Este miércoles se entregará en Estrasburgo el Premio Sajarov a la defensa de los derechos humanos al disidente chino Hu Jia.
El galardón coincide con un periodo de grandes tensiones entre China y la UE, a causa de la acogida que se ha dado al Dalai Lama en Europa y con un momento en el que el régimen de Pekín empieza a dar señales de nerviosismo ante la creciente inquietud social.
En efecto, el gigante asiático ha sido hasta ahora una férrea dictadura en lo político que se sostenía por una bonanza económica que parecía no tener fin.
Pero en realidad, la economía china no podrá escapar de la crisis financiera y la sociedad que en unos casos había empezado a construir modestos sueños de libertad y aspiraba a una mejor calidad de vida, puede encontrarse de repente ante el horizonte desolador de un gigante con los pies de barro.
La democracia no es solamente buena porque representa la libertad de los ciudadanos, sino porque entre otras cosas, los poderes públicos se ven obligados por los votantes a construir redes de protección social que salvaguarden a los más débiles y promuevan permanentemente la igualdad de oportunidades.
Sin embargo, el Partido Comunista Chino no ha tenido hasta ahora otra receta que la clásica de las dictaduras: la represión.
Los intelectuales autores de la «Carta 08» le están mostrando el camino a las autoridades comunistas, el de prepararse para llevar al país hacia la democracia antes de que sea demasiado tarde.
Editorial - "ABC" - Madrid - 14-Dic-2008
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