viernes, 2 de mayo de 2008

La catástrofe de los alimentos

A comienzos del año 2001 una representativa encuesta mostraba que aproximadamente 2,5 millones de alemanes se habían convertido en vegetarianos. Los motivos eran evidentes: la epidemia de EEB o encefalopatía espongiforme bovina (llamada enfermedad de las vacas locas) es sólo el primer punto culminante de un amplio escándalo relacionado con los productos alimenticios.
¿Sucederá en España algo parecido ahora que ha saltado a la luz pública la aparición de algunos casos de EEB? Hay expertos que consideran que los antibióticos en nuestras comidas son tanto o más peligrosos que los priones de EEB. Y quien quiera cambiar ingiriendo ahora carne de pescado se entera por los resultados de un reciente estudio de la Unión Europea de que los peces del Mar del Norte y del Báltico están contaminados con dioxina, lo que no es de extrañar a raíz del conocido envenenamiento de los mares.
¿Es entonces mejor recurrir a las carpas y truchas caseras? Sería estupendo, pero sólo si éstas no fueran alimentadas con sus congéneres del Mar del Norte y del Báltico que han sido elaborados y transformados en harina de pescado.
Así van quedando sólo las aves de corral, pero tampoco de éstas excluye recientemente la Oficina Federal de Salud de Alemania el peligro de transmitir la enfermedad de la EEB, tampoco en el caso de ovejas y cerdos.
Durante años se ha ocultado a los consumidores el hecho de que estamos siendo sometidos a un gran experimento con alimentos que tienen muchos factores de riesgo,
- con pesticidas y venenos de hongos de la variedad de los mohos en las papillas para bebés,
- gusanos en el pescado,
- dioxina en las gallinas,
- hormonas en los turbocorderos y
- ahora además nuevamente EEB.
A pocos escapa ya que no sólo los comederos de los animales se han convertido en basureros de la sociedad de bienestar sino que también lo son entretanto los platos de comida de los hombres.

Maite Valderrama - "DEIA" - Bilbao - 1-May-2008

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