Están pasando cosas extraordinarias. Sólo diez días después de iniciada la presidencia de Obama, los primeros indicios del cambio que conducirán un escenario nuevo ya se han producido. Veamos algunos de ellos.
La montaña mágica de Thomas Mann, en Davos (Suiza), cita tradicional de enero para celebrar el festín del liberalismo financiero por los ya ex dueños del universo, ha sido nacionalizada.
La intervención del Estado, masiva e inmediata, para cebar el apagado motor de arranque de la economía mundial es ley. Aparquemos la ideología del "laissez faire, laissez passer", para volver a dos personajes clásicos: John Maynard Keynes y Den Xiao Ping.
El político chino, por aquello de que "no importa el color del gato, basta con que cace ratones".
En Pekín se bromea estos días sobre el extraordinario ejemplo de la economía socialista norteamericana con características chinas.
Los políticos se han apoderado del foro de Davos, dejando en un segundo plano a los banqueros, apestados por una ola mundial de irritación que no entiende su resistencia a dar créditos.
Disgusto reflejado en las caras de los 100 españoles que preguntaban el lunes al presidente en TVE y la extrema dificultad de ZP para explicar con tecnicismos que "no le estamos inyectando dinero a la banca".
Si el programa Tengo una pregunta para usted es el último estadio de la democracia posmoderna, apaga y vámonos. La Gran Hermanización de la política vía tubo catódico. Todo es un reality.
Qué razón tenía Giovanni Sartori en su libro Homo videns. La sociedad teledirigida: manda la vídeo-política en esta teledemocracia.
La necesidad de crear un "gran sheriff" o supervisor global del sistema financiero ya casi no es contestada. Algo impensable hasta hace muy poco.
Bernanke, el presidente de la Reserva Federal de EE UU, explica que "el mundo está demasiado interconectado para que los países vayan cada uno por su lado". Dos banqueros españoles están en Davos, precisamente los que esta semana anunciaban los mayores beneficios de la banca europea y casi mundial: 14.000 millones de euros. Otro signo incomprensible para el ciudadano de a pie o el pequeño empresario acogotados por la falta de liquidez.
A estas alturas parece claro que la decisión ya ha sido tomada:
- salvar a la banca por encima de todo,
- recapitalizarla,
- sanear sus balances,
- nacionalizarla si es necesario,
- crear un banco "malo" financiado por el contribuyente, y
- llenarlo con los activos tóxicos de todos los bancos.
El FMI anuncia que el valor de los activos bancarios contaminados asciende ya a 1,65 billones de euros.
Los bancos no prestarán porque saben que necesitarán más capital para aguantar este agujero negro. Y como en el Titanic, los banqueros, como si fueran mujeres y niños, saltan a los primeros botes y el resto de los mortales espera a bordo mientras escucha el último vals de la orquesta.
Pero al parecer, todos somos culpables, porque los particulares acaparamos el ahorro en el calcetín doméstico, al igual que los bancos en sus cajas fuertes. Ya nos ha dicho Zapatero que confiemos, ¿en quién o en qué?, y consumamos, después de que su ministro de Industria recomendara una sorprendente vuelta a la autarquía.
El único economista que ya en enero de 2008 dijo en Davos que la economía mundial se dirigía a un aterrizaje catastrófico, Nouriel Roubini, profesor de la Universidad de Nueva York, asegura ahora que la banca norteamericana está quebrada por insolvente. Y lo mismo puede decirse de los bancos europeos.
Por su parte, Nassim Taleb, el autor del interesante libro El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable, ha subido a los Alpes para afirmar que la nacionalización de los bancos es absolutamente necesaria. "Saben que les vamos a rescatar y nos tienen pillados como rehenes".
Obama ha denunciado la "desvergüenza" de los ejecutivos financieros de Wall Street que siguen cobrando suculentas primas mientras recogen las abundantes ayudas del Gobierno.
El insólito llamamiento de Obama al mundo musulmán, a través de la televisión Al Arabiya, para entablar un diálogo respetuoso en el que Estados Unidos reconoce que no debe imponer nada, es otro de los sucesos extraordinarios de los que hablaba al comienzo.
El presidente declaró concluida la guerra contra el terrorismo de Bush prometiendo escuchar porque a menudo, admitió, EE UU comienza por dictar.
Barack Husein, mitad negro keniata, mitad blanco de Kansas, que ha vivido en la musulmana Indonesia, y con familiares africanos, musulmanes y hasta un rabino judío, está mejor pertrechado que cualquier otro líder internacional para entender el mundo diverso y establecer esa nueva relación.
Representa también a un nuevo Estados Unidos que está dejando de ser "blanco" a gran velocidad.
En 2042, los hispanos, negros y asiáticos serán mayoritarios. Pero en 2023, esto ya ocurrirá si sólo se tiene en cuenta a los norteamericanos menores de 18 años.
Bastantes miembros de la nueva Casa Blanca han nacido o han vivido fuera de Estados Unidos. Significativo dato en un país en el que todavía sólo un 22% de la población tiene pasaporte.
FRANCISCO G. BASTERRA - "El País" - Madrid - 14-Feb-2009
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