Una alabanza para este tubérculo humilde pero que cambió al mundo.
- Es el cuarto cultivo más importante del mundo, después del maíz, el trigo y el arroz.
- Proporciona más calorías, en forma más rápida, y
- utiliza menos terreno y en un rango más amplio de climas que cualquier otra planta.
Es, por supuesto, la papa.Naciones Unidas declaró 2008 el Año Internacional de la Papa. El organismo espera que un mayor conocimiento de los méritos del tubérculo contribuya al logro de sus Metas de Desarrollo del Milenio,
- al ayudar a aliviar la pobreza,
- mejorar la seguridad alimentaria y
- promover el desarrollo económico.
Siempre es el año internacional de esto o el mes de aquello. Pero la historia inusual de la papa bien merece una celebración de los lectores de "The Economist", porque este tubérculo está entrelazado con
- el desarrollo económico,
- la liberalización comercial y
- la globalización.
Por improbable que parezca, la papa promovió el desarrollo económico al apuntalar la revolución industrial en Inglaterra en el siglo XIX. Proporcionaba una fuente barata de calorías y era fácil de cultivar; por lo tanto, liberaba a los trabajadores de la tierra. Llegó a ser popular en el norte de Inglaterra, cuando la gente ahí se especializaba en la cría de ganado y la industria interna, mientras que los agricultores en el sur se concentraban en la producción de trigo.
Por una feliz casualidad, esto concentró la actividad industrial en las regiones donde se disponía de carbón fácilmente, y un aumento de la población impulsado por la papa proporcionó abundantes trabajadores para las nuevas fábricas.
Friedrich Engels incluso declaró que tal producto era igual al hierro por su "rol históricamente revolucionario".
Libre comercio
El tubérculo en cuestión promovió el libre comercio al contribuir a la abolición de las Leyes del Grano de Gran Bretaña, la causa que impulsó la fundación de "The Economist" en 1843.
Dichas leyes restringían las importaciones de grano al Reino Unido con el fin de proteger a los productores de trigo.
Los terratenientes apoyaban las leyes, puesto que el grano importado más económico reduciría sus ingresos, pero los industriales se oponían a ellas porque las importaciones bajarían el costo de los alimentos, permitiendo que la gente gastara más en productos manufacturados.
Finalmente, no fue la elocuencia de los debates contra las Leyes del Grano lo que condujo a su abolición, sino mucho peor. Fue la tragedia de la hambruna irlandesa de la papa en 1845, en la que murieron un millón de irlandeses cuando el cultivo del tubérculo del cual ellos subsistían sucumbió a la plaga.
La necesidad de importar grano para aliviar la situación en Irlanda obligó al gobierno, el que era dominado por terratenientes que estaban a favor de las Leyes del Grano, a cambiar de opinión.Esto pavimentó el camino para la liberalización en otras áreas, y el libre comercio llegó a ser política británica. Como se quejó el Duque de Wellington en la época, "las papas podridas lo hicieron todo".
En la forma de papas fritas, servidas con hamburguesas y Coca-Cola, las papas son ahora un ícono de la globalización.
Es un gran cambio en vista del escepticismo con el que fueron recibidas en el Viejo Mundo. Se pensaba que producían lepra, que estaban asociadas con el demonio o eran venenosas.
Se afianzaron en la Europa del siglo XVIII sólo cuando la guerra y el hambre no dejaron ninguna otra cosa más para comer.
The Economist - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 3-Mar-2008
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