En primer lugar, debo señalar con precisión qué es, de todo lo que ha pasado, lo que no sorprende en lo más mínimo:
- El comportamiento político del peronismo, de cualquier signo, al momento de aprobar sin dilación ni debate interno y, menos aún, externo, un "diktat" proveniente del caudillo de turno.
Así ocurrió en la década anterior,
- cuando se expropiaron y malvendieron las empresas que explotaban los recursos naturales, que eran patrimonio de todos los ciudadanos;
- cuando se cambió del día a la noche el sistema de seguridad social, y nos puso a todos ante la alternativa de seguir en el sistema estatal, descalzado de sus fondos, o de entregarnos a las manos de una jauría de voraces "emprendedores" que se prometían realizar pingües negocios a costa, por cierto, de sus forzosos y expoliados clientes, y así volvió a ocurrir,
- cuando "cambió el viento" una década después y el gobierno actual, habiendo dilapidado el enorme superávit que cinco años de auge consecutivo de las cosechas y los precios de nuestros granos habían dejado en sus manos, revirtió en horas el régimen de retiro privado ya establecido y expropió los fondos que los que confiaron de buena fe en ese régimen habían entretanto acumulado para su futuro.
Tampoco sorprende que se hayan aliado a los diputados gobernantes aquellos otros que pertenecen a partiditos circunstanciales y efímeros, usualmente formados por migraciones oportunistas de partidos o coaliciones mayores, que no tienen otro futuro más que el de amoldarse a la voluntad de la mayoría imperante.
Lo que sí sorprende es que un número importante de diputados que se consideran de "centroizquierda" hayan dado su aprobación, y lo que constituye una mayúscula sorpresa es que se haya justificado esa aprobación apelando al fin al que esa ley apunta, con desprecio de los medios, antidemocráticos y reglamentariamente viciados, que la mayoría utilizó para lograrlo.
En esta última cuestión reside, sin duda, la diferencia básica entre cualquiera de los variados e innumerables partidos que se autotitulan "de izquierda" y los que, con derecho, reclaman pertenecer a la tradición de "centroizquierda".
Desde la famosa polémica sobre el revisionismo que enfrentó a los próceres de la socialdemocracia alemana a principios del siglo XX, y en adelante, por centro-izquierda se entiende
- Aquellos partidos que han hecho expresa renuncia a llevar a cabo las reformas sociales, económicas y políticas necesarias en beneficio de los peor situados por otro medio que no sea las instituciones y los principios republicanos de un Estado democrático.
Esta adhesión de principio a las normas fundamentales de la democracia es lo que separa aún hoy los diversos partidos democráticos de izquierda de aquellos otros que se han gestado en los turbios calderos del autoritarismo, sea de tinte nacional-populista o sea de tinte leninista.
El siglo XX no ha pasado sin dejar profundas huellas. Hoy somos conscientes de que un régimen no se define democrático por
- la mera repetición de comicios más o menos manipulados,
- a intervalos más o menos regulares,
- que permiten un cambio más o menos pacífico de autoridades.
La democracia es un régimen exigente que no puede sostenerse sin el apoyo superpuesto de la totalidad de los ciudadanos, y éste no puede ser ni forzado, ni extraído con engaño, ni ciego.
El principio que exige la publicidad de las leyes para que éstas tengan validez y no sean objeto de impugnación por ilegitimidad está basado en el hecho de que las normas que rigen la vida democrática son también normas de convivencia que se apoyan en aquel consenso amplio de base, y que, por tanto, cada uno de nosotros deberemos estar dispuestos a reconocer como propias.
Para ello, debe cumplirse previamente un requisito que se hace cada día más indispensable en una sociedad democrática moderna:
- que cada uno de nosotros que así lo quiera esté en condiciones de participar en una deliberación pública sobre motivos, fines, causas, razones, perjuicios y beneficios de una propuesta de ley.
Una democracia representativa es en la actualidad, y cada día más, una democracia deliberativa.
Esta profundización de la democracia es hoy un programa ampliamente compartido por todos los partidos genuinos de centroizquierda, tanto en Europa, en América del Norte, en aquellos países de América del Sur en los que se han constituido como protagonistas de la democracia (Brasil, Chile y Uruguay), como en Asia (India, recientemente Japón), y hasta en Africa (República Sudafricana).
Sorprende, entonces, que en el país en el que en el siglo XX se eligió al primer representante del socialismo al parlamento en América, este requisito de la legitimidad de las normas haya sido voluntariamente obviado por algún cambio favorable, sea éste supuesto o real, en el proyecto aprobado por los actuales diputados socialistas.
De ahí mi pregunta: ¿qué se entiende aquí por centroizquierda?
Esta profundización de la democracia es hoy un programa ampliamente compartido por todos los partidos genuinos de centroizquierda, tanto en Europa, en América del Norte, en aquellos países de América del Sur en los que se han constituido como protagonistas de la democracia (Brasil, Chile y Uruguay), como en Asia (India, recientemente Japón), y hasta en Africa (República Sudafricana).
Sorprende, entonces, que en el país en el que en el siglo XX se eligió al primer representante del socialismo al parlamento en América, este requisito de la legitimidad de las normas haya sido voluntariamente obviado por algún cambio favorable, sea éste supuesto o real, en el proyecto aprobado por los actuales diputados socialistas.
De ahí mi pregunta: ¿qué se entiende aquí por centroizquierda?
Osvaldo Guariglia - Universidad Nacional de La Plata - "La Nación" - Buenos Aires - 28-Sep-2009
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