2009
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