La recesión tal vez no sea tan severa como muchos temen, pero la recuperación podría tomar más tiempo; y eso es peligroso.
Los estadounidenses no están acostumbrados a las recesiones, en especial aquellas que implican comprar menos. Durante los últimos 25 años, la economía más poderosa del mundo ha sufrido sólo dos descensos de la actividad económica, en 1990-91 y 2001. Ambos fueron breves y superficiales.
- En 2001 el gasto de consumo apenas estuvo lerdo;
- una década antes había caído, pero sólo por poco tiempo.
Animada por los crecientes precios de los activos y las innovaciones financieras que permitieron que más personas produjeran más deudas, la billetera colectiva no se ha cerrado de golpe en casi dos décadas.Eso puede estar a punto de cambiar. Hay cada vez más evidencia de que la economía ha caído en una recesión; y esta vez la debilidad de consumo está en primer plano. El valiente consumidor estadounidense se está viendo afectado por cuatro cosas:
- el problema inmobiliario,
- la restricción crediticia,
- los costos más altos de los alimentos y el combustible y,
- hace poco, un mercado laboral cada vez más débil.
El índice de desempleo subió a 5,1% en marzo, mientras que el sector privado perdió empleos por cuarto mes seguido.Al sentirse más pobres y con menos personas preparadas para prestarles dinero, los consumidores están disminuyendo: un testigo de esto es la baja repentina en las ventas de autos. Y considerando que el gasto de consumo responde por un 70% de la demanda, eso duele, especialmente cuando va emparejado con un colapso en la industria de la construcción. El FMI ahora predice oficialmente una recesión en Estados Unidos en 2008; son varios los que piensan en la Reserva Federal (Fed) que la producción se está contrayendo.
Podría ser peor
Hay dos grandes interrogantes con respecto a esta declinación en la actividad económica para Estados Unidos y el mundo:
- ¿por cuánto tiempo?, y
- ¿qué tan profunda es?
En el segundo aspecto, hay espacio para un optimismo mesurado: aunque las recesiones estadounidenses han sumido generalmente a la economía mundial en el temor, esta vez la desaceleración no tiene que ser tan severa, especialmente para el mundo emergente. Las pruebas económicas en cambio tal vez provengan de lo larga que sea esta inactividad.Eso no implica que una desaceleración global severa sea imposible. El FMI estima que hay una posibilidad del 25% de que la economía mundial crezca en menos del 3% en 2008 y 2009, el equivalente de una recesión, desde su punto de vista. Estados Unidos no es la única economía desarrollada que está sufriendo (el mercado inmobiliario de Gran Bretaña, por ejemplo, está mostrando los mismos síntomas que el de Estados Unidos).La velocidad con la que se han perdido empleos en Estados Unidos ha sido moderada en comparación con inactividades anteriores y hay un par de razones para suponer que va a seguir así.
- La primera es el activismo de aquellos encargados de las políticas en el país. El Congreso empezó a lanzar dinero al problema en forma temprana y ya se está discutiendo un segundo estímulo fiscal (junto con un salvavidas para el mercado inmobiliario). La Fed ha reducido las tasas de interés, ha prometido más recortes si la economía sigue débil y -quizás más importante- ha disminuido las probabilidades de una catástrofe en el mercado financiero al extender su red de seguridad hasta los bancos de inversiones.
- La segunda es la estructura cambiante de la economía mundial. El dinamismo y la flexibilidad de los mercados emergentes significan que Estados Unidos no importa tanto como alguna vez importó. El FMI espera que el crecimiento global baje del 4,9% en 2007 al 3,7% este año; difícilmente catastrófico.
- El temor principal es que el resto del mundo resulte ser menos flexible de lo que ahora parece probable: los exportadores de productos básicos, por ejemplo, tal vez dependan menos de la demanda estadounidense que antes, pero difícilmente están desconectados de ésta.
- El dólar débil también causa problemas. La importación de la política monetaria indefinida de EE.UU. se va a volver más difícil de sostener para aquellos países como los estados del Golfo, que fijan la paridad de sus monedas en relación con el dólar. Ellos tendrán que permitir que sus tipos de cambio suban.
- La política también puede hacer mucho daño. Un Estados Unidos inactivo el próximo año será una dura herencia para el próximo Presidente. Con el déficit presupuestario en alza, las grandes reformas internas, tales como expandir la cobertura de salud, serán más difíciles; con una economía frágil, los demócratas, si ganan, tal vez tengan que reconsiderar su plan de echar atrás los recortes tributarios de George W. Bush.
- Y no olvide el populismo y el proteccionismo. Ya ocho de cada 10 estadounidenses señalan que su país va por el camino equivocado. El extenso malestar producirá una búsqueda indignada de chivos expiatorios. Aun cuando el libre comercio esté ayudando a salvar a los norteamericanos de una inactividad peor, Bush está luchando por alcanzar un acuerdo comercial con Colombia a través del Congreso: que Dios ayude a la ronda de Doha.
Mientras tanto crecerá el impulso tendiente a volver a regular los mercados financieros y castigar a la industria del petróleo, a las empresas de tarjetas de crédito o en realidad a cualquier otro malvado de gran riqueza. La gran desaceleración estadounidense puede ser menos calamitosa que lo que muchos temen; pero está plagada de peligros.
The Economist - El Mercurio" - Santiago de Chile - 12-Abr-2008
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