El sector pesquero tiene un problema y no es de fácil solución. Veamos los datos:
1.º- La globalización ha facilitado la ampliación y la interconexión de los mercados, con más países produciendo y grandes distribuidores operando en estos mercados.
- Resultado: los precios en primera venta tienden a bajar.
2.º- La incorporación de nuevas tecnologías ha permitido aumentar la capacidad de pesca, pero su efecto se nota menos en la reducción de costes operativos y en la organización empresarial.
- Resultado: poblaciones intensamente explotadas y flotas excesivamente dimensionadas.
3.º- Los cambios en el ordenamiento pesquero, a escala internacional o comunitaria, han permitido algunos equilibrios parciales, pero son insuficientes.
- Resultado: prosiguen la pesca ilegal e irregular (barcos de bandera) y la debilidad empresarial, mientras que los programas de control, modernización y ajuste son caros.
4.º- La espiral de crecimiento de precios del combustible está siendo tan continua e intensa.
- Resultado: no deja respiro a las empresas para poder proceder al ajuste tecnológico y económico.
Esto es lo general.
Solo con ello tenemos una ecuación complicada. Desde luego, no es solo cuestión de tamaño de barcos, mejora de trámites administrativos o procedimiento de venta.
Obviando el corto plazo, nos inclinamos por pensar en la necesidad de actuar en ejes estructurales y profundos.
Esta es, con todas las salvedades, nuestra propuesta de líneas de acción:
1.º- En un mercado globalizado, debe buscarse mayor dimensión y complejidad empresarial (asociaciones incluidas) que facilite la adecuación a ese escenario y la mejora de la competitividad (cada empresa decidirá sobre equipos y estrategia financiera y comercial, en función de cada pesquería y mercado.
2.º- Es necesaria una mejor definición de derechos de pesca, tanto a escala internacional como europea, para que las empresas tengan más margen de maniobra estratégico y menos incertidumbre, y, como contrapartida, la persecución de la pesca ilegal e incumplimientos ha de ser implacable, y la subvención, aparcada como mecanismo permanente.
3.º- Hay que prestar más atención a la sostenibilidad y la gestión integral del mar, regulando en base a ecosistemas, propiciando la diversificación de la actividad y diferenciando los productos en los mercados como sostenibles, trazables y seguros (y consiguiendo que el valor añadido con ello llegue al pescador).
4.º- Hay que intensificar la I+D+i, pues es otro escenario de la competencia, pero insistiendo en la aplicación tecnológica y en los aspectos económico-empresariales, para facilitar nuevas estrategias innovadoras y regulaciones adecuadas: cualquier proyecto que no contemple esto es incompleto.
Fácil no es, pero pensando en esta dirección es probable que se den pasos concretos y correctos.
Manuel Varela - Economista - Universidade de Vigo - "La Voz de Galicia" - Santiago - 18-May-2008
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