En tiempos electorales se usa con frecuencia, y en pocas ocasiones correctamente, una serie de términos económicos. El lenguaje nunca es inocente, de ahí lo conveniente de aclarar su significado.
Estos días de campaña electoral los políticos y los medios de comunicación están lanzando un aluvión de términos y conceptos, a menudo con connotaciones negativas y a veces catastrofistas, sobre la evolución de economía española.
Se mezclan palabras tales como crisis, recesión, contracción, desaceleración, estancamiento o estanflación, así como en el caso de los desplomes bursátiles, anglicismos como crack o crac, sin que realmente se conozca su etimología o su significado real. Ante este alud de vocablos se impone hacer un breve ejercicio de semántica taxonómica para intentar entender mejor qué significa cada uno de dichos términos.
Lo primero que hay que recordar es que la evolución de la actividad económica es siempre cíclica y fluctuante, como lo es también la del clima o la de los astros, es decir, que ni las economías crecen indefinidamente, ni tampoco se estancan o decrecen sin fin.
La evidencia histórica muestra que suelen existir ciclos medios, llamados "ciclos de los negocios" o de Jutglar que tienden a tener una duración de entre 10 y 15 años y ciclos largos o de Kondatrief que oscilan entre 50 y 60 años.
Cada ciclo suele tener una fase de expansión o aceleración que llega a un pico o auge, seguida de otra de contracción o desaceleración que termina en un valle o recesión, a la que sigue la reactivación. Como ocurre siempre en la economía, hay otros economistas y matemáticos que creen que las fluctuaciones, sobre todo las de los precios, no son cíclicas sino "paseos aleatorios" que no contienen componentes cíclicos.
Ahora bien, los ciclos son bastante aleatorios en el sentido de que cada una de sus fases puede ser más corta o larga y más expansiva o más recesiva dependiendo de los choques exógenos o endógenos que reciba cada economía, como los provocados, por ejemplo,
- por una caída del precio de la energía o
- por una política económica equivocada.
De ahí que unas veces las fases expansivas son débiles y las contractivas fuertes, y viceversa. Esto hace asimismo que la desaceleración no tenga por qué terminar en recesión o que la expansión no alcance siempre el pleno empleo.
Cada cambio de fase en el ciclo origina una crisis o mutación de la tendencia anterior, bien sea al alza o a la baja. Éste es el verdadero significado de la palabra "crisis" tanto en economía como en el resto de las ciencias.
Es decir, la crisis suele ser un período muy corto de tiempo o un punto de inflexión o de cambio, y de ahí viene la frase: alcanzar un "punto crítico". Por eso es incorrecto decir "llevamos un año de crisis" o "la crisis de nunca acabar". Por el contrario, sí es adecuado decir que ha habido una "crisis o cambio de tendencia en el ciclo" en el segundo trimestre de tal o cual año.
La economía española, por ejemplo, tras la fuerte recesión que sufrió en 1993, ha mantenido una fase expansiva, excepcionalmente larga, creciendo a una tasa media del 3,5% durante 14 años seguidos y lo normal es que ahora se desacelere. Esta fase expansiva tan larga ha sido posible, en buena medida, a dos choques exógenos y por una sola vez.
El primero ha sido la entrada de España en el Sistema Monetario Europeo y en el euro, que ha hecho que los tipos de interés cayesen más de 10 puntos entre 1994 y 2000, unida a una política monetaria única del BCE, que ha sido más expansiva de lo necesario para España y menos expansiva de lo que convenía a Alemania o a Italia.
El segundo ha sido el choque de la inmigración, ya que, a partir de 2001, han entrado en España casi cuatro millones de extranjeros, jóvenes y con muchas ganas de trabajar, que le han dado un segundo empujón a la actividad económica española.
Dicho esto, la economía española ha crecido todavía un 3,8% en 2007, pero sólo un 3,5% en el cuarto trimestre. Dado que en el primer trimestre de 2007 el crecimiento interanual fue del 4,1, esto supone que desde dicho pico ha comenzado una fase de desaceleración, con una caída de la tasa del crecimiento del 0,6% en el año.
Es además lógico que esta desaceleración continúe, ya que al problema nacional de una fase de contracción del ciclo inmobiliario, se ha añadido otro problema externo desde el mes de agosto de 2007: la falta de confianza de los inversores en los mercados crediticios, que no sólo ha contaminado a otros mercados financieros, sino que puede terminar teniendo asimismo un impacto negativo sobre la actividad económica española a través de un encarecimiento o restricción del crédito.
Todos los organismos internacionales como la OCDE, el FMI y el Banco Mundial, consideran que hay una "recesión" cuando el PIB sufre, durante dos trimestres seguidos o más, un crecimiento negativo. La única excepción es la de Estados Unidos, ya que el NBER Business-Cycle Dating Procedure, que es el organismo que define las fases de cada ciclo, extiende el término recesión a toda la fase contractiva del ciclo, desde que alcanza el pico hasta que toca el fondo. Ahora bien, el NBER estima que los últimos períodos recesivos de la economía norteamericana han durado sólo un año o menos.
De ahí que sea absolutamente incorrecto decir que la economía española está en recesión o que lo va a estar dentro de un año, cuando ha crecido en 2007, un 3,8%, 1,2 puntos porcentuales más que la Zona Euro y que según la Comisión Europea y los analistas privados va a crecer en 2008 un 2,7% y un 2,5%, respectivamente, 0,9 y 0,7 puntos porcentuales más que dicha zona. Es probable también que, en 2009, continúe la caída de la tasa de crecimiento y se toque fondo en el primer semestre y que en el segundo comience a recuperarse la tasa de crecimiento.
Otro término que ya está siendo utilizado profusamente, al referirse al futuro de la economía española, es el de estancamiento con inflación o "estanflación". Sin embargo, desde que existe el euro como moneda común, el diferencial de inflación entre España y la Zona Euro ha sido de 1,1 puntos porcentuales anuales en promedio, y el de crecimiento ha sido de 1,8 puntos porcentuales anuales en promedio. Por ello, pensar ahora que España va a entrar en un período de estancamiento con inflación es muy poco probable, ya que, o bien la política monetaria del Banco Central Europeo deviene muy restrictiva, en cuyo caso la inflación española será más baja de la esperada y la tasa de crecimiento también, o continuará siendo laxa para España, como lo ha sido hasta ahora, y habrá más inflación pero también algo más de crecimiento, con lo que ambos diferenciales seguirán manteniéndose en una línea parecida respecto a la Zona Euro, pero con tendencia a disminuir.
Otra afirmación incorrecta es decir cuando sube la tasa de desempleo o de paro, que "se está destruyendo empleo". La tasa de desempleo es un cociente de dividir la población activa -es decir, el número de personas en edad de traba-jar- por la población empleada.
La población activa representa la oferta de trabajo y la población empleada u ocupada representa la demanda de trabajo. Si la población activa crece mucho, como ocurre actualmente, ya que los inmigrantes extranjeros tienen una tasa de actividad más elevada que la de los nativos, puesto que buscan más activamente un puesto de trabajo ya que tienen tasas de desempleo más elevadas, aumenta la tasa de desempleo.
Es decir, aunque el empleo continúe creciendo, si crece menos que la población activa aumenta la tasa de desempleo.
Por último, también es conveniente advertir la incorrección que tan a menudo se comete al referirse a un desplome bursátil, como el que ha ocurrido en enero del 2008, cuando existen suficientes palabras españolas en el diccionario para definirlo, como crac o como crack cuando en inglés se dice crash, que significa derrumbe o desplome.
Paradójicamente, la palabra crac no existe ni en inglés ni en español y la palabra crack, significa rotura o estallido, ya que es una palabra onomatopéyica. También se dice familiarmente de una persona excelente o de primer nivel en su profesión que "es un crack", sin relación alguna con una caída de las Bolsas.
GUILLERMO DE LA DEHESA - "El País" - Madrid - 3-Mar-2008
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