Desde hace varias décadas parece que el mundo se mueve al ritmo frenético del pragmatismo más prosaico.
A pesar de ello, el hombre no puede vivir solo de pan. Seguimos necesitando esas ilusiones en las que cada uno concreta sus propias utopías. Es sabido que la voz utopía debe su origen a Tomás Moro, un humanista inglés del XVI que la utiliza para describir una sociedad perfecta en una isla inexistente.
Las utopías son aquellas metas ideales que no existen pero que sirven de contrapunto crítico a la realidad que se pretende transformar.
Este año conmemoramos el cuarenta aniversario del histórico Mayo francés. Aquel acontecimiento que tanto ha condicionado el desarrollo del último tercio del siglo pasado. La nota característica que define su espíritu es la fuerza de la utopía.
Así, el lema que lo encarna es aquel que se atrevía a afirmar: «Se realista, pide lo imposible». Es más representativo que aquel otro, no menos impactante, que decía: «Prohibido prohibir».
Hoy, como siempre, necesitamos creer que es posible
- alcanzar la paz,
- erradicar el hambre,
- conservar la naturaleza,
- conseguir educación para todos,
- hacer asequible la cultura y
- creíble la política.
En suma, hoy como siempre, necesitamos desenterrar nuestras propias utopías.
Federico Fernández de Buján - "La Voz de Galicia" - Santiago - 14-May-2008
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