Que hoy se cumplan veinticinco años del regreso al sistema de votar por algo periódica y rítmicamente es un hecho cronológico; el paso del tiempo es inexorable. Que Alfonsín haya sido el presidente que inauguró ese período, es un hecho fortuito con el que Herminio Iglesias colaboró y mucho.Entonces,
- que la Argentina sea más pobre y más inculta año tras año;
- que haya desandado los caminos de la prosperidad y la educación;
- que no se sonroje ante sus reiterados incumplimientos;
- que haya adoptado como norma la estafa, a veces económica, a veces moral;
- que se vaya transformado de a poco en un paraíso del delito internacional y
- que abandonara los principios fundacionales es el dato histórico relevante.
A menos que los sistemas políticos, la democracia en nuestro caso, sean un fin en sí mismo,
- hay que dejar las hipocresías de lado,
- ser valientes y preguntarse
- qué hizo esa democracia en pos de la calidad de vida argentina.Está muy bien que los civiles hayan dejado de alentar a las fuerzas armadas a derribar gobiernos, y si se quiere festejar el cambio de comportamiento, fenómeno. Ahora bien, sería útil plantearse, además, qué otra mejora estructural incorporó la sociedad a lo largo de los últimos veinticinco años. Está claro que
- hay una nueva clase enormemente favorecida, que se cría y reproduce al calor del estado.
- Hordas de empleados públicos que, entre funcionarios políticos, legisladores, asesores, secretarios, contratados y arrimados pasaron a conformar una voluminosa corporación que defiende sus privilegios con ferocidad mientras mantiene de rehenes al resto.
Paradójicamente, quienes padecen la ineficiencia genética de tal engendro son los mismos que solventan el indecente costo de su existencia porque la maquinaria burocrática, inútil y adiposa, sobrevive con el aporte de los que no la integran.
Sólo existe por el aporte de los que no la integran. Hermann Hesse no pudo describir mejor el síndrome que nos aqueja.
- que la Argentina sea más pobre y más inculta año tras año;
- que haya desandado los caminos de la prosperidad y la educación;
- que no se sonroje ante sus reiterados incumplimientos;
- que haya adoptado como norma la estafa, a veces económica, a veces moral;
- que se vaya transformado de a poco en un paraíso del delito internacional y
- que abandonara los principios fundacionales es el dato histórico relevante.
A menos que los sistemas políticos, la democracia en nuestro caso, sean un fin en sí mismo,
- hay que dejar las hipocresías de lado,
- ser valientes y preguntarse
- qué hizo esa democracia en pos de la calidad de vida argentina.Está muy bien que los civiles hayan dejado de alentar a las fuerzas armadas a derribar gobiernos, y si se quiere festejar el cambio de comportamiento, fenómeno. Ahora bien, sería útil plantearse, además, qué otra mejora estructural incorporó la sociedad a lo largo de los últimos veinticinco años. Está claro que
- hay una nueva clase enormemente favorecida, que se cría y reproduce al calor del estado.
- Hordas de empleados públicos que, entre funcionarios políticos, legisladores, asesores, secretarios, contratados y arrimados pasaron a conformar una voluminosa corporación que defiende sus privilegios con ferocidad mientras mantiene de rehenes al resto.
Paradójicamente, quienes padecen la ineficiencia genética de tal engendro son los mismos que solventan el indecente costo de su existencia porque la maquinaria burocrática, inútil y adiposa, sobrevive con el aporte de los que no la integran.
Sólo existe por el aporte de los que no la integran. Hermann Hesse no pudo describir mejor el síndrome que nos aqueja.
- A veinticinco años de una gran ilusión,
- veinticinco años más viejos,
- más escépticos,
- más enfrentados entre nosotros,
- más aislados del mundo,
- comprobado que no hemos sido capaces de conseguir que la democracia alimente, cure, y eduque;
- sin ánimo de confrontar sino como un llamado a la reflexión, con toda humildad pregunto
¿Qué mierda festejamos?
- veinticinco años más viejos,
- más escépticos,
- más enfrentados entre nosotros,
- más aislados del mundo,
- comprobado que no hemos sido capaces de conseguir que la democracia alimente, cure, y eduque;
- sin ánimo de confrontar sino como un llamado a la reflexión, con toda humildad pregunto
¿Qué mierda festejamos?
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