Parto pidiendo excusas por la frivolidad de distraerlos con cosas tan banales como la crisis alimentaria mundial, habiendo temas trascendentales en riesgo de olvido, como Curepto o las frambuesas.
Pero quizás me libero en parte de la culpa si les digo que el Banco Mundial y el FMI han alertado que unos 100 millones de personas corren riesgo de hambruna principalmente en el África subsahariana y algunos países asiáticos.
Quizás también ayude a su benevolencia saber que, luego de las abruptas alzas del arroz -alimento básico de más de tres mil millones de personas, cuyo precio saltó 50% en los dos últimos meses e incluso 10% en un día-, una persona de Bangladesh que gana el mínimo sólo alcanza a comprar en el mes dos kilos.
Agreguemos que en la canasta de los pobres del mundo, y también de Chile, el precio de los alimentos tiene un peso mayor que en la de otros sectores. O sea, la humanidad tiene un problema, en especial sus pobres.
Muchos factores reales y especulativos están tras estos hechos, pero hay uno al que me quiero referir, quizás porque lo siento el más desafiante estratégicamente como humanidad:
- el mundo necesita más alimentos porque más personas comienzan a comer de verdad.
Permítanme compartir con ustedes una información de Chilealimentos basada en fuentes del Banco Mundial, UN Wider, Nestlé y otros. En el lapso de 20 años que van desde 1995 hasta 2015, las personas del mundo que superarán un ingreso per cápita anual de US$ 5.000 pasarán de 1.570 millones a 3.400 millones.
Eso significa que ¡unos 1.800 millones de personas alcanzarán en 20 años niveles de ingreso que les permitirán satisfacer sus necesidades básicas, en especial alimentos!
Explicación importante en este abrupto cambio se encuentra en el crecimiento explosivo y sostenido que vienen experimentando las economías de China e India. En tanto, en igual período disminuyen en 500 millones las personas bajo los 1.500 dólares de ingreso anual.
En nuestro propio país es obviamente una buena noticia que la pobreza se redujera del 44% de la población a 13% de ella en 18 años y que, a raíz de eso, crezca la demanda de alimentos así como de otros bienes y servicios.
Sólo es decepcionante para quienes siempre nutren sus convicciones en la profecía de una incontenible pendiente hacia lo peor en todos los ámbitos.
Más seres humanos comienzan a comer de verdad y también a cambiar sus dietas.
Desde 2004, los chinos se han transformado en importadores netos de alimentos y hoy consumen menos arroz que antes.
Asimismo, un consumo creciente de carne -pollo, cerdo, vacuno, salmones, etc.- presiona sobre los granos y cereales, que ven aumentada su demanda al ser menos eficiente la conversión de cereales vía animales que consumida directamente por el hombre.
Pero vuelve a ser una buena noticia que más seres humanos puedan comer proteína animal.
La mala noticia o, más aún, la vergüenza es que no sepamos generar las condiciones para que la presión por alimentos no empuje nuevamente a la pobreza a millones.
El desafío de ampliar la frontera agrícola y aumentar productividad es imperioso. Afortunadamente, informaciones de la FAO nos señalan que vastas superficies aptas para cultivos de secano aún no son trabajadas, especialmente en América Latina, África y el este de Europa, e idénticas fuentes señalan que esa disponibilidad es compatible con la demanda creciente de tierras para la producción de biocombustibles.
Por otro lado, sería impensable que tengamos trabas para elevar la productividad cuando
- se expanden el saber y las competencias humanas,
- se sofistican la maquinaria agrícola y el riego,
- se perfeccionan y hacen más amigables fertilizantes y herbicidas, y
- la biotecnología abre fronteras antes inimaginables.
Contradiciendo a Malthus -que se reencarna cada cierto tiempo-, la humanidad puede aumentar su producción de alimentos y debe hacerlo.
Lo inaceptable sería sufrir catástrofes porque millones de seres humanos comiencen a comer de verdad.
Vivimos una crisis a superar, pero también una buena nueva.
Óscar Guillermo Garretón - Fundación Chile - "La Segunda" - Aqua.cl - Santiago de Chile - 14-May-2008
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