- Los militares copan cada vez más espacios en las tareas de seguridad
- Los mandos castrenses quieren un blindaje jurídico ante posibles denuncias
Cada segundo que pasa, el Ejército tiene más poder en México.
Todo el mundo sabe -el presidente, Felipe Calderón, el primero- que sin el Ejército hubiera sido imposible emprender y mantener la actual guerra contra el narcotráfico.
Primero, porque buena parte de los 1.600 cuerpos policiales del país estaban infiltrados o directamente comprados por el crimen organizado.
Segundo, porque la única manera de construir una policía federal a marchas forzadas es surtiéndola -por arriba y por abajo- de militares.
Un 80% de los policías federales desplegados a las zonas de conflicto son ex soldados vestidos ahora de azul. Y un buen número de los puestos directivos de la Secretaría de Seguridad Pública están siendo ocupados por generales retirados.
Hay todavía una tercera cuestión: Calderón se fía del Ejército. O, mejor dicho, Calderón sólo se fía del Ejército.
Hasta aquí lo que se ve, la primera línea de fuego. Pero el Ejército también está desempeñando un papel principal en otros ámbitos aún más delicados. Ante las elecciones legislativas de julio, los partidos están perfilando sus candidaturas.
Una de las principales preocupaciones de los respectivos dirigentes es no colocar como candidatos a personajes captados por el narcotráfico. Visto lo visto en México, no debe de ser tarea fácil separar el grano de la paja.
Algunos dirigentes admiten en privado que, en los casos de duda, están pidiendo a la Secretaría de la Defensa que investigue el pasado, las amistades y las propiedades de los posibles candidatos.
La situación es tan delicada que a la diputada española Elena Valenciano, de visita en México en calidad de secretaria de relaciones internacionales del PSOE, le han llegado a comentar en alguno de sus encuentros con líderes políticos mexicanos: "Tememos que en algunas zonas el narcotráfico intente comprar a los tres candidatos para hacerse con el poder local gane quien gane".
- El Ejército patrullando las calles,
- el Ejército investigando a los civiles,
- el Ejército sabiéndose imprescindible... La situación llena de orgullo a los militares, pero también de inquietud.
- Saben que la labor policial que están ejecutando por mandato del presidente de la República se sitúa en el borde de la ley.
- Controles de carreteras, detenciones de civiles, enfrentamientos armados.
Los jefes militares ya le han pedido a Felipe Calderón un blindaje jurídico que les ponga a salvo de posibles denuncias.
O lo que es lo mismo: más poder. De ahí que no sean pocos los sectores -sobre todo de la izquierda- a los que esta situación inquieta sobremanera.
Aunque el presidente Calderón suele repetir que el despliegue militar concluirá el mismo día que deje de ser necesario, hay quien se pregunta:
"¿Y ellos querrán dejar de tener tanto protagonismo en la vida de México, querrán los militares volver a la aburrida vida de los cuarteles?".
P. O. - "El País" - Madrid - 13-Mar-2009
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