José María de Alejandro, que enseñaba Gnoseología en Comillas, no dejaba de advertirnos del grave riesgo que se corre cuando se compara a Londres con Antequera. Por eso quiero que sepan que estoy advertido de la desmesura que subyace en el título de este artículo, cuya materia de qua es la abismal diferencia que puede haber entre dos concepciones del poder.
Aunque nadie puede asegurar que Obama va a ganar las elecciones del 06-11-2012, existe la convicción generalizada de que este presidente va a pasar a la historia por las orientaciones que impuso a su política, y de que ninguna hipotética derrota electoral sería suficiente para mermar la excelencia de un modelo que, si ya produjo asombro durante la campaña electoral, más admiración debería producir por lo que van a dar de sí los cien primeros días de su Gobierno.
Touriño, Presidente de la Xunta de Galicia, por el contrario, acaba de iniciar el amargo camino del anonimato, que es el destino liberador de todos los que confunden la política con la velocidad y la ética con la eficiencia.
Porque los políticos no quedan clasificados por salir victoriosos o derrotados en una elecciones, sino por ser recordados u olvidados cuando la suerte les da la espalda.
Lo que asombra de Obama no son los éxitos que aún no tuvo, sino su enorme capacidad para
- regenerar el discurso de la política,
- sujetar la acción del Estado a la radicalidad constitucional y democrática,
- apostar por la ética del poder,
- enfrentarse abiertamente a los lobbies que bloquean las reformas de la sanidad y la educación, y
- afrontar las crisis desde un análisis riguroso que no ahorra claridad ni esfuerzo.
- El cierre de Guantánamo,
- el abandono del militarismo orgánico,
- el inicio de una nueva política internacional y
- la posible revisión de los excesos cometidos bajo la autoridad de Bush
ya son bagaje suficiente para afirmar la importancia histórica de su mandato.
Porque, si todo cambio objetivo requiere -lo decía ya San Pablo- una metanoia interior, todo apunta a que el negro de la Casa Blanca está iniciando un camino que ya no tiene retorno.
Pero Touriño, a nosotros, nos dio lo contrario:
- el abandono del discurso y la idolatría de las obras -¡viva Fernández de la Mora y Mon!-;
- el olvido del mensaje ético y el gusto por lo habitual;
- la sumisión a las élites económicas dominantes y
- la falta de decisión para afrontar los cambios necesarios en educación, sanidad y territorio.
Y por eso puede decirse que, con la perspectiva que dan el tiempo y los acontecimientos,
- el Gobierno de Touriño fracasó en sus primeras seis semanas,
- las mismas que le bastaron a Obama para demostrar que es ante todo un político que está dispuesto a jugarse el poder en favor de su proyecto y sus principios.
Xosé Luis Barreiro Rivas - "La Voz de Galicia" - Santiago de Compostela - 9-Mar-2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario