Los datos del INE indican que el IPC volvió a caer en febrero, hasta situar la tasa de inflación al nivel más bajo de los últimos 40 años, el 0,7%.
El desplome de los precios ha colocado ya a Castilla-La Mancha y a cinco provincias -Almería, Avila, Toledo, Pontevedra y Salamanca- al borde de la deflación. La caída del IPC está directamente vinculada al desplome del consumo interno, motivado
- por el temor de los ciudadanos a la crisis y
- por su falta de confianza en la gestión del Ejecutivo.
La situación es muy delicada porque
- la caída de los precios y la retracción del consumo inciden en la parálisis de la economía.
- Al disminuir sus beneficios, las empresas se ven obligadas a reducir sus costes,
- lo cual redunda en más desempleo y en más desconfianza por parte de los consumidores.
Es decir estamos ante una espiral mucho más difícil de solucionar que "la inflación". El panorama es además muy preocupante porque todo indica que los precios seguirán cayendo durante todo el año.
En esta tesitura, parece mentira que el Gobierno busque burladeros teóricos para descartar de plano el escenario que ya anticipan las estadísticas. Aunque es verdad que técnicamente no se puede hablar de deflación mientras no se sucedan dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo de los precios, la teoría no puede servir de pretexto para retrasar la toma de decisiones.
Hacen falta medidas correctoras y reformas estructurales que insuflen confianza en los consumidores.
Opinión - "El Mundo" - Madrid - 13-Mar-2009
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