viernes, 20 de noviembre de 2009

El aguijón del "Alakrana"

El aguijón del 'Alakrana' hunde sus carnes en un Ejecutivo que no ha estado a la altura.

Después del tormento humano, llega la tormenta política.
Era previsible y, a diferencia de los escandalizados por la ofensiva del PP, a mí me parece que hacen su trabajo de oposición.
El Ejecutivo lo hizo muy mal al inicio, durante y casi al final del proceso, y aún ayer, las familias continuaban lamentándose del abandono que sufrieron durante semanas.
Ningún gobierno, además, puede sentirse pletórico tras haber mostrado
- tal debilidad planetaria,
- tal desconcierto estratégico y
- tal derrota ante una brutal extorsión delictiva.
Que la alegría por el retorno de los marineros no nos haga olvidar que hoy España es un país, a ojos de los secuestradores, "¡fácil!" ante la extorsión, no en vano ha sido el que ha protagonizado el rescate más caro de la historia de la piratería reciente. Y el que se ha mostrado más diletante. Sin duda, y escribo esta frase con horror, nos hemos ganado el honor de ser los primeros en la lista de preferencias de los secuestros que vendrán.
Y no sirve decir que cualquier gobierno, en tales circunstancias, está huérfano de hoja de ruta, porque
- ni todos se han mostrado tan vulnerables,
- ni todos han presentado un caos tan considerable.
Los gobiernos están para gestionar las grandes crisis, no para lamentarse de que existan
.
El aguijón, pues, del Alakrana hunde sus carnes en un Ejecutivo que, sencilla y dramáticamente, no ha estado a la altura.
Pero no sólo. Aguijón, también, para los armadores españoles que faenan allí. Unos armadores que, desoyendo a la Armada, enviaron al Alakrana más allá de la zona segura y asumieron riesgos con el único propósito de mejorar sus ingresos millonarios.
Hemos sabido, además, que contratan a jóvenes de la zona, a los que tratan, laboralmente, al estilo de los colonizadores blancos:
- les dan de comer y
- les pagan unos 1.000 euros por más de meses de trabajo.
- ¿Tiene que asumir el Estado la irresponsabilidad de unos empresarios que envían sus naves a zonas de peligro?
- Porque no olvidemos que el negocio es privado, pero el desaguisado político y el coste de toda la crisis es público
.
Aguijón para
- los vividores de este violento negocio,
- a sus bien peinados abogados y
- a sus bien conectados intermediarios.
A esos, la persecución legal, bajo tribunal internacional.
Y Aguijón para la ONU, cuyo olvido de Somalia da cuenta de su enorme inutilidad.
Este país fallido, gobernado por huestes islamistas - que el lunes mismo lapidaron a una chica de 23 años-,con abundante presencia de Al Qaeda, y sangrado por piratas organizados, es hoy un problema mundial. Nos preocupa a todos, pero ¿nos ocupa? No lo parece, a tenor de la impunidad con que actúan sus delincuentes.
Por eso los piratas han montado una gran fiesta en su tierra, después de los millones caídos del cielo español.
No sólo saben que han vencido a un lejano país. Saben que pueden continuar haciéndolo.
PILAR RAHOLA - "La Vanguardia" - Barcelona - 20-11-2009
La Armada se reivindica
EL secuestro del «Alakrana» ha dejado en las Fuerzas Armadas una huella de insatisfacción,
- no por la suerte final de los secuestrados,
- sino por el papel secundario que han tenido en su desarrollo.

Un comunicado interno de un alto oficial de la Infantería de Marina demuestra la disposición que tenían las unidades especiales desplazadas al Índico para rescatar el «Alakrana». «Su único anhelo era asaltar el pesquero y liberar a los rehenes», dice el escrito.
No hay una sola palabra que exprese indisciplina o desobediencia a las órdenes del Gobierno. La profesionalidad y el rigor castrense están presentes en cada una de las ideas que transmite el oficial autor del documento, quien no esconde, eso sí, la necesidad de reivindicar a los militares que participan en la operación «Atalanta» y, especialmente, a los integrantes de las unidades de asalto que fueron movilizadas en menos de 24 horas para ser luego lanzadas en paracaídas sobre el Índico y recogidas por los buques de guerra «Canarias» y «Méndez Núñez».
Por eso se refiere especialmente al confuso episodio de la persecución de los piratas que abandonaron el «Alakrana» con el botín del secuestro y dice que «en el último momento actuando siempre escrupulosamente a las órdenes del Gobierno, se intentó pero no se pudo capturar a los piratas como nos hubiera gustado». A buen entendedor, pocas palabras bastan.
La cuestión que sigue sobre la mesa es saber si las instrucciones que dio el Gobierno eran adecuadas para la detención de los piratas.
Y esta duda remite a la responsabilidad del Gobierno por dirigir una operación militar contra la piratería como si fuera un control policial de alcoholemia en una carretera local.
Han pasado ya días suficientes para recibir una explicación que no llega, probablemente porque no sea otra que la falta de aptitud del Gobierno para tomar decisiones graves.
El uso de la fuerza contra los secuestradores, estén huyendo o en tierra, es una opción legítima si hay un despliegue militar.
El Gobierno no debe escudarse tras nuestros militares, excelentes profesionales, para tapar o compartir sus torpezas. Son suyas y de nadie más.
Editorial - "ABC" - Madrid - 28-Nov-2009

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