La región va a sufrir con fuerza los coletazos de la actual crisis. Pero aun así, podríamos aventurar que será menos fuerte que la asiática y mucho menor que la de los ochenta.
Las perspectivas económicas de los países desarrollados son sombrías. EE.UU. está en recesión y el problema se acrecienta cuando comprobamos que Japón y gran parte de Europa también lo están. No todas las recesiones han sido así, con este grado de acoplamiento.
En 1991 EE.UU. sufrió una recesión, pero Asia emergente y América Latina la navegaron particularmente bien, con crecimientos de más de 6% y casi 4%, respectivamente.La recesión de las naciones industrializadas significa que poco más de la mitad de la economía mundial sufre de esa enfermedad. En estas circunstancias, no existe la posibilidad de un "desacoplamiento" en los países emergentes. Al menos sufrirán una significativa desaceleración, que en algunos casos se transformará en recesión.
¿Cómo le irá a Latinoamérica en este complejo escenario?
Otras crisis recientesEn estas circunstancias es inevitable evocar episodios anteriores, como la crisis de deuda de los 80. Con no poca razón se llamó a los ochenta la "década perdida" para América Latina, porque el PIB per cápita a fines de la década aún no alcanzaba sus niveles previos a la crisis en muchos países de la región.
La Crisis Asiática, por su parte, desnudó muchas falencias de nuestra región y generó recesiones en buena parte de ella, que sólo se recuperó con fuerza a partir de 2004.A comienzos de los 80, los déficits fiscales reinaban en nuestra región, y alcanzaban un 5% del PIB en Perú y 9% en Brasil y México (Chile era la excepción, con un superávit del 4% del PIB). La monetización de los déficits era generalizada y los países habían experimentado fuertes desequilibrios cambiarios, los que eran difíciles de corregir con esquemas de tipo de cambio fijo.
La insostenible situación fiscal (y en Chile, el exceso de gasto privado) se tradujo en altos déficits de cuenta corriente, incluso superiores a 10% del PIB. En muchos países, el boom de crédito bancario al sector privado alimentó el fuego. Los altísimos niveles de endeudamiento externo llevaron a la moratoria, en un contexto de fuerte recesión.La Crisis Asiática de mediados de 1997 nos golpeó con fuerza a partir de 1998, pero su efecto fue mucho menor al de la crisis anterior. Los mercados de valores y las monedas de América Latina se depreciaron considerablemente. La región presentaba fundamentos algo más sólidos que en los ochenta; por ejemplo, la deuda externa había logrado bajarse en 1997 a niveles muy inferiores a los de la crisis de 1982. No obstante, algunos de los principales países (Argentina, Brasil, Chile y México) acusaban significativos déficits de cuenta corriente, que llegaron a más de un 5% del PIB en Chile.
Muchos resistieron las inevitables devaluaciones con una mezcla de altas tasas de interés y pérdida de reservas internacionales. La rigidez de los esquemas cambiarios y las mal concebidas defensas de las paridades terminaron pasándonos la cuenta, y la mayoría de los países terminaron con recesiones de magnitud entre 1998 y 2002.
Diferencias importantes
Latinoamérica va a sufrir con fuerza los coletazos de la crisis externa, qué duda cabe. Pero aun así, podríamos aventurar que esta crisis será menos fuerte para nuestra región que la asiática y -ciertamente- mucho menor que la de los ochenta. Y los efectos serán muy diferenciados:
- algunos países caerán en recesión,
- mientras otros podrán terminar con una desaceleración significativa.
Nuestra región tiene aún un enorme camino por recorrer en mejorar sus instituciones y sus políticas económicas, pero está mejor preparada hoy para enfrentar el difícil escenario internacional.
En 2006, la cuenta corriente de la balanza de pagos regional era superavitaria en 1,5% del PIB, la deuda externa promedio era poco más de 20% del PIB (un valor por debajo de los estándares internacionales), el presupuesto fiscal estaba -en promedio- equilibrado y los países habían acumulado reservas internacionales por sobre los US$ 400 mil millones.
El mejor aspecto de la región en cuanto a cuenta corriente, superávit de cuentas públicas, deuda externa y reservas internacionales refleja en alguna medida una mejora de las políticas económicas.
Aunque los promedios esconden diferencias importantes entre países, un grupo importante ha combinado
- apertura comercial,
- autonomía efectiva de los bancos centrales,
- esquemas de metas de inflación,
- regímenes de flotación cambiaria y
- mayor responsabilidad fiscal.
Todo esto, unido al aumento de volúmenes y precios de exportación, permitió generar superávit de cuenta corriente y acumular reservas. Por supuesto, estas holguras tuvieron mucho que ver con los altos precios de los commodities que ya se han esfumado.
Los superávits fiscales y de cuenta corriente se revertirán, pero
- las reservas,
- la flotación cambiaria,
- la apertura externa y
- la responsabilidad monetaria y fiscal
que exhiben varios países probablemente no se esfumarán.
Cómo nos afectará
La recesión externa afecta el desempeño de la región por varios canales.
- La contracción de la demanda mundial golpea las exportaciones, lo que es especialmente importante en aquellos países más expuestos al mundo desarrollado, como México, que envía el 85% de sus exportaciones a EE.UU.
- Pero hay otros mecanismos de transmisión.
- Caerán las remesas laborales del extranjero, que son especialmente importantes para México y Centroamérica.
- Y algunos de los casi 10 millones de mexicanos residentes en EE.UU. pueden retornar a su país de origen al perder sus empleos, lo que agravaría el problema del desempleo en ese país.
- Nuestra región también queda expuesta
- al contagio financiero y
- a una reducción de la inversión extranjera directa.
Por distintas razones, México, Ecuador, Venezuela y Argentina estarán entre los países más afectados.
- El colapso de los precios del petróleo y su alta dependencia de este producto,
- la moratoria ecuatoriana y
- la inconsistencia de las "políticas argentinas"
- los hace candidatos a una recesión.
El enorme salto en el riesgo país de estas naciones así lo refleja ya.
Chile está concentrado en cobre, pero muy diversificado en mercados
De hecho, más de un tercio de nuestras exportaciones van a Asia, y sólo poco más del 10% a EE.UU.
Nuestros indicadores de solidez financiera son excelentes, con la fracción de cartera irregular más baja (0,9%) y la cobertura más alta en provisiones sobre esta cartera.
Los activos públicos externos se elevan a un cuarto del PIB, invertidos en activos de bajo riesgo.
La regla de superávit estructural nos diferencia del resto de la región y permite aplicar una política fiscal contracíclica, apoyada por el Fondo de Estabilización Económica y Social.
Decir que Chile estaba blindado fue muy poco feliz, pero ciertamente nuestro país debe resistir los embates externos mejor que el resto de la región, aunque con una desaceleración significativa.
Editorial - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 30-Dic-2009
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