En Galicia existen 156 menores diagnosticados con el denominado "síndrome del emperador", concepto con el que se identifica a pequeños tiranos que en sus más diversas modalidades maltratan a sus padres.
¿Se imaginan los que estarán sin diagnosticar debido a la vergüenza que sentirán sus progenitores en reconocer hechos de este tipo?
Sin duda, muchos más de los que creemos. Ayudan a ello sentencias como la de la madre de Jaén que ha sido condenada a 45 días de prisión, con orden de alejamiento de su hijo durante más de un año, todo ello por recriminar con un bofetón que su angelito de diez años le lanzara una zapatilla a la cara.
No pretendo justificar violencia de ningún tipo, pero si queremos que sigan aflorando Calígulas y Nerones semejantes, continúese así.
Muchos menores son conocedores de sentencias como esta y se aprovechan de ello, quedando los padres en la más absoluta de las indefensiones.
¿Por qué no se sacan de la misma manga el síndrome del padre apaleado, insultado o vilipendiado?
Quien no le haya dado nunca un cachete a un hijo que tire la primera piedra. Eso sí, que la lance lo más lejos posible, no vaya a ser que caiga cerca de sus retoños y le impongan la perpetua por imprudente.
Ni emperadores ni gaitas; en la inmensa mayoría de los casos, por supuesto patologías aparte, se trata de malcriados a los que no se les ha sabido decir no a tiempo.
Evítese la ignominia de llegar a casa y tener que decir aquello de «Ave César, los que van a ser maltratados te saludan».
Pero eso no es lo peor. Ahora la Fiscalía considera insuficiente la pena y recurre la sentencia para que se incremente. Lo que nos faltaba para el duro.
I. Bermúdez de Castro - "La Voz de Galicia" - Santiago de Compostela - 13-Dic-2008
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