"El Banco Mundial pronosticó que la inflación en alimentos podría empujar bajo la línea de la pobreza a 100 millones de personas a nivel mundial. Chile contribuiría con 350 mil personas".
Por primera vez en más de 30 años, revueltas sociales están emergiendo simultáneamente alrededor del mundo.
- El alto precio del petróleo y
- el aumento en la demanda por cereales han hecho subir el precio mundial de la comida en 83% en los últimos tres años, y
- la violencia producida por el hambre y la frustración se ha expandido por Asia, África y América Latina, desestabilizando y derrocando gobiernos a su paso.
En este contexto, el abastecimiento interno de productos básicos como arroz y trigo se ha convertido en un tema de seguridad nacional.
- Qué políticas adopten los estados y con qué rapidez las implementen,
- determinará si los gobiernos de turno podrán capear lo que la FAO ha denominado el "tsunami silencioso".
Aunque la teoría predice que la primera crisis global de alimentos será temporal, los jefes de estado parecen estar de acuerdo en que esta vez los costos de ajuste serán altos. La tendencia para lidiar con esta amenaza ha ido hacia el autoabastecimiento.
Países exportadores de alimentos básicos, como México, Brasil y Argentina, están sometiendo a sus bienes estratégicos a controles de precios y cuotas de exportación. En contraste, los países que importan la mayor parte de sus productos alimenticios básicos, como Costa Rica, están apostando por aumentar su producción nacional para cubrir la demanda interna.
En Estados Unidos los demócratas propusieron una nueva ley de agricultura que busca aumentar las "estampillas para comida" que subsidian a los consumidores más pobres y entregar fondos y acceso a créditos a pequeños y medianos agricultores. Sin embargo, el Presidente Bush no está de acuerdo, y ha amenazado con vetar la iniciativa.
Si bien los costos de la pasividad por parte del estado no significarán grandes cambios sociales en Estados Unidos, donde el 20% más pobre de la población gasta sólo un sexto de sus ingresos en comida, para países como Chile, donde las familias de escasos recursos consumen casi la mitad de lo que ganan en alimentos, los costos pueden ser devastadores.
El Banco Mundial pronosticó que la inflación en alimentos podría empujar bajo la línea de la pobreza a 100 millones de habitantes a nivel mundial.
Chile contribuiría con 350 mil personas que dejarían de ser capaces de costear sus necesidades básicas, lo que aumentaría el nivel de pobreza nacional por primera vez desde 1990.
Debido a que Chile importa casi la mitad de alimentos básicos como el arroz, se encuentra en riesgo de desabastecimiento. Es por esto que el Gobierno debiera analizar de cerca modelos como el costarricense e implementar una estrategia integral para enfrentar el tsunami silencioso que amenaza con azotar el bolsillo de los chilenos y desestabilizar la economía del país.
Dado que la mitad de las familias pobres viven en zonas rurales, el estimular el desarrollo agrícola podría servir el doble propósito de disminuir la pobreza y mitigar la amenaza de la escasez de alimentos.
Editorial - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 10-May-2008
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