Decíamos ayer..." No se trata de la vuelta de Fray Luís de León a la Universidad de Salamanca sino al retorno de la inflación no ya como un problema grave y persistente de la economía española desde hace años, sino como un agudo desequilibrio con implicaciones sociales y económicas muy negativas.
En mayo, el IPC escaló hasta el 5,1 %, la peor cifra desde el ingreso de España en el euro. La previsión gubernamental para el nivel general de precios ha saltado en pedazos como lo hacen todas las previsiones. Para más INRI, la inflación sube pese a la rápida e intensa caída de la demanda interna (consumo e inversión) lo que hace, como decía hace unos meses, reaparecer el fantasma de la estanflación esa horrible situación en la que los "ipecés" suben y el PIB baja. Esa fue la maldición de finales de los setenta del siglo pasado y tardamos en superarla una década. Es verdad que la evolución de los precios de la energía y la de los alimentos se han disparado y han impulsado al alza el IPC. Ahora bien, eso no tiene por qué desencadenar una dinámica inflacionaria, una subida persistente del nivel general de precios.
- Si la gente tiene el mismo dinero en el bolsillo
- y se encarecen algunos bienes y servicios
- deberá comprar menos de otros
- si desea adquirir la misma cantidad de los que se han encarecido
- y a la inversa.
Por otra parte, ese fenómeno "coyuntural" no afectaría a la denominada inflación subyacente que no incluye esos dos componentes. Sin embargo, este indicador también se sitúa en máximos históricos. Lo peor es que la trayectoria alcista de la inflación continuará, al menos, unos trimestres y, en cualquier caso, la de España será superior a la del resto de la UEM.
¿Qué hacer?
Poca cosa. Lo único posible es evitar echar más leña al fuego inflacionario, lo que significa
- restringir el gasto público e
- introducir más competencia en los mercados
- para ver si así se reduce el crecimiento de los precios.
En cualquier caso, la única manera de recortar la inflación es que el BCE eleve sus tipos de interés lo que acentuará las fuerzas recesivas que agitan la economía española. A quienes se oponen a esta medida conviene recordarles que no existe una relación de intercambio estable entre inflación y crecimiento económico. Cuanto más tarde en cortarse la rampante escalada de la inflación, más tiempo tardará en reactivarse la economía y más dura será la caída.
LORENZO BERNALDO DE QUIRÓS - "Faro de Vigo" - Vigo - 30-Jun-2008
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