lunes, 10 de marzo de 2008

La momentánea decepción del etanol

Algunos piensan que la apuesta estadounidense de cultivar maíz para producir etanol como combustible es un fracaso con serias repercusiones económicas. Para otros, los biocombustibles todavía representan una prometedora alternativa a la gasolina convencional. Posiblemente ambas posturas tengan razón.
En 2007 el 20% del cultivo de maíz de US se utilizó para generar etanol. Existen más de un centenar de fábricas que el año pasado produjeron unos 6500 millones de galones. Se están construyendo 74 nuevas refinerías, el gobierno dio cuantiosas ayudas, y grandes inversores consideraron que era una excelente oportunidad de negocio.
Sin embargo, las realidades económicas muestran que producir etanol a partir de cultivos de maíz es
- caro,
- poco eficiente, y
- ni siquiera es una medida medioambientalmente sostenible
.
Quizás los números cuadraban cuando hace dos años el precio del maíz estaba a menos de 2 dólares, pero ahora que sobrepasa los 4 dólares, y el precio del bioetanol se mantiene estable (no puede crecer mucho si quiere ser una alternativa viable a la gasolina), muchos reniegan del embrollo en que se han metido. No es un ciclo nuevo: una nueva tecnología enamora a ambiciosos inversores que quieren ser los primeros en explotar sus posibilidades económicas.
- Se sobrereacciona,
-
se añaden palabras como bio-, verde o ecológico para conseguir subvenciones y respaldo social, y
- se produce una burbuja económica con incremento desmesurado de precios y producción, que si no sale bien, la realidad se encarga de desinflar.
Más allá del escaso margen de beneficio económico que ahora supone el etanol producido a partir de maíz, hay otros factores que entorpecen todavía más su progresión. El precio de la comida ha subido como consecuencia del aumento en el coste los cereales, con lo que hay multitud de quejas de diversos sectores. Y lo más grave, no parece que el bioetanol sea el combustible ecológico que se prometió.

Teniendo en cuenta las necesidades energéticas que se requieren durante el proceso completo de su elaboración, y el balance de dióxido de carbono global, no resulta más beneficioso para el medioambiente que la utilización de gasolina.

Brasil produce bioetanol a partir de caña de azúcar.
El proceso es un poco más efectivo porque las plantaciones tienen mejor rendimiento y la caña mayor cantidad de azúcares para fermentar, pero no es un cultivo apropiado en Estados Unidos. Aunque algunos se resistan a confesarlo, el modelo actual que produce etanol a partir de cultivo de maíz no va a ser la panacea que se había anticipado. Con todo lo invertido seguirá utilizándose por inercia, pero su papel en el futuro será muy limitado.
Su principal función será facilitar la transición a otros biocombustibles que sí serán eficientes. La gran esperanza son los “cellulosic biofuels”, generados a partir de desechos y restos de biomasa. Esta sí podría ser una tecnología razonable económicamente y con sentido medioambiental. Ya hay muchos proyectos que funcionan en el laboratorio, pero según el ingeniero químico del MIT Gregory Stephanopoulos, todavía falta solucionar varios inconvenientes para que pueda explotarse a escala industrial.
- Primero se debe optimizar la producción, calidad, procesamiento y distribución de enormes cantidades de biomasa para que sea rentable transportarla hasta las refinerías.
- Otro reto es mejorar la forma en que la biomasa se degrada en azúcares que puedan ser fermentados, y
- el tercero es diseñar microorganismos que transformen los azúcares en biocombustibles (no sólo bioetanol) de manera más eficiente.
En estos retos trabajan ingenieros, químicos, microbiologos, agrónomos, genetistas… puliendo piezas que cuando encajen sin duda podrán llegar a sustituir una parte importante del consumo de gasolina.

Es obvio que existen otras alternativas más allá de los biocombustibles. Los coches eléctricos o híbridos ya son una realidad comercial y su presencia será cada vez más corriente, sobretodo en ciudades occidentales. En la reciente feria de Detroit han sido los protagonistas. Por su parte, el MIT muestra orgulloso su prototipo City Car , un coche eléctrico que se comparte entre usuarios y se pliega en lugares clave ocupando mucho menos espacio.
También con visión más futurista investigan en
coches solares , o motores de hidrógeno. Quien sabe cómo quedará equilibrado el mundo futuro sin petróleo barato. Lo que está claro es que si realmente se quiere minimizar de forma significativa las emisiones de dióxido de carbono a una escala global, no será suficiente que en los países desarrollados la gente acceda a pagar más por un coche respetuoso con el medioambiente. La tecnología emergente tiene que ser viable a gran escala y asumible por países como India o China.
Es un asunto extremadamente interesante, ya que además de la multidisciplinariedad científica que implica, también intervienen consideraciones económicas, sociales, medioambientales, y políticas.

Justo por esto es un tema tan complejo, extenso, y difícil de juzgar desde una única perspectiva.
Peré - Estupinya - MIT - "El País" - Madrid - 10-Mar-2008

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