La cifra total de niños nacidos en la CAV cuyos padres no están casados se ha triplicado en los últimos diecisiete años, un dato que, unido al incremento de las formas de familia no tradicional, descubre una nueva realidad en Euskadi.La realidad de la familia vasca está cambiando en una transición que acompaña a la natural evolución de una población que vive la modernidad desde el avance y la apertura necesarios.
De la familia compuesta por los dos aitas, los aitites y cuatro hijos viviendo bajo el mismo techo se ha pasado a la madre soltera con un único hijo. Todos los nuevos núcleos familiares que han visto la luz en apenas dos o tres décadas responden, no lo olvidemos, a las distintas realidades que nos rodean a todos. Por lo tanto, se merecen respeto. Esto es incuestionable. Las nuevas generaciones provocan verdaderos vuelcos en las estadísticas. El dato aportado ayer por el Eustat es revelador. Uno de cada cuatro niños que nacen en la Comunidad Autónoma Vasca lo hace fuera del matrimonio. Es decir, los padres que responden del pequeño no están casados. Y es una cifra que se ha triplicado en los últimos diecisiete años. Hace escasas fechas, DEIA publicaba un dato también extremadamente esclarecedor: la suma de las familias monoparentales y sin hijos ya supone una cifra superior a la de aquellos núcleos familiares calificados como tradicionales. Y, según los expertos, no es más que una tendencia que presenta un crecimiento sostenido.
Además, la evolución de la familia lleva adheridos otros condicionantes que descubren nuevas realidades que inciden en muy diversos aspectos de la vida. El acceso normalizado de las mujeres al mundo laboral en igualdad de condiciones que los hombres las sitúa ante unos niveles de exigencia parejos. Esta presión por completar la entrega en el trabajo de manera satisfactoria conlleva un retraso a la hora de decidirse a tener un hijo, con lo que la media de edad de la primera concepción supera ya los 30 años en el 76% de los embarazos.
La estabilidad e independencia económica permiten a las mujeres, ser madres sin necesidad de pasar por el altar, una especie de contrato con el hombre, que en épocas pasadas era visto con absoluta naturalidad y que ahora se cuestiona abiertamente. Las mujeres del siglo XXI viven otra realidad.
Deciden ser madres solteras, vivir solas, circunstancia esta última que, sumada a los hombres divorciados y solos, modifica la actual oferta inmobiliaria, provocando el nacimiento del fenómeno del loft, un piso de apenas 30 metros cuadrados que no se comparte. Además, las nuevas parejas deciden, o no, formalizar su relación con papeles oficiales aunque sin asumir el compromiso del matrimonio.
Para el niño que nace en Euskadi con una madre soltera todo debe ser natural.
Para aquel que tiene padres que no se han casado, también.
- Porque la educación evoluciona;
- porque la familia evoluciona;
- porque la sociedad vasca admite las nuevas formas de familia desde el respeto.
- Y, sobre todo, porque la decisión de ser padre y madre depende de una pareja que actúa, se supone, con criterio y responsabilidad.
Editorial - "DEIA" - Bilbao - 6-Mar-2008
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