El economista Enrique Szewach advirtió que en la Argentina las turbulencias son siempre fiscalesdado que nacen "porque alguien se resiste a pagar el gasto público argentino".
Con respecto al tipo de cambio, declaró que "apostar a un instrumento como solución de un problema integral es un error".
Dejó sentado su punto de vista sobre el conflicto con el campo, Banco Central y la inflación.
-¿Cómo vislumbra que terminará el conflicto entre el Gobierno y el campo?¿Ve un próximo final?-
-Terminar va a terminar. Es difícil imaginar que vaya a finalizar en las condiciones óptimas porque lo que ha marcado el Gobierno es que hay ciertas condiciones que no va a aceptar. Va a terminar con un arreglo que no convenza demasiado al campo y que no parezca una derrota del Gobierno. Veremos si es suficiente para retomar la normalidad en el sector.
-¿Cuáles serían las condiciones óptimas?
-Básicamente volver a la situación del 10 de marzo y plantear un sistema de retenciones que no interfiera en el funcionamiento de la economía agraria. Acá hay dos cosas:
- un nivel de retenciones exorbitante, respecto del aumento de costos que ha tenido el sector, y
- una forma de diseñarlos con esquema móvil y precio máximo; que afecta muchos los mercados de futuro.
A lo mejor se puede llegar a un nivel relativamente más bajo con un diseño que interfiera lo menos posible al negocio del campo.
Las retenciones son un impuesto a los ingresos, no a las ganancias, y tiene que ver con los costos. Cualquier impuesto sobre los ingresos brutos genera un problema.
-Terminado el conflicto agropecuario. ¿Cuáles son las principales medidas que el Gobierno debería tomar en materia económica?-¿Cuáles eran los problemas el 10 de marzo?
Hay que hacer rápidamente
- un programa antiinflacionario,
- desarmar toda esta maraña de subsidios para que la inversión pueda empezar a responder a precios,
- alentar la oferta para permitir correr la capacidad instalada de la Argentina para mejorar la producción y la productividad.
- Hay que hacer las cosas que se fueron postergando todo este tiempo.
-En una columna usted proponía combatir integralmente la inflación. ¿En qué consiste?
-El Gobierno, por ejemplo, dice hacer uso de las retenciones para que los precios de los alimentos no suban. Sin embargo, si simultáneamente
- el gasto se expande al 40% anual o 50% anual,
- la demanda es más fuerte que la oferta y se desalienta la oferta de largo plazo.
Lo que hoy es una solución, mañana es un problema. El Gobierno no reconoce que hay inflación, es más según el INDEC está bajando en la Argentina; con lo cual, para qué iría a anunciar un plan antiinflacionario. Un programa antiinflacionario tiene mucho que ver con las expectativas de los que forman precios. Si no hay un ataque frontal a las expectativas es difícil hacer un plan de ese tipo y cualquier cosa que se haga termina siendo muy recesivo porque, como la gente no responde al plan, termina trayendo más problemas que soluciones. Para que respondan, primero hay que decirle que hay un plan con tales objetivos e instrumentos. Por ahora, eso no está pasando y parece que no va a pasar, teniendo en cuenta que el Gobierno insiste en que no hay inflación y que la única que hay fue provocada por el campo y por un fenómeno internacional muy importante.
La inflación de alimentos la tiene Brasil, Uruguay y todos los países. Sin embargo, cuando a la tasa de alimentos de esos países se le suma el resto es mucho más baja porque están trabajando con políticas antiinflacionarias. Acá en cambio, estamos alentando la demanda en casi todos los rubros.
-¿En qué puede desembocar esto?
-En la medida que la inflación le empieza a ganar a los salarios, la economía se desacelera, el consumo cae y por estas razones la inflación también deja de crecer. La actividad económica se frena pero en algún momento hay que ponerla en marcha de nuevo y hacerlo sin aplicar un programa es reacelerar la inflación. Hay un viejo proverbio chino que dice: "No hay nada que el no hacer no haga". En algún momento se termina haciendo.
-¿Dónde entra el tema de los subsidios en el objetivo de bajar la inflación?
-Eso es una paradoja. La Argentina va a necesitar pasar por un período de blanqueo de precios antes de bajarlos. Si se anuncia en un marco de plan integral con políticas fiscales y monetarias más cuidadas, es una cosa. Ahora si se dice una cosa y las bases se van marcando parcialmente, hay un problema. Es absolutamente ineficiente. Una cosa es cuando se anuncia un programa integral pensando y armado con los instrumentos y otra es cuando se van lanzando cosas en función de la respuesta del otro.
-¿Cuánto influyó el rol del Banco Central en la inflación importada?
-El hecho de usar la estrategia de no dejar apreciar el tipo de cambio para comprar reservas te ayuda a frenar cualquier tipo de problema financiero, pero convalida la tasa de inflación importada. Fijate que Brasil, Uruguay y Chile apreciaron sus monedas y lograron tener una inflación más baja. Si el Central hubiera, en su momento, revaluado la moneda; el país habría tenido un crecimiento más bajo por la menor liquidez aunque la suba de precios también hubiera sido más baja.
Política cambiaria
En la entrevista, Szewach, que también se desempeña como consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se refirió a la actuación del Banco Central y a la pérdida de competitividad del sector industrial.
-¿Qué quiso demostrar el Gobierno con la apreciación cambiaria que se dio en este último tiempo?
-El Banco Central estaba ante una emergencia muy grande porque empezaban a caer los depósitos y a subir el tipo de cambio. Decidió mostrar que tiene toda la capacidad de fuego para frenar una corrida. Me parece que hay un problema porque el mensaje lo entiende muy bien el inversor institucional, pero no lo entiende tanto un pequeño ahorrista, donde justamente estaba la corrida.
-¿Cómo afecta esta apreciación a la industria?
-Con el dólar apreciado los problemas de competitividad que ya teníamos, por la inflación al 25% anual, se han agravado. Está claro que el Central actuó en una emergencia. Ésta no puede ser la política de la entidad ahora. No porque no sea razonable, sino porque la tasa de inflación ya le hizo perder mucha competitividad al sector industrial.
-¿Está a favor del tipo de cambio alto?
-Apostar a instrumentos, como solución a un problema integral, es siempre un error. La Argentina tiene un problema estructural de fondo,
- de la productividad,
- de la inversión,
- de la forma en que crece y
- de su manejo fiscal.
Por algo tenemos una crisis fiscal cada tanto. Surgen porque alguien se resiste a seguir pagando el gasto público argentino. Estamos teniendo un sector público que es altamente improductivo y poco competitivo financiado por un sector privado que es más o menos competitivo y que encima tiene la pesada carga del sector público. Esto no lo arregla el tipo de cambio, lo arregló un rato la devaluación del 2002 y la anterior a la de la convertibilidad. Si se apuesta todo a que te lo va a arreglar el termómetro, la fiebre no baja.
-Cada país latinoamericano sigue su propia estrategia para frenar la inflación de alimentos. ¿Cuál es la mejor a su entender?
-En el caso del sector agropecuario, donde las señales de hoy te implican la inversión de mañana, la mejor estrategia es aquella que no solamente es buena para corto plazo sino que también es buena para el largo. Lo que hicieron los otros países fue preguntarse:
¿Cuál es la mejor manera de combatir la inflación de alimentos sin que afecte la oferta?
En el sector agropecuario es donde más funciona esta idea porque si aumenta mucho la oferta, los precios terminan bajando.
A esta altura, hay un problema serio porque la receta quizás hubiera sido la apreciación cambiaria como hicieron Uruguay y Chile con tasas de inflación muy bajas.
Ahora si se juega a la apreciación cambiaria con una tasa de inflación de 30% incorporada, es un problema. Lo más razonable sería liberar los precios agropecuarios y subsidiar en forma directa a los sectores de más bajos recursos.
No tiene ningún sentido subsidiar el lomo mientras la gente más pobre no tiene acceso a las condiciones básicas. Es mucho más fácil dejar el precio del lomo libre para que aumente la oferta y baje el precio del asado.
Me parece que la Argentina necesita un shock de oferta e implica liberar la señal de precios, que es la única que entienden los productores.
Mariana Shaalo - Infobaeprofesional.com - Buenos Aires - 25-Jun-2008
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