Dijo Robert B. Zoellick, Presidente del Banco Mundial .
El actual Pesidente del Banco Mundial, el estadounidense Robert B. Zoellick, de 54 años de edad, es probablemente una de las pocas personas en el mundo que, además de por su formación de historiador, capta con profundidad:
- la realidad geopolítica (fue el encargado desde Estados Unidos de negociar el acuerdo que llevó a la unificación de Alemania, y posteriormente fue secretario adjunto de Estado, todo en administraciones republicanas),
- la financiera (con su paso por Goldman Sachs) y
- la económica y comercial como ministro de Comercio.
- Y es capaz de relacionarlas.
Conversó con EL PAÍS el pasado fin de semana, con ocasión del Foro de Bruselas organizado por el German Marshall Fund.
- Ésta es la primera vez, en muchos lustros, que una crisis viene inducida del mundo avanzado y no de las economías emergentes. Durante años les hemos dicho a éstas, de acuerdo con el llamado Consenso de Washington, que se comportaran de acuerdo a unos principios muy estrictos que las economías desarrolladas no están cumpliendo.
La crisis tendrá efectos que se irán extendiendo como una onda. No creo que se puedan separar los mundos desarrollado y en vías desarrollo. Pero lo sorprendente de estas turbulencias financieras es que los efectos hasta ahora en el mundo en desarrollo han sido menores de lo que lo habrían sido en los ochenta o los noventa. Esto se ve en el diferencial de los bonos en las economías emergentes. Se ampliaron un poco, pero posteriormente se han reducido. No ha habido efectos tremendistas.
Sin embargo, hay otras cosas como los altos precios en alimentos y en energía, que plantean grandes problemas para algunos de los países en vías de desarrollo. Lo sorprendente esta vez es que aún hay un fuerte crecimiento en China, India y algunos de los países de ingresos medios. Se verán afectados si pierden algunos de sus mercados de exportación, pero aún tienen una demanda interna importante para seguir creciendo. Cuantos más polos de crecimiento podamos crear en la economía, África incluida, más estable será el sistema.
- Usted recomendó hace tiempo a los europeos que siguieran el tipo de cambio entre el dólar y el yuan chino.
No fue así y los europeos se encuentran con un dólar sobredevaluado y un euro demasiado fuerte.
No hace falta ser un genio para comprender que si había un desequilibrio entre el dólar y el yuan, porque había un déficit por cuenta corriente, las divisas se ajustarían. Y si el dólar no se podía ajustar con el yuan, lo haría con otras divisas, incluido el euro. Ahora Europa tiene interés en ajustar su cambio con el yuan. Esto muestra la interconectividad de la economía internacional.
- ¿Por qué cree que un problema de solvencia de algunos bancos se ha presentado como uno de liquidez?
EE UU ha estado a la cabeza del desarrollo a lo largo de varios años de un modelo que tomaba los activos financieros y estructuraba las finanzas para adaptarse a algunas necesidades de inversión y subordinar los créditos para que resultaran atractivos a algunos inversores. Y en último término garantizarlos. Eso ha pasado con las hipotecas, pero también con otros préstamos, por ejemplo para comprar coches. A medida que se generó incertidumbre sobre el valor del crédito de estos activos, las entidades financieras se empezaron a preocupar de la seguridad de esta inversión crediticia. Esto llevó a una retirada de liquidez. Además, las instituciones han tenido que asumir pérdidas. Los números rojos empezaron en los bancos de inversión, pero ahora se están trasladando a los bancos comerciales. Ahora tienen que empezar a presentar sus informes trimestrales y anuales. Y a medida que asumen estas pérdidas, se vuelven más cautelosos sobre el dinero que prestan. De ahí procede este ciclo de retirada de liquidez. Y creo que este proceso tiene aún recorrido.
- ¿El Banco Mundial aún es útil?
Se trata de una institución creada en 1944. Su primera labor fue ayudar a la reconstrucción de Europa y Japón. Luego se trasladó al campo del desarrollo y ahora estamos en el mundo muy diferente de la globalización. Yo defiendo una globalización incluyente y sostenible, que cree mayores oportunidades. La globalización ha llevado a
- más crecimiento,
- menos inflación,
- más comercio,
- mayores ingresos.
Pero no hay duda de que genera ansiedades, y preocupaciones sobre si los beneficios fluyen o no hacia todos los sectores de las poblaciones. Parte de nuestro reto es trabajar con países para que estos beneficios sean incluyentes, pero también ayudando a los países más pobres y a algunos menos pobres a conseguir esos beneficios. El sistema tiene que ser sostenible en el sentido de un desarrollo económico medioambientalmente saludable. Y también de manera que los choques y dificultades no sean enormes trastornos.
En particular, intentamos trabajar sobre los más pobres, especialmente de África, con la categoría de los Estados post-conflicto o que se enfrentan al fracaso, y en tercer lugar, los países de ingresos medios. Además, nos volcamos sobre la cuestión de los bienes globales públicos, que incluyen cuestiones como
- el medio ambiente,
- la sanidad a través de las fronteras, y
- la conexión entre comercio y ayuda.
Y apoyamos un desarrollo abierto en el mundo árabe, que tiene un conjunto de problemas único. El Banco es más eficaz como institución que recoge conocimiento y aprendizaje sobre el desarrollo a través de todas las experiencias en el mundo y somete su trabajo al análisis.
- ¿Hay que reformar el Consejo del Banco Mundial para hacerlo más representativo?
Tenemos unos 185 miembros y 24 integrantes del Consejo. Todos los países están representados en el Consejo. Hay algunos que representan a un solo país. Hay otros que representan a un grupo de países. Y la distribución de votos se hizo hace tiempo de acuerdo con diversos pesos económicos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) está cambiando los suyos. Aunque sea un paso modesto es importante para lo que los países en vías de desarrollo llaman "voz y representación". En el Banco avanzaremos hacia algo similar, pero esas son decisiones que tienen que tomar las capitales. Entre tanto, podemos dar otros pasos, como elegir como director gerente, el puesto de gestión más importante, a Ngozi Okonjo-Iweala, que fue ministro de Finanzas en Nigeria. O a un nuevo economista jefe procedente de China.
¿Por qué dice usted que hay que tener cuidado con no alienar a Estados Unidos de estas instituciones?
El presidente del Banco Mundial siempre ha sido de Estados Unidos. El del Fondo, de Europa. El secretario general de la ONU nunca procederá de Estados Unidos. Hay muchas tradiciones en el sistema internacional. Pero hay que tener cuidado: decir que Estados Unidos no puede tener un determinado puesto no debe generar efectos negativos en la opinión pública de ese país.
La economía estadounidense representa una cuarta parte del PIB mundial. Si no pudiéramos tener a nadie al frente de estas instituciones, ¿nos llevaría eso al aislacionismo?
Andrés Ortega - "El País" - Madrid - 23-Mar-2008
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