viernes, 19 de septiembre de 2008

En camisa de once varas

En Madrid, que cada día es menos villa y más corte, aún quedan muchos tertulianos y analistas que leen "The Wall Street Journal", o "The Financial Times", como si fuesen la Biblia, o como si nunca hubiesen sesgado su información y sus opiniones al servicio del universo económico que los sustenta.
También abundan los ejecutivos agresivos que infravaloran al BCE, y a su presidente Trichet, con el simple argumento de que
- no sigue los pasos de la Reserva Federal americana
- ni hace genuflexiones al paso de Alan Greenspan o Ben Bernanke.
- E incluso hay espabilados que, antes de comprar fondos del BBVA o del BS, leen los ratings elaborados por las agencias de valoración americanas para ver si bendicen o maldicen su opción.
Son la gente que no se entera de que en el mundo de la economía y las finanzas se están operando enormes cambios, y que entre ellos está la reducción de la economía americana a sus números reales -que no son pocos-, y el fin de una época en la que el sistema financiero americano, su moneda y sus gurús eran la única referencia operativa en todo el mundo.
Maquiavelo no pasó a la historia por descubrir nada que estuviese oculto, sino por ser el primero que se dio cuenta de que las transformaciones políticas de su tiempo iban a ser sustanciales y duraderas, y que se hacía necesario analizar el mundo con parámetros diferentes a los del Bajo Medievo.
Y por eso me temo que los buenos economistas de hoy no son los que dan a entender que desayunan a diario con Greenspan y conocen al dedillo todos los ratings, sino los que se dan cuenta de que ni Greenspan ni Bernanke se olieron la tostada, de que
- la constante manipulación de los ratings constituye el telón de fondo del desorden financiero que EE.UU. exporta a todas partes, y
- si no ganamos cierta autonomía en el ordenamiento de nuestras finanzas y en su interpretación teórica -compitiendo con nuevas agencias de valoración y con un sistema mediático europeo- estaremos condenados a pagar los precios de un cambio mal digerido por la economía americana y
- del último intento de mantener los referentes financieros y el dólar a base de periódicos y de guerras.
Lo mejor que va a tener esta crisis es que se va a llevar consigo a los papanatas y a los que siguen leyendo la economía americana como si no hubiese pasado nada ni en Europa, ni en China, ni en la India, ni en Japón; y como si no fuese a pasar nada en Brasil, en Rusia, y en el mundo casi inescrutable de los petrodólares.
Esta crisis tiene mucho de obvio y de necesario. Y entre las cosas obvias hay que incluir que nos hace falta mucha más Europa en todos los órdenes. Aunque esta opinión tardaremos mucho en leerla en The Wall Street Journal.

Xosé Luis Barreiro Rivas - "La Voz de Galicia" - Santiago de Compostela - 18-Sep-2008

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