Algunos de los aspectos de su economía que no tuvieron reforma ahora están contribuyendo a limitar el daño de la caída mundial; pero su prudencia está ayudando también.
Una lista de las cosas que retienen la economía brasileña, hasta hace poco, habría incluido una influencia estatal dominante en el sector financiero.
- El gobierno controla el Banco do Brasil, un enorme banco de personas, y
- la Caixa Econômica, la principal entidad de préstamos hipotecarios, más
- el BNDES, un gran banco de desarrollo que da crédito barato a empresas favorecidas.
Los préstamos bancarios enormemente caros son una desventaja también. Y, sin embargo, bajo ciertas circunstancias esas políticas lamentables de repente se ven prudentes y han dado a la contracción económica global un matiz inusual en Brasil.Otros países están tratando de resolver cómo manejar los bancos y dirigir el crédito hacia donde los políticos creen que se necesita. Esto es algo que Brasil hizo incluso cuando no estaba en boga. Es una señal de los tiempos el que una investigación reciente sobre Brasil de Goldman Sachs incluyera el envolvimiento del Estado en la banca como un punto ventajoso.
En cuanto a los bancos privados, las enormes exigencias de reserva y los impuestos al financiamiento que hacen subir el precio de sus préstamos, les impidieron correr fuertes riesgos que han derribado a algunos de sus pares en Europa y Estados Unidos. Hasta la fecha, el crédito en Brasil ha sufrido unos ligeros mordiscos, pero no ha sido aplastado.Aunque el país se ha librado de lo peor de la crisis financiera, la economía se está debilitando. Las reducciones de personal se dispararon, lo que ha dado marcha atrás al crecimiento del empleo de los últimos años en la economía formal.
- Embraer, un fabricante de jets, despidió al 20% de sus trabajadores el 19 de febrero.
- Vale, un gigante de la minería, despidió a 1.300 trabajadores e impuso a más de cinco mil una licencia obligada.
La producción industrial en diciembre bajó un 12%, la mayor caída en 17 años de acuerdo a registros de la entidad federal de estadísticas.Esta aguda desaceleración contribuirá a un año sombrío. El pronóstico de Marcelo Carvalho, economista de Morgan Stanley, es que no habrá crecimiento en 2009 y su opinión está logrando rápidamente un sinnúmero de adherentes.Es probable que Brasil se demore tanto en salir de la contracción económica como se demoró para entrar. Si el pasado sirve como guía, su producción industrial ha ido detrás de las exportaciones de China en las alzas y bajas, con un retraso de un trimestre.Sin embargo, en comparación con el pasado reciente de Brasil, y también con lo que otros países están experimentando, la economía está en buena forma. El FMI predice que sólo los países en vías de desarrollo en Asia (los que son más pobres que Brasil), África y el Medio Oriente tendrán mejores resultados en 2009.
En vista de la tendencia anterior de Brasil, que sufría un paro cardíaco cada vez que las economías en otras partes se estresaban, esto es impresionante. La crisis de Argentina en 2001 y las de Asia y Rusia en 1997-98 fueron dolorosas y desgarradoras para Brasil. La hipersensibilidad del país a los caprichos de la economía mundial se remonta al menos a la década de 1930, cuando Brasil sufrió un golpe militar durante la Depresión.Las razones para su mejoramiento tienen que ver en gran medida con la deuda del sector público, la que en el pasado fue un punto débil pero que se ha logrado llevar bajo el 40% del PIB. Los empréstitos en moneda extranjera se han cambiado principalmente por aquellos en reales; por lo tanto, las bajas en la moneda ya no perjudican el estado de cuentas del gobierno.
Además, la nación ha acumulado US$ 200 mil millones en reservas para defender el real. Su déficit de cuenta corriente es pequeño. Incluso más importante, esta crisis no está haciendo subir la inflación, la debilidad congénita de Brasil. Eso a su vez ha permitido que el Banco Central baje las tasas (logrando que sea más barato servir la deuda pública). Ésta es la primera vez que Brasil ha podido manejar una política monetaria contracíclica.Sin embargo, persiste la preocupación de que la prudencia fiscal de los últimos años no dure. El gasto de gobierno creció tan rápido como los ingresos tributarios durante los años de auge. Ahora, los ingresos están bajando pero no hay moderación en el gasto. Raul Velloso, consultor, señala que el gasto público tiene un aumento repentino habitualmente en el año anterior a una elección presidencial.
Ésta está programada para 2010; por lo tanto, es poco probable que haya una moderación ahora. Como resultado, el superávit presupuestario primario (es decir, antes del pago de intereses) va a empezar a consumirse o a desaparecer.En una época normal esto intimidaría a los tenedores de bonos, quienes consideran el superávit primario como una garantía de que les pagarán. En la práctica, ellos tal vez no se aterren tanto ahora que las finanzas gubernamentales en todo el mundo están mostrando el mismo deterioro, o peor.
The Economist - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 9-Mar-2009
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