- BEN Bernanke, profesor de Princeton, presidente de la Reserva Federal y sucesor de Alan Greenspan -padre del dinero ultrabarato, responsable en parte de la crisis- cree con razón que millones de americanos gravitan hoy sobre sus hombros.
- Hank Paulson, secretario del Tesoro, y
- Tim Geithner, preside la Reserva Federal de Nueva York,
completan el trío: son tipos cinematográficos o, antes aún, personajes de Esquilo.
Paulson ha tomado el timón mientras el presidente Bush se retiraba a un segundo plano. El respaldo de Geithner es hoy decisivo para Paulson. El dragón de la crisis echa fuego por los ojos, el monstruo ya apareció en Manhattan, hace 80 años.
Geithner habla con calma, es guapo y excepcionalmente capaz.
Paulson, cabeza afeitada, nueve años al frente de Goldman, es duro e hiperactivo, muy bien educado.
En la terrible semana última, del 15 al 21, domingo inclusive, Obama y McCain han sido llamados a la prudencia por sus asesores. Pero algo tienen que decir. Obama ha optado por la tradición demócrata, una neokeynesiana Resolution Trust Corporation (compañía pública de nueva planta, responsable de comprar activos contaminados).
McCain no ha sentido especial entusiasmo por la solución elegida el jueves 18. Pero no había alternativa, según afirmó Paulson el día 19.
A la inyección de 700.000 millones (el interbancario se había paralizado) se añadía otra cantidad similar, ya adelantada por la Fed, el BCE y BofJ.
Los japoneses saben inyectar despacio, Estados Unidos lo hace a la luz del día y de golpe. Han sumado ustedes bien, mucho más de US$ 1.000.000.
Las bolsas, claro, aplaudieron la decisión de Paulson. Quizá McCain no haya estado oportuno: «Siempre he defendido una menor regulación... Soy fundamentalmente un desregulador». Quizá no era el momento.
El Financial Times (FT) hablaba, hace ya meses, de la mayor crisis financiera desde la Segunda Guerra mundial. El 20 de septiembre la comparaba a octubre de 1929. Pero José Luis Leal pensaba otra cosa: ¿Crisis? ¡Pero si no hay crisis!, decía el 28 de mayo.
En realidad la había desde agosto 2007 (en 1928, el presidente de la Fed, Benjamin Strong, que conocía al dedillo los resortes del sistema financiero, lo dejaba claro: «El primer deber de todo banco central es evitar el pánico». Tuvo poca delicadeza al morir aquel mismo año, sin esperar al siguiente).
La diferencia, para el FT, no es de grado sino de naturaleza: el mercado se ha hecho global y la soberanía nacional ha dejado de funcionar en este terreno.
Pero queda siempre la capacidad de los bancos centrales de inyectar dinero fresco, buena receta para taponar hemorragias. Paulson ha decidido adoptar ese método (aunque el Congreso deba aprobar la decisión).
Repitamos una y mil veces, solución sin alternativa. El libre mercado ha muerto en Estados Unidos, declaraba el pobre senador Bunning (r), mientras el senador Reid (d) recordaba que apenas disponía de unas horas para tirar de la cadena del retrete. Porque hay, efectivamente, mucha caca acumulada en ese y otros retretes.
Una parte no menor de la M procede de la connivencia y opacidad con que promotores y vendedores han consumado toda clase de trampas, desde 2000 hasta hoy.
Las hipotecas subprime no son las únicas pero sí las grandes responsables.
- Muchas contenían datos falsos.
- El hipotecador era generoso. ¿Necesita 500.000 dólares? ¿Y si le concedemos 600.000 a mayor plazo y así tiene usted para los muebles?
- El hipotecado declaraba tener un empleo fijo del que carecía, sus avales eran inexistentes, el sueldo, imaginario...
- Las hipotecas se titulizaban en enormes paquetes anónimos.
- Grandes bancos los compraban (no los españoles, lo tenían prohibido) para introducirlas en mercados remotos y ganar el 20 por ciento o más.
- En origen, las cosas se hicieron con este espíritu delictivo.
- Las sociedades intermediarias cobraban sus comisiones y desaparecían, disueltas por sus fundadores.
Otros puntos marcan también la diferencia. Los recursos son hoy incomparablemente mayores. Las hemorragias abiertas son muchas, pero los hospitales tienen kilómetros de venda, mililitros de mercurocromo, listos para hacer torniquetes.
Desde 2000, pesan más y más los BRIC, Brasil, Rusia, India, China.
Los fondos soberanos chino y ruso ofrecen sus reservas, interesados por el concurso de acreedores.
India y Brasil demuestran cada día su versatilidad comercial.
Los BRIC ayudarán, claro que sí, pero pasarán una terrible fractura: económica, política y estratégica.
DARÍO VALCÁRCEL - "ABC" - Madrid - 25-Sep-2008
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