La crisis de las hipotecas de alto riesgo en EE.UU. tiene dos efectos en Chile:
- El primero ocurre por los cambios en la demanda externa neta de bienes y servicios producidos en nuestro país.
- El segundo es el efecto en los mercados de capitales, que explica por sí solo las variaciones en
- el tipo de cambio,
- el precio del cobre y
- la inflación en energía y alimentos.
El sector de la construcción en EE.UU. vive una fuerte recesión, que es la contraparte del auge inusitado de que gozó durante la década en que el precio de las propiedades creció a niveles notables, impulsado en parte por créditos otorgados sin atender al verdadero riesgo asumido.
Todos los proveedores de esa industria han sufrido caídas en sus ventas, entre ellos los exportadores chilenos de madera elaborada, para los que esta recesión es también la contraparte del auge durante la década anterior.
Por eso, este efecto en Chile debería ser entendido como uno de los riesgos normales del negocio, que en promedio es compensado durante las fases de auge. Los proveedores chilenos deberán identificar la mejor forma de adaptarse a esta fluctuación, y puede confiarse en que considerarán
- el valor de la inversión ya realizada en capacitación de su personal chileno y
- en desarrollo de canales de venta.
El resto de la actividad estadounidense se está desacelerando también, empujada por la contracción general del crédito, pero por una razón distinta. El sector construcción aportaba sólo el cinco por ciento del PIB de EE.UU. Demasiados agentes financieros se habían acostumbrado a operar con razones de deuda a patrimonio muy riesgosas, ahora insostenibles.
Se ha informado que el banco de inversión Bear Stearns operaba con una deuda 30 veces superior a su patrimonio. Un proceso general de desendeudamiento genera caídas en el precio de todos los activos, financieros y reales. Además, el temor a comprar algún activo contaminado con pérdidas hipotecarias ha reducido la liquidez de todos los activos.
La baja en el patrimonio de los hogares impulsa a ajustar el consumo, lo que realimenta la desaceleración general de la demanda, debido a que el consumo privado representaba cerca del 70 por ciento del PIB de EE.UU.
Con todo, la envergadura de estos efectos en los mercados internacionales de bienes es acotada, porque la demanda china, brasileña y alemana continúa sólida.
Tampoco afecta mayormente a Chile la contracción del crédito internacional, pues casi todos los sectores del país son acreedores externos netos.
Lo que realmente afecta a las exportaciones chilenas son los efectos en los mercados de capitales, especialmente la apreciación del peso chileno. Ésta se origina en la fuerte reducción en su tasa de interés que decidió el consejo de la Reserva Federal, que ha causado una inesperada devaluación del dólar, y también una reasignación de cartera entre los inversionistas internacionales, que en parte se han refugiado en "commodities".
Eso explica el gran aumento en el precio del cobre y de la energía. Esto último, a través de los biocombustibles, eleva el precio de los alimentos y acelera la inflación internacional.
Debido a la sorpresiva devaluación del dólar, los inversionistas institucionales reducen su inversión en EE.UU., lo que, a su vez, agudiza la devaluación de aquél. Lo mismo hacen los fondos de pensiones chilenos. Por eso, la ampliación del límite de inversión en el exterior de dichos fondos no alivia la apreciación del peso chileno.
Editorial - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 27-Mar-2008
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