Resulta que todos los políticos no deben ser iguales, pero unos son más iguales que otros.
Hasta no hace mucho, la ciencia sólo había logrado explicar cuatro estados de la materia, a saber: sólido, líquido, gaseoso y plasma, según un orden establecido en función de las densidades. Pero ahora ya sabemos que existe un quinto estado físico de la materia: la condensación Bose-Einstein, que, según quienes están duchos en la materia, es un estado extremo en el que los átomos dejan de comportarse de manera "normal".
En algunos sistemas políticos democráticos se ha descubierto algo parecido.
- Thomas Hobbes entendió la vida como algo sucio, brutal y corto si no se tenía la protección de líderes fuertes.
- Por el contrario, posteriores filósofos políticos, como John Locke, Montesquieu y Rousseau, consideraron que los ciudadanos eran capaces de gobernarse a sí mismos, por lo que tenían el derecho de protegerse de los líderes que decían ser infalibles.
Desde entonces, en los regímenes constitucionales, la naturaleza del sistema se basa, o debería, en el equilibrio de poderes, incluido el "cuarto poder", nombre con el que se acostumbraba a citar a los medios de comunicación para decir que pueden tener tanta influencia como los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Hasta no hace mucho, pues, las democracias sólo contaban con cuatro poderes, según un orden establecido en función de las densidades. Pero los felices años de la posguerra fría han propiciado el descubrimiento de lo que un reportaje de la cadena CBC ha denominado "el quinto estado".
- ¿Y cuál sería el quinto estado en un sistema democrático?
La Teoría de la Conspiración, que es un estado en el que determinados políticos dejan de comportarse de manera "normal", pero recurren a la conspiración para justificarse.
Nuestros antepasados más remotos se preguntaron qué provoca los truenos y por qué llueve cuando lo hace. El hombre de la globalización cree haber resuelto estos misterios, pero se ha dado otros.
Antes, una de las teorías de la conspiración más solicitada fue la que niega la llegada del hombre a la Luna. Ahora, la teoría de la conspiración se ha convertido en el quinto estado, una de cuyas materializaciones es Silvio Berlusconi.
Cuando le acusa la justicia, responde que se trata de una conspiración de los jueces. Y eso mismo suele pasar en este oasis.
La respuesta, invariablemente, es que hay una conspiración por parte de un juez o del adversario político.
Excusas de, supuestamente, mal cobrador. La corrupción hundió el sistema italiano en la década de 1990. Fue un desastre. No por la limpieza, que siempre es necesaria, sino porque el recambio fue Berlusconi. Y no se suele escarmentar en cabeza ajena.
La democracia de quienes se dicen apolíticos es una amenaza, pero algunos políticos se empeñan en alimentar el voto en blanco.
Todos los políticos no son iguales, aunque unos son más iguales que otros.
Xavier Batalla - "La Vanguardia" - Barcelona - 1-Nov-2009
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