Si algo es evidente en la campaña electoral que estamos viviendo es el bajo nivel que impregna todos los debates y programas que la integran. La razón de este desaguisado es una idea muy extendida entre los políticos, los estrategas y los electores, y elevada por Rajoy a la categoría de principio universal, cuyo enunciado puede hacerse así: "el buen candidato solo debe hablar de «lo que le interesa a la gente», y a la gente solo le interesa comer, hacer lo necesario para reproducirse pero sin reproducirse, y dormir". Y en esas estamos.
Podríamos hablar de Europa, por ejemplo, y tomar posiciones sobre los intentos de Sarkozy de liderar una Europa mediterránea al margen de la UE. Podríamos preguntarnos qué está haciendo Solana en Israel, en Kosovo y en Afganistán, o si la presión militar estadounidense es eternamente soportable. Podríamos revisar nuestra política en América Latina, o abordar cuestiones tan importantes como la pobreza, las epidemias o los conflictos locales. Pero eso -según parece- «no le interesa a la gente».
La gente -yo no debo ser gente- tampoco quiere saber nada de
- un nuevo orden ecológico,
- la gestión del patrimonio,
- las políticas culturales.
Y todo el mundo se aburre cuando alguien propone
- revisar el sistema de salud,
- la expansión universitaria,
- la transformación del medio rural o
- los modelos urbanos que estamos alumbrando.
Porque a la gente solo le interesa comer, reproducirse y dormir.
- De los impuestos solo se puede hablar para suprimirlos.
- De la historia de España, para añorar a Carlos I y a Felipe V.
- De los emigrantes, para protegerse de ellos.
- Y de infraestructuras, para preguntar por la carretera o el AVE que pasan cerca de casa.
Porque la gente no tiene ningún sentido del bien común ni de la racionalidad administrativa, y solo piensa en comer y reproducirse.
Podríamos debatir
- el modelo de país y de sociedad que estamos construyendo,
- los valores emergentes de la modernidad,
- el porvenir de los jóvenes o
- la conservación del lince ibérico.
Pero el experto dice que eso son chorradas y que a la gente solo le importa
- el precio del pollo y de la leche,
- las obras públicas que benefician al barrio, y
- que los inmigrantes no hagan ruido mientras comemos, dormimos o hacemos algo para perpetuar la raza.
Rindámonos, pues, a la evidencia. Esta legislatura empezó mal -llena de crispación, demagogia y simplismo- y acabará mal. Y solo nos queda el consuelo de que llegue pronto el domingo y se abran las puertas a una política seria, ética e inteligente.
Porque, hablando con sinceridad, empiezo a estar harto del pollo, de ETA y de «lo que le importa a la gente».
Y exijo que alguien me prometa mucha luz, libertad y aire fresco.
Xosé Luis Barreiro Rivas - "La Voz de Galicia" - Santiago - 6-Mar-2008
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