domingo, 22 de febrero de 2009

El ocaso de las petrocracias

Las ansias de dominio geopolítico de tres grandes autocracias enemigas de Estados Unidos -Rusia, Venezuela e Irán-, cuyas economías dependen casi excluvsivamente de la venta de materias primas, se están viendo seriamente afectadas por el brusco descenso del precio de los hidrocarburos en el mercado internacional.
El chorro inagotable de petrodólares de los últimos años les impidió comprender lo necesario que es diversificar las fuentes de riqueza. Ahora,
- los planes rusos de controlar la escena europea,
- los de Chávez dirigidos a exportar su revolcuión, y
- los de Irán en Oriente Próximo,
empiezan a sufrir las consecuencias.


RUSIA: Un gigante con pies de barro
En los más de ocho años que estuvo al frente del Kremlin, el actual primer ministro, Vladímir Putin, nunca fomentó entre la ciudadanía el sentimiento de orgullo por la superación de una época tan tenebrosa y agobiante como fue la soviética.
Al contrario, Putin alentó la frustración por la supuesta «humillación» que supuso la derrota en la «guerra fría» y la pérdida del imperio que acarreó la desintegración de la URSS.
Sus llamamientos rara vez han ido en pro de una Rusia más democrática y próspera para todos sus habitantes, no sólo para un exiguo grupo de oligarcas.
La prioridad para él, según el líder opositor y ex campeón mundial de ajedrez, Gari Kaspárov, «ha consistido en conseguir que el país recupere el poderío militar de antaño y el estatus de gran potencia, aunque para ello haya que demoler las libertades individuales y provocar terribles penurias a la mayoría de los rusos».

A su juicio, «la corrupción es otro de los obstáculos que paralizan el desarrollo económico del país».
Por su parte, el economista ruso, Evgueni Yasin está convencido de que «se ha desaprovechado la oportunidad de utilizar los enormes ingresos provenientes de la venta del petróleo para diversificar la economía». «Medidas en esa dirección nos hubieran hecho menos vulnerables ante la actual crisis», reconocía Yasin hace unos días. Como él, piensan muchos otros expertos.
El pasado verano, cuando el precio del barril de crudo llegó a rozar los 150 dólares, Rusia mantenía todavía uno de los ritmos de crecimiento más elevados del planeta, por encima del 8%.

El número de fortunas con más de diez dígitos se elevaba a 101 y las reservas en oro y divisas a la cifra de 650.000 millones de dólares, las terceras más importantes tras Japón y China. Los ingresos de la población crecían cada año en torno al 15%.

Desplome económico
Ahora, cuando el barril de petróleo se sitúa por debajo de los 40 dólares, debido a la caída de la demanda asociada a la crisis, el Gobierno ruso pronostica una decrecimiento de la economía del 0,2%.

Los especialistas vaticinan que el PIB se contraerá entre un uno y un tres por ciento e incluso, según Morgan Stanley, hasta un 3,5.
El número de multimillonarios se ha reducido a 49, las reservas del Banco Central de Rusia apenas alcanzan los 386.500 millones de dólares, mientras los ingresos de los rusos, de acuerdo con las cifras facilitadas por el Ministerio ruso de Economía, han disminuido en un 8,3%.
El mercado bursátil ha perdido un 75%. El rublo, la moneda nacional, se ha depreciado en más de un 18%. El desempleo, causando por la quiebra masiva de empresas, según la Organización Mundial de Trabajo, puede que llegue a significar en 2009 el 25% de la población activa.
El déficit presupuestario, que según distintas estimaciones podría llegar al 9% del PIB, obligará a reducir los gastos de Defensa.

El presidente ruso, Dmitri Medvédev, se comprometió el jueves a mantener la capacidad de las Fuerzas Armadas rusas «al más alto nivel, pese a lo difícil que resulta en medio de una crisis económica».
La cúpula militar considera que el país necesita mejorar su potencial defensivo para evitar el desequilibrio estratégico con EE.UU., impedir cualquier pérdida de influencia en su patio trasero y hacer frente a la amenaza que, según los generales rusos, supone la ampliación de la OTAN.
Rusia ha ensayado el año pasado una veintena de misiles, construye un nuevo submarino con los últimos adelantos y patrulla de forma permanente el cielo y las aguas internacionales. Tanta exhibición de músculos en la actual coyuntura empieza a convertirse en un lastre para la maltrecha economía.
Por eso, Medvédev desea recomponer sus relaciones con Occidente. Dice haber percibido «señales positivas» de Washington. El presidente ruso espera establecer además con España un vínculo especial y llegará a Madrid el 1 de marzo en su primera visita.
Donde los dirigentes rusos no piensan escatimar ni un rublo es en el mantenimiento del orden público ante las previsibles protestas que se avecinan.


IRÁN: Poca gasolina para los sueños nucleares
«Llevar el dinero del petróleo a la mesa del comedor de la gente» fue el lema de un desconocido Mahmoud Ahmadineyad en la campaña electoral iraní del verano de 2005. Cuatro años de radicalización en política interior y exterior no han ayudado a solucionar el problema.
Ahmadineyad, como ocurrió con sus predecesores, ha sido incapaz de romper la dependencia crónica de los ingresos procedentes del petróleo. La República islámica se asoma con vértigo al presupuesto de 2009 en el que la caída del precio del barril dificultará todavía más la situación en un país en el que el petróleo representa más del 85 por ciento de las exportaciones y el 70 por ciento de los ingresos presupuestarios del Estado.
El mundo presiona a Irán por su carrera nuclear, pero el iraní medio está más pendiente de una inflación situada en el treinta por ciento y de la gasolina, racionada desde mayo de 2007. Pese a los enormes recursos naturales con los que cuenta, Irán no invierte en el desarrollo de su propia industria de refinería y se ve obligado a importar gasolina.

Las mafias y la economía
Ahmadineyad ha probado dos directores al frente del Banco Central, ha cambiado a sus ministros de Economía y Petróleo y ha criticado en voz alta la «economía bajo el control de las mafias» que domina el país, pero los resultados no parecen satisfactorios y el mismísimo Jebhe Peyrovane Imam va Rahbari (el frente formado por las catorce principales coaliciones conservadoras del país), ha señalado que «el Líder Supremo quiere un Gobierno más efectivo» de cara a los comicios de junio.

VENEZUELA: Chavismo por los (sub)suelos . Cuando Hugo Chávez asumió el poder en febrero de 1999, el barril de petróleo venezolano se cotizaba a 10 dólares. En julio de 2008 marcaría un precio récord de 147 dólares. Mientras tanto, en 2002, el despido masivo y arbitrario de varios gerentes de la petrolera estatal Pdvsa detonaría un fallido golpe de Estado y una huelga general que a punto estuvo de echar por tierra la primera y casi única industria nacional.
Chávez salió airoso de aquellos envites, que sirvieron de carburante para su proyecto socialista. Y Pdvsa pasó a ser el granero donde se nutren los programas sociales («misiones») del Gobierno y la expansión de su revolución bolivariana, aún a costa de la eficacia en la gestión empresarial. En una década, Venezuela ha ingresado alrededor de 900.000 millones de dólares por exportaciones petroleras.
El ex ministro de Energía y ex presidente de Pdvsa, Humberto Calderón Berti, asegura que la producción real es de unos 2.300.000 barriles diarios, frente a la cifra oficial de 3.400.000 de barriles. Y recuerda que antes del paro petrolero la nómina de Pdvsa era de 40.000 empleados, mientras que ahora suman ya 80.000.
Otro antiguo director de la compañía, José Toro Hardy, también advierte que la petrolera no ha hecho las inversiones necesarias para mantener el ritmo de producción o incluso para aumentarlo hasta los 5 millones diarios. Esta falta de previsión ha retrasado la extracción de las reservas de 270.000 millones de barriles de petróleo pesado de la faja del Orinoco, uno de los mayores yacimientos del mundo. Además, según algunos analistas, el costo de producción del barril venezolano está en unos 14 dólares, el doble que hace cinco años.
Pero la bonanza petrolera tapó éstos y otros fallos que comenzarán ahora a pasar factura, cuando el precio promedio del petróleo venezolano para la exportación en lo que va de año es de de 36,30 dólares (50 dólares menos que la media de 2008). El barril cerró esta semana en 33,93 dólares.
Según la OPEP, la producción de Venezuela en enero fue de 2.197.000 barriles al día, de los cuales 1.600.000 fueron destinados al comercio exterior. De mantenerse estas cifras en todo 2009, los ingresos por exportación apenas superarían los 21.000 millones de dólares: una cuarta parte que en 2008 y menos de la mitad de los empleados en importaciones en ese mismo año.
A esta crítica situación se suman los graves problemas de liquidez que afronta Pdvsa:
- mora en el pago de facturas vencidas a contratistas y proveedores por 11.000 millones de dólares;
- cancelación de contratos,
- recorte drástico de inversiones,
- paralización de perforaciones y plantas de procesamiento e, incluso,
- insolvencia fiscal al no estar al día del pago del impuesto sobre la renta.

A la caza del voto
Así, a Chávez le resultará casi imposible seguir alimentando esos gastos sociales -a los que Pdvsa contribuyó con 40.000 millones de dólares en los últimos tres años- que le surten de modo permanente de votos. A ellos estaría destinado el 48% de los 78.000 millones de dólares del presupuesto público para 2009, pero que fue elaborado sobre un supuesto de 60 dólares por barril.
El sueño de Bolívar de una unión suramericana lo intenta materializar Chávez a golpe de talonario (sólo en 2006 y 2007 habría gastado, entre convenios y donaciones, 18.000 millones de dólares).
Pero ahora también menguarán sus dádivas y la efusividad de sus socios en el exterior: todos esos amigos del ALBA -Ortega, Evo, Zelaya...- que viajan a Caracas con frecuencia y con una mano delante y otra detrás.

EFE - "ABC" - Madrid - 22-Feb-2009

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