Para mí no es relevante que la ministra de Defensa sea mujer y esté embarazada. Y, aunque no comparto la euforia que este hecho ha suscitado en las instancias oficiales y el feminismo activo, no tengo ningún motivo para creer que un ministro de Defensa es algo más «normal» que una ministra.
Lo que me gustaría saber, en cambio, es el conjunto de razones que llevaron al presidente a escoger a esta mujer y no a otra para tan importante responsabilidad. O si es verdad, como parece, que para ser ministro hacen falta menos méritos que para ser becario, y que, una vez que se entra en el círculo inescrutable de los elegidos, da lo mismo dirigir el Ejército que las clases pasivas.
Quizá por eso, porque ni siquiera la propia ministra se lo esperaba, andamos muy confundidos sobre lo que es y representa la política de Defensa, en la que todo parece estar reducido a convertir el Ejército en una ONG humanitaria, y en la que, entre viaje y viaje, nos cuelan un ceremonial y unos discursos que se parecen más a las homilías del padre Llanos -«sois la luz del mundo, la sal de la tierra y ejemplo de todas las virtudes»- que a las explicaciones de alguien que tiene que dirigir el uso de la violencia legitimada por el Estado al servicio de nuestros intereses.
En términos críticos, hay que recordar que ya no disponemos de una milicia nacional y obligatoria en la que pudiesen encarnarse los valores patrios tradicionales. Y por eso empieza a ser urgente preguntar ciertas cosas que la señora Chacón debe responder.
- Necesitamos saber:
si la milicia va a ser la punta de lanza de nuestra política exterior, o
si vamos a fomentar la construcción efectiva de una defensa europea.
- Queremos saber
si vamos a seguir impulsando la investigación militar y la actividad comercial que de ella se deriva,
o vamos a optar, radicalmente, por las políticas de paz.
- También necesitamos hablar:
sobre las condiciones en las que actúan nuestros soldados -incluidos sus equipamientos y el número de efectivos-,
si podemos ser eficientes en las condiciones actuales, y
si estamos dispuestos a hacer los sacrificios presupuestarios que se necesitan para continuar huyendo hacia delante.
- E incluso hay que discutir sobre los criterios políticos y estratégicos que nos llevaron a
aceptar misiones que, además de tener poco que ver con la justicia y la paz,
fueron decididas sin consultarnos y
al servicio de otros intereses nacionales -o nacionalistas- muy específicos.
La política de Defensa es eso, y no debemos dejar que nos la cambien por
- la monserga de la igualdad,
- la subida de los sueldos o
- la idea de reinventar Cáritas en plan laico.
Por eso esperamos de Carme Chacón un discurso más claro y realista.
Xosé Luis Barreiro Rivas - "La Voz de Galicia" - Santiago - 3-May-2008
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