martes, 5 de febrero de 2008

El momento económico que enfrenta el mundo

Es cierto que en el último tiempo el sistema financiero internacional nos ha dado sorpresas cada vez más negativas. Sin embargo, creo que no se producirá un colapso caótico, y coincido con la decisión con que han reaccionado los bancos centrales para evitarlo.

Mucho se ha escrito ya sobre las turbulencias financieras y las alternativas de evolución económica futura; pero las decisiones y los hechos han sido suficientemente espectaculares como para justificar que ahondemos sobre el mismo tema.
El sistema financiero, en particular algunos de los bancos más importantes del mundo, nos ha dado sorpresas cada vez más negativas. Las pérdidas se acumulan y ahora están en riesgo las compañías que garantizan créditos, lo que podría acarrear más dificultades a los operadores financieros.
La construcción de viviendas cayó en 24% el último trimestre en EE.UU. y la economía entera sólo creció un 0,6%. La inflación en Europa alcanzó su máximo en 14 años, llegando al 3,2%.
Las bolsas han experimentado gran volatilidad, cayendo en enero entre 10 y 20% en los mercados desarrollados y emergentes, respectivamente, recuperándose después parcialmente.

La inquietud mayor es si todo esto no es sólo el preámbulo de una economía mundial entrando a una crisis grave, que traerá caídas de producto y empleo importantes en los trimestres que vienen.
Hasta 2007, según las nuevas cifras del FMI, el mundo estaba creciendo al 5% anual, cifra que se reestimó hacia abajo desde el 5,5% al corregir las ponderaciones disminuyendo algo la importancia de China e India y aumentando otras como EE.UU. y los países petroleros. Ese era un desempeño espectacular pero, desgraciadamente, ya había signos de que iba más allá del potencial, y ello se expresó en mayor inflación y precios de materias primas.
Una moderación del crecimiento mundial era entonces inevitable
, pero al menos macroeconómicamente no hay razones para que esa moderación deba significar una crisis en el corto plazo.


Escenario bajo control
De hecho la inflación es superior a las metas, pero muy inferior a la vista en los 70 y 80, en que los ajustes para contenerla acarrearon recesiones generalizadas y crisis profundas en países como los nuestros. Sin embargo, lo que sí puede provocar recesión y crisis es el colapso de mercados o instituciones financieras que dejen sin liquidez a la economía.
Los bancos que canalizaron los ahorros mundiales al sector vivienda y de consumidores en EE.UU. son candidatos para ello, al igual que una interrupción del financiamiento de la cuenta corriente de la balanza de pagos americana.

Afortunadamente creo que un colapso caótico no se producirá, y coincido con la decisión con que han reaccionado los bancos centrales para evitarlo, y estimo que lo seguirán haciendo. Es cierto que se corre el riesgo de sobrerreaccionar, y algunos piensan que la Fed y el gobierno estadounidense lo están haciendo.
Es posible que, al ir más allá de lo necesario para evitar un colapso financiero o una recesión profunda, en el futuro aparezcan nuevos excesos en el sector financiero, pero coincido en que, dado el balance de riesgos, la acción de las autoridades es la adecuada.

Considerando lo anterior, en los próximos trimestres veremos una desaceleración del crecimiento mundial, probablemente más pronunciada que lo que debiera haber sido sin problemas financieros; sin embargo, una crisis integral es poco posible.
Ello no significa que no habrá efectos negativos importantes. La construcción de viviendas en EE.UU. está y seguirá en recesión profunda, lo que afecta a empresas en muchas partes del mundo, incluido Chile.

La contracción en vivienda, más las dificultades de los bancos y los precios del petróleo afectan al consumidor americano y es posible que, a pesar de las medidas, la debilidad se extienda a toda la economía de EE.UU. afectando fuertemente el empleo y los ingresos de los trabajadores.
Ello es lo que define una recesión, y aunque no sea profunda y prolongada tendrá efectos en el mundo, ya que la economía del gigante del norte sigue pesando más del 20%. Aunque China gire hacia su demanda interna sentirá los efectos, pues depende fuertemente de las exportaciones.
Latinoamérica no debiera sufrir un colapso financiero o económico en esta oportunidad, pero se verá afectada. Los movimientos bursátiles, con descensos de hasta 20% en los valores de las acciones, son un anticipo de ello.

Ante esta realidad, Chile ha hecho bien con el ahorro del fisco de parte de la bonanza pasada, pero enfrenta un problema inflacionario nuevo: 7,8% acumulado a diciembre pasado, que no se puede dejar que pase a retroalimentar expectativas; ello quita grados de libertad a la política monetaria, al menos mientras no haya claros indicios de moderación definitiva de la inflación.
Aunque no soy optimista al respecto, esta situación más negativa y con menor flexibilidad monetaria podría ayudarnos a que los esfuerzos se centraran en facilitar que las empresas contraten, inviertan y produzcan.

Han sido los grandes retrocesos en estas áreas los que nos hicieron crecer menos de lo esperado en un mundo muy benigno, y ellos serán un lastre en un escenario más complejo. Desgraciadamente, el Gobierno no muestra en los hechos un cambio de énfasis en estos aspectos. Por el bien de los trabajadores, esperemos que reaccione luego.
Hernán Bucci - "El Mercurio" - Santiago - 5-Feb-2008

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