Los gestores de fondos compran el metal para protegerse de un alza de la inflación y una posible recesión.
Hay una nueva fiebre del oro. A medida que la inflación ha aumentado y los mercados bursátiles han caído, los inversionistas se han refugiado en el oro, llevando a este metal a batir nuevos récords.
Desde mediados de agosto, los futuros de oro en Nueva York han subido un 42% cerrando en US$ 927,10 por onza troy el lunes y en US$ 932,5 el jueves. Históricamente, los compradores más entusiastas de este metal han sido aquellos que temen las catástrofes financieras, en lugares como India en donde no siempre se puede confiar en los bancos y la moneda puede ser inestable.
Hoy, una clase completamente diferente está impulsando el auge del oro: los inversionistas tradicionales y los gestores de fondos occidentales que antes desdeñaban el metal.
La esperanza es que el oro en sus portafolios atenúe los golpes de la inflación, una posible recesión en Estados Unidos y los oscilantes precios de las acciones. "Lo que hemos visto en los últimos años es un cambio fundamental en la actitud hacia los mercados de oro", por parte de los inversionistas occidentales, dice Paul Walker, presidente ejecutivo de la firma londinense de investigación sobre metales preciosos GFMS.
Los inversionistas están apostando a lo que por mucho tiempo fue un pésimo negocio. Después de llegar a US$ 847 la onza en enero de 1980, los futuros del oro cayeron durante casi 20 años, llegando a US$ 253 en agosto de 1999, una caída de 70%. El oro se mantuvo en ese rango hasta 2001.
Desde entonces, los precios se han más que triplicado y el oro se demoró hasta este año para superar el máximo de 1980. El metal precioso ha sido una mala cobertura contra la inflación.
Para mantener el ritmo con la inflación desde 1980, los precios futuros del oro tendrían hoy que estar por encima de los US$ 2228. Algunos consideran esto como una señal de que el oro tiene amplio espacio para crecer y predicen que superará la marca de los US$ 1000 este año.
El renovado brillo del oro muestra hasta qué punto la inquietud ha reemplazado al optimismo desde 2000. Los años 90 marcaron un período de esperanza por la revolución tecnológica, el declive de la inflación y un flujo más libre del dinero.
Hoy, el optimismo es nublado por
- el terrorismo,
- la guerra en Irak,
- la caída del prestigio de EE.UU.,
- una burbuja tecnológica seguida de una burbuja inmobiliaria y
- el ascenso de China e India a la categoría de gigantes económicos.
La predilección de los inversionistas por el oro tal vez refleje la pérdida de su fe en el sistema financiero estadounidense y en la fortaleza del dólar, que históricamente han sido las creencias más arraigadas, a medida que la debacle inmobiliaria se extiende por EE.UU.
Una ventaja del oro, opina Marc Stern, director de inversiones de Bessemer Trust, una institución de Nueva York que gestiona US$ 52.000 millones para familias adineradas, es que no es regulado por un banco central que podría estar tentado a emitir dinero y, de esa forma, devaluarlo.
"El oro no tiene una política, el oro no tiene un banco central, el oro no tiene una prensa para imprimir dinero", dijo, agregando que "es una especie de seguro".
Mayor demanda
También se ha especulado que los precios del oro se han beneficiado de
- la dificultad para hallar nuevos depósitos del metal, y
- la probabilidad de que la demanda en los países en desarrollo se incremente a medida que las poblaciones se vuelvan más acaudaladas.
Se cree que entre los grandes defensores del metal dorado figuran los fondos soberanos de China, Rusia y Medio Oriente que buscan diversificarse y capear la tormenta del mercado.
El actual auge del oro tiene su origen en el mercado a la baja de principios de 2000 a octubre de 2002, en el cual muchos inversionistas comenzaron a buscar lo que llaman "activos no correlacionados", es decir, inversiones que no sigan la pauta marcada por las acciones o los bonos, sino que marchaban su propio ritmo.
Los inversionistas pusieron su dinero en lugares como
- los bienes raíces,
- la madera,
- los fondos de capital privado,
- los fondos de cobertura,
- materias primas industriales y
- el oro.
Los fondos cotizados y otros instrumentos que siguen el valor del oro han hecho que sea sencillo para los gestores de fondos invertir en una materia prima engorrosa de manejar.
En el pasado, los inversionistas tenían que comprar barras, monedas, futuros o acciones en compañías mineras. Ahora, pueden comprar oro con tanta facilidad como las acciones.
E.S. Browning - "La Nación" - "Wall Street Journal" - Buenos Aires - 1-Feb-2008
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