De vez en cuando, en la historia de la humanidad ocurren eventos de significado sísmico cuando una ortodoxia es derribada y otra toma su lugar. Hoy, la magnitud de la crisis financiera global requiere que reevaluemos la política y la filosofía económica que nos trajeron hasta este punto.
George Soros ha dicho que "la característica sobresaliente de la actual crisis financiera es que no fue causada por un shock externo... la crisis se generó por el sistema mismo". Soros está en lo correcto. La principal premisa de esta ideología ha sido que la actividad del gobierno debe constreñirse, y en última instancia debe ser reemplazada, por las fuerzas del mercado. El año pasado vimos cómo fuerzas del mercado sin contrapeso llevaron al capitalismo al precipicio.Al igual como le correspondió
- a F.D. Roosevelt reconstruir el capitalismo norteamericano después de la Depresión, y
- a los demócratas estadounidenses, fuertemente influenciados por J.M. Keynes,
- reconstruir la demanda doméstica posguerra,
- desarrollar el Plan Marshall para reconstruir Europa y
- poner en su lugar el sistema de Bretton Woods para gobernar el compromiso económico,
a una nueva generación le toca reflejarse en y reconstruir nuestros sistemas económicos nacionales e internacionales.Si los gobiernos centristas van a salvar al capitalismo, deben enfrentar tres desafíos.
- Primero, usar al Estado para reconstituir apropiadamente los mercados regulados y reconstruir la demanda doméstica y global. Con el deceso del neoliberalismo, el rol del Estado ha sido reconocido una vez más como fundamental. El Estado ha sido el actor principal en responder en tres áreas muy claras de la actual crisis:
- rescatar del colapso al sistema financiero privado,
- entregar estímulo directo a la economía real debido al colapso de la demanda privada, y
- diseñar un régimen regulatorio nacional y global en el que el gobierno tiene la responsabilidad final de determinar y hacer cumplir las reglas del sistema.
- El segundo desafío para los demócratas sociales es no dejar "que el bebé se vaya por el desagüe". A medida que la crisis financiera global se desenvuelve y las familias de todo el mundo sienten su fuerte impacto sobre el empleo, la presión por retroceder hacia algún modelo de Estado proveedor y abandonar totalmente la causa de los mercados abiertos y competitivos tanto a nivel interno como externo, será cada vez mayor.
El proteccionismo ya ha comenzado a sentirse, aunque en formas más suaves y sutiles que la crudeza de la Ley Arancelaria Smoot-Hawley de 1930. Suave o fuerte, el proteccionismo es una salida de emergencia segura para transformar la recesión en depresión, ya que exacerba el colapso de la demanda global. La constante demanda filosófica de legitimidad política de la democracia social se basa en su capacidad para equilibrar
- las ganancias y salarios privados y públicos,
- el mercado y
- el Estado. Un mayor desafío para los gobiernos al lidiar con la actual crisis son sus dimensiones globales casi sin precedentes.
- Los gobiernos deben modelar regulaciones financieras globales consistentes para prevenir una race to the bottom (reducción de normas regulatorias), en la que los capitales se escapan hacia áreas de la economía global en que existen regulaciones más débiles.
- Debemos establecer estándares más sólidos de información global para las instituciones financieras sistemáticamente más importantes.
- Debemos construir marcos de supervisión más sólidos para proveer incentivos a conductas corporativas más responsables, incluyendo las remuneraciones de los ejecutivos.- Los acuerdos de gestión del FMI deben ser reformados.
Resulta razonable que si esperamos que las economías en desarrollo de alto crecimiento como China hagan una mayor contribución a las instituciones multilaterales como el FMI, éstas deben conseguir una voz y poder de decisión más fuertes en estos foros.El desafío de largo plazo para los gobiernos es hacer frente a los desbalances que han ayudado a desestabilizar la economía global en la década pasada, en particular los desbalances entre las economías con grandes superávits, como China, Japón y las naciones exportadores de petróleo, y las naciones deudoras como EE.UU.La magnitud de la crisis y su impacto a través del mundo significan que no servirán los cambios menores a las ortodoxias largamente establecidas.
Dos verdades irreductibles han quedado ya patentes:
- que los mercados financieros no siempre se autocorrigen o se autorregulan, y
- que un gobierno (nacional o internacional) jamás puede renunciar a la responsabilidad por mantener la estabilidad económica.Para los gobiernos es muy importante que entendamos esto correctamente, no sólo para salvar de la autodestrucción al sistema de mercados abiertos, sino también para reconstruir la confianza en los mercados adecuadamente regulados, de tal forma de prevenir que se afiancen reacciones radicales de la extrema derecha y de la extrema izquierda.
KEVIN RUDD - Primer Ministro de Australia - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 5-Mar-2009
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