jueves, 30 de agosto de 2007

Paradoja: Proteccionismo contra el capital estatal

Una nueva paradoja: STIGLITZ lo ha puesto blanco sobre negro, una vez más: “El proteccionismo a veces puede ser una rémora, pero otras veces puede ser un elemento muy positivo”.

Sólo los fanáticos o los que defienden intereses muy concretos disfrazándolos de “interés general”, son partidarios de una absoluta libertad de movimientos de capitales en mercados imperfectos, plagados de oligopolios, con zonas fuertes y débiles y con los actores utilizando información asimétrica. Más allá de los discursos liberales, cuando llegan las amenazas, los países, las empresas y los ciudadanos se protegen.
En todo el mundo se intuye una ola de protección frente a las inversiones procedentes de gigantescos fondos de inversión con capital estatal en su interior. La diferencia respecto a otros momentos recientes es la multiplicación de casos. Hace unos meses, EE UU bloqueó la compra de la empresa petrolera Unocal por parte de una compañía energética china, e hizo lo mismo ante los intentos de una empresa de Dubai de quedarse con la actividad de cinco puertos norteamericanos. Idéntica reacción en Francia, que estableció una lista de 11 sectores estratégicos con protección administrativa cuando quisieron hacerse con el control de Danone.
Ahora, los ejemplos son cotidianos. El fondo de capital riesgo Blackstone ha sido penetrado por el dinero estatal chino, proveniente de las casi inagotables reservas que el gigante asiático posee, lo que significa que cualquier empresa en la que invierta o quiera invertir Blackstone puede tener en su seno al Gobierno chino. La pasada semana se ha sabido que Barclays, en su guerra por conseguir el control del principal banco holandés, ABN Amro, se ha fortalecido con el apoyo del China Development Bank, uno de los brazos financieros del Gobierno chino. Es tal la cantidad de divisas que poseen algunos de estos países emergentes (China, Rusia, India…) o vinculados al negocio del petróleo (Emiratos Árabes, Dubai…), que en el extremo podrían controlar, por ejemplo, todas las empresas del Ibex 35.
Además, algunos de estos países no ejercen la reciprocidad dentro de sus fronteras. La multinacional Gazprom anuncia su interés por invertir en Europa, pero al mismo tiempo, Putin impide que empresas multinacionales extranjeras tengan participaciones mayoritarias en industrias que Rusia considera estratégicas: Shell ha tenido que reducir su participación tradicional en algunos campos petrolíferos rusos. El fondo de capital riesgo Carlyle pretendía adquirir la mayoría del capital de la empresa china Yangzhou Chengde Steel Tube y ha tenido que quedarse con una participación simbólica, al haber decidido el Gobierno que esta siderúrgica era un activo estratégico.
La alarma se ha extendido ahora a Europa, comandada una vez más en este campo por el eje franco-alemán. Sarkozy ha puesto de moda una vez más el concepto de “protección” y Ángela Merkel ha planteado una iniciativa en el seno de su país que quiere extender al conjunto europeo para que no sea cada Gobierno quien establezca las limitaciones al mercado interior y éste se trocee aún más: proteger a las empresas de los fondos estatales extranjeros, a través de la creación de un organismo de control que podría prohibir aquellas operaciones que considerara peligrosas para el interés de la zona. Se trataría de encontrar un sistema de verificación de las inversiones procedentes de terceros países.
Todo ello no impide que la inversión extranjera directa haya seguido creciendo en el planeta. Como siempre, se trata de evitar que una sobrerreacción de barreras administrativas y jurídicas, motivada por el temor a la penetración de capital estatal (una nacionalización encubierta, ésta de matriz foránea, después de la etapa de privatizaciones generalizadas en el mundo), limite los factores positivos de la globalización para el crecimiento del planeta. Y todo ello, en el contexto del fracaso de la Ronda de Doha, después de seis años de negociaciones. Stiglitz dixit: “Cuando no hay una normal legal, lo que impera es la ley del más fuerte, y el país rico somete al país pobre”.

Joaquín Estefanía - "El País" - Madrid - 30-Ago-2007

miércoles, 29 de agosto de 2007

"Del buen salvaje al buen revolucionario"

El libro de Carlos Rangel “Del Buen salvaje al Buen Revolucionario” es un catálogo de ideas realmente relevantes para tener en cuenta en el momento en que vivimos. O sea más de 25 años después que se escribieran, sus observaciones son válidas para analizar la realidad de América Latina desde la colonia a la independencia, y de ésta a nuestros días. Es tanto más relevante en muchos aspectos en este tiempo en el que el antiimperialismo intelectual parece asociado al resentimiento indigenista en nuestro tradicional desquicio político.
La primera cita relevante de la obra en cuestión aparece al principio de la misma y dice Rangel: “Los mitos fundamentales de América no son en absoluto americanos. Son mitos creados por la imaginación europea , o que vienen de más lejos aun, de la antigüedad judeo-helénica y asiática, y van a ser reformados por los europeos maravillados de haber descubierto un nuevo mundo...y más recientemente hoy mismo, para intentar excusar o enmascarar el fracaso relativo de Latinoamérica: hija del buen salvaje, esposa del buen revolucionario, madre predestinada del hombre nuevo”
En estas últimas palabra resuena el clamor de los discursos de Rousseau; “ Sobre Las Ciencias y las Artes, y El Origen de las Desigualdades del Hombre”. Este libro se escribió hace más de veinte años, cuando todavía no se había producido el fracaso del descalificado neoliberalismo y mucho menos el resurgimiento político del indigenismo. A este último mito se refiere Rangel en el primer capítulo de su obra , donde analiza la realidad de las culturas precolombinas –Azteca e Inca-, despojándolas de la mitología europea que a partir de Rousseau , se sustentaba en la supuesta inocencia del ser humano corrompido por la civilización. Aparecía así que se había encontrado al “buen salvaje” en el Nuevo Mundo tal como lo había descrito Montaigne citado por Rangel: “ Son salvajes esos pueblos como los frutos a que aplicamos igual nombre por germinar y desarrollarse espontáneamente, en los cuales se guardan vigorosas y vivas las propiedades y virtudes naturales que son las verdaderas y útiles”
Esta visión idílica del Nuevo Mundo lleva a Montaigne a proponer que : "la sociedad europea merecía una revolución que la devolviera a su estado primitivo de bondad natural, a la Edad de Oro ; o que por lo menos desquitara a la mayoría desfavorecida por la desigualdad en que la civilización había sumido a Europa”.

Estas palabras escritas en el siglo XVI toman vigencia una vez más en al revisión del marxismo ante el fracaso del proyecto de superar la escasez propuesto por Marx y Engels. Consecuentemente la prédica anticapitalista, se volcó a la crítica del consumismo, así en palabras de Rangel el buen revolucionario tendría como función el devolver a la humanidad a la Edad de Oro.
O sea el fin de la historia pasa de concebirse como un estadio superior en el que se habría superado la escasez y por ende alcanzado el reino de la libertad, a devolver a la humanidad al estado de naturaleza, tal como sugirieran Maontaigne y Rousseau.
Pero volviendo a los Incas y los Aztecas, dice Carlos Rangel: “Lo que si es seguro que el antiguo Perú no tenía nada que ver con la ilusión mítica del Buen Salvaje, ni se trata de un modelo social que racionalmente puede servirnos de ejemplo o de meta a los latinoamericanos, aunque su exaltación esté ahora mismo siendo intentada como instrumento antiimperialista”.
Desvirtuada la imagen del buen salvaje, lo que es importante reconocer es que los conquistadores se mezclaron por una razón u otra con los aborígenes y más tarde con los negros esclavos. Y lo más relevante es que Rangel al igual señala que los que independizaron a Latinoamérica fueron los descendientes de los conquistadores. Por tanto el caso de Latinoamérica no es comparable con el colonialismo europeo en Africa y Asia..
Otro aspecto interesante del libro es el capítulo dedicado al "Ariel" de Rodó. El análisis de Rangel muestra la falacia de los mitos intelectuales de América Latina, que sólo reflejan la insatisfacción o el resentimiento de la realidad de nuestro fracaso, frente al éxito de Estados Unidos.

En ese sentido se refiere a como la Argentina de la mano de Sarmiento Alberdi y Mitre alcanzó un estadio superior al resto de América Latina. No obstante este éxito indubitable, Ricardo Rojas en Argentina y más tarde Vasconcelos en México, se encargaron de desvalorizar aquel proyecto y crearon la otra fantasía de la raza cósmica.
La consecuencia fue la llegada de Perón a partir de la exaltación de la tiranía de Rosas en nombre del nacionalismo. Un comentario aparte le dedica Rangel al Ariel de Rodó, al cual califica como un libro tedioso y evidentemente falso no obstante el éxito editorial que lograra.
Según Rodó nosotros representamos los valores del espíritu frente al materialismo grosero de los "salchicheros de Chicago" (sic). Recuerdo un comentario festivo al respecto, que dijera que mientras los "salchicheros de Chicago" llegaban a la Luna, nosotros no llegábamos a fin de mes.
Rangel llega igualmente a la conclusión de que el marxismo ha venido a sustituir a Rodó en la posición antiimperialista del resentimiento latinoamericano y al respecto dice: “El marxismo llena ahora para la América Latina las mismas funciones que cumplió a principio de siglo el manifiesto de Rodó, y lo hace infinitamente mejor con referencia a una visión potente y totalizadora.”

Lamentablemente la obra de Rangel ha perdido vigencia en nuestro medio. Pienso que tal situación se ha debido precisamente a que el libro arremete contra nuestros mitos intelectuales y pretensiones espirituales que sustentamos sin practicar,
Igualmente el antimarxismo leninismo de Rangel y su descripción del rol de la Iglesia Católica ha contribuido decididamente a desmerecer una obra que decididamente constituye un aporte importante para comprender la problemática política de América Latina.

Es evidente que el capítulo VI “América Latina la Iglesia” constituye una herejía política en nuestro medio donde no hemos logrado separar la religión de la política. En el mismo comienza diciendo: “La Iglesia Católica tiene más responsabilidad que ningún otro factor en lo que es y lo que no es la América Latina...para la Iglesia y para el cristianismo católico que ella encarna Latinoamérica representa hoy por hoy un naufragio, puesto que la Iglesia contribuyó más que nadie a crear y rumbear una sociedad con la cual nadie está satisfecho y que además esa sociedad está hoy sólo débilmente vinculada a la religión católica, lo mismo en sus creencias vivas que en sus comportamientos”.
Y para mayor abundamiento sigue diciendo: “... y para quien creyente o no estamos persuadidos que el cristianismo es mucho más una superestructura hipócrita de relación de dominación y de juegos de intereses, y un velo piadoso de comportamientos cínicos e inmorales, la sociedad protestante norteamericana aparece más cristiana (menos anticristiana) que la sociedad latinoamericana
En este último juicio, Rangel evidentemente refleja el pensamiento de Weber al respecto de la ética protestante, lo que a mi juicio representa una contradicción respecto a la evolución de Argentina que el reconoce, no obstante no haber cambiado de religión.

La diferencia no reside en los principios cualquiera que ellos fueren sino en el hecho de la separación del Estado de la Iglesia, o sea de la política y la religión. Es decir de la libertad religiosa de que hoy se ufana Occidente frente al fanatismo islámico. Y la prueba de que Argentina había cumplido con ese mandato la dio el presidente Roca.
En 1884 Roca expulsó al Nuncio Apostólico por haber intentado inmiscuirse en decisiones políticas. Argentina rompió con Roma durante 20 años y las relaciones se reestablecieron en 1904 durante la segunda presidencia de Roca.
Por otra parte y como he señalado en otras oportunidades, más allá de los errores políticos de los conquistadores y de las Leyes de Indias, a esta altura del partido no podemos seguir culpando de nuestro fracaso recurrente los Reyes Católicos y a los vientos que llevaron al sur a la Santa María, la Pinta y la Niña.
Si aceptáramos tal presupuesto explicatorio de nuestra realidad presente no habría solución posible. Pero como bien dijera David Hume: “La civilización es un aprendizaje y la libertad un lujo de la sociedad civil”.
De hecho tal presupuesto representa igualmente una contradicción con el pensamiento de Rangel en referencia a que nuestra actual posición antiimperialista, según la cual somos pobres porque Estados Unidos es rico, refleja el pensamiento de Lenín en “Imperialismo Etapa Superior del Capitalismo”, y tal pensamiento antiimperialista no es aplicable a un mundo que como el de los Reyes Católicos era ajeno al capitalismo.
Rangel percibió claramente esa realidad y así al inicio del capítulo V “Latinoamérica y el Marxismo” dice:

“No precisamente el marxismo, sino más bien la teoría leninista del imperialismo y la dependencia, ha venido en nuestra época a ofrecer una respuesta por fin coherente, persuasiva, grandiosa y verosímilmente triunfalista al complejo de inferioridad que sufrimos los latinoamericanos con relación a Estados Unidos”.
Esa es la teoría expuesta por Lenín en la obra citada anteriormente, donde se encuentran los argumentos que niegan las ventajas del comercio internacional y así como la explotación de la inversión extranjera. Son por supuesto los argumentos contrarios a la mal llamada globalización. Es la ética basada en la errónea teoría de la explotación que ha influido la política latinoamericana a partir de la teoría de la dependencia. Pero en esta explicación que compartimos, Rangel entra nuevamente en contradicción con los presupuestos en que basa las diferencias entre la evolución de Estados unidos y América Latina.
Desafortunadamente, como hemos visto Rangel acepta la teoría de Weber sobre la ética protestante, al mismo tiempo que destaca la influencia española. Consecuentemente acepta el principio de Bolívar respecto a que América Latina no puede aplicar el sistema de gobierno de Estados Unidos. Así cita el discurso de Angostura de Bolívar donde dice: “ Pero sea lo que fuere, de este gobierno con respecto a la nación americana, debo decir que ni remotamente ha entrado en mi idea asimilar la situación y naturaleza de Estados tan distintos como el inglés-americano y el americano –español”.
La consecuencia de aceptar el anterior principio es que América Latina no tiene otra opción que la dictadura. Y es en ese sentido que Bolívar se pronuncia en la carta al gobernador de Barinas, donde dice: “Jamás la división del poder ha establecido y perpetuado gobiernos. Sólo su concentración ha infundido respeto para una nación y yo no he liberado a Venezuela sino para implementar ese mismo sistema.. mientras más resortes haya que mover en una máquina , más lentas será su acción”.

Por esas mismas razones Bolívar prefería Esparta a Atenas y al respecto dice: “Solón ha desengañado al mundo, y le ha enseñado cuan difícil es dirigir por simples leyes ...Pisistrato usurpador y tirano fue más saludable a Atenas que las leyes”
Es evidente que los anteriores presupuestos constituyen la justificación de la dictadura y como tal fue reconocida por Sarmiento, cuando refiriéndose a Rosas lo comparaba con la dictadura de Bolívar, y así lo reconoció Alberdi.

Fue diferente la posición de Sarmiento al respecto de las posibilidades de adoptar las instituciones republicanas aun en la situación prevaleciente en Argentina en 1853 y al respecto escribió: “Dícese que los pueblos no están en estado de usar instituciones tan perfectas. Si hubiéramos de juzgar por ciertos hechos de la República Argentina, diríamos que esos pueblos sólo están preparados para degollar, robar, devastar y destruir. Pero hay otro orden de hechos que muestran que esos pueblos en nada ceden a los otros americanos , en cuanto a capacidad de comprender el juego de las instituciones”.
La historia argentina durante la segunda mitad del siglo XIX mostró que Sarmiento tenía razón, y así lo reconoció el propio Rangel.

Armando Ribas

Europa y el Islam

"Menor razón hay para que los defectos y costumbres incultas y no moderadas que en estas nuestras indianas gentes halláremos nos maravillen y, por ellas, las menospreciemos, pues no solamente munchas y aun todas las repúblicas fueron muy más perversas, irracionales y en prabidad más estragadas, y en muchas virtudes y bienes morales muy menos morigeradas y ordenadas. Pero nosotros mismos, en nuestros antecesores, fuimos muy peores, así en la irracionalidad y confusa policía como en vicios y costumbres brutales por toda la redondez desta nuestra España".

Estas frases, escritas por Bartolomé de las Casas en su libro Apologética Historia Sumaria, reflejan que el descubrimiento y posterior conquista del Nuevo Mundo por parte de la corona española suscitaron una seria, cuando no acalorada, polémica intelectual, centrada en la humanidad y cristianización de los indios. El debate llegó a su punto culminante en 1550, cuando Carlos I de España ordenó la constitución de una junta que, formada por juristas y teólogos y reunida en Valladolid, escucharía los argumentos a favor y en contra del uso de la fuerza para incorporar a los nativos a las Indias españolas. Por una parte estaba Juan Ginés de Sepúlveda, un destacado humanista y experto en griego que justificaba la conquista y evangelización de los pueblos indígenas americanos. Frente a él se situaba Las Casas, que defendía los derechos de los pueblos indios y estaba a favor de su conversión pacífica.
Las Casas, a pesar de su fracaso en la controversia con Sepúlveda, se las arregló para representar a los indios ante la corte real y, de este modo, llamar la atención de la Iglesia y de la corona española sobre la aterradora disparidad entre los objetivos misionales del encuentro entre cristianos europeos e indígenas del Nuevo Mundo y la brutal explotación de los segundos a manos de los primeros. Las Casas consiguió proclamar la humanidad, racionalidad y libertad personal y colectiva de los pueblos indígenas. Además, su controversia con Ginés de Sepúlveda en Valladolid logró que las Nuevas Leyes de Indias de 1542, inicialmente concebidas para abolir el sistema de encomiendas (en virtud del cual trabajadores indígenas eran adjudicados a los colonos españoles, entendiendo que éstos les enseñarían la fe cristiana a cambio de su esfuerzo), siguieran en vigor. De este modo, el resultado de la llamada Controversia de Valladolid fue que los españoles siguieran teniendo en mente los derechos humanos de los indios.
En consecuencia, desde esta perspectiva, dicha polémica tuvo un gran impacto en las teorizaciones elaboradas por los europeos para tratar de comprender las diversas culturas indígenas del Nuevo Mundo. La Controversia de Valladolid inició un nuevo debate sobre el concepto de "civilización".
En el siglo III antes de Cristo, Aristóteles estableció una diferencia entre los grupos humanos regidos más por la razón que por las pasiones, llamados civilizados, y los bárbaros, entre los que la pasión se imponía a la razón. Para Aristóteles, era natural que éstos estuvieran supeditados a aquéllos. En 1500, Ginés de Sepúlveda aplicó esta teoría a los indios. En su opinión, eran una raza bárbara cuya inferior condición natural concedía a los españoles el derecho a hacerles la guerra. Por el contrario, Las Casas llegó a la conclusión de que, como los indios eran seres humanos racionales y civilizados, los españoles no tenían derecho a someterlos ni a la esclavitud ni a la guerra.
Aunque los juristas y teólogos de Valladolid no lograron instar de manera concluyente a Carlos I para que detuviera de modo definitivo todas las guerras de conquista en el Nuevo Mundo, limitándose a tratar de cristianizar pacíficamente a los indios, parece que la controversia entre Las Casas y Ginés de Sepúlveda sigue teniendo gran relevancia para europeos y estadounidenses en los debates actuales sobre los derechos del "otro". Su legado radica en la idea de que es preciso comprender y
abordar la situación del "otro" desde la propia perspectiva de éste.Hoy en día, Europa se enfrenta a una nueva Controversia de Valladolid. No es sorprendente que el debate sobre el islam y los musulmanes en Europa recuerde con frecuencia el argumento de Ginés de Sepúlveda: "Siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros, incultos e inhumanos, se
[negaban] a admitir la dominación de los que [eran] más prudentes, poderosos y perfectos que ellos [los españoles]". Al igual que en la polémica entre Las Casas y Ginés de Sepúlveda, el debate actual sobre Europa y el islam se enmarca en un contexto polarizado, en el que los que se consideran parte del mundo civilizado (los europeos) se ven a sí mismos en guerra con los nuevos bárbaros (los musulmanes). En consecuencia, dentro de este debate surge en Europa una concepción cultural dual, un punto de vista polarizado que enfrenta la cultura de los civilizados a la de los bárbaros. Es justo preguntarse aquí a quién le corresponde determinar quién es o no civilizado. En una ocasión en que a Mahatma Gandhi le pidieron su opinión sobre la civilización occidental replicó: "Creo que sería una buena idea". Con esto quería decir que la humanidad aún no ha concluido su misión civilizadora original.
Diez mil años no han generado mucha "civilización". Todavía nos enfrentamos a la pobreza, la tiranía y el fanatismo, que se esconden detrás de las civilizadas fachadas de la tecnología y el capitalismo. En cuanto a la idea de Europa como "fuerza civilizadora", su propia aparición como posibilidad y potencialidad en ese sentido se debe a otras culturas. Hace siglos que Europa lleva en la frente el concepto de interculturalidad, y omitirla u olvidarla sólo significaría que la historia del Viejo Continente se escribe y concibe en términos monoculturales. De ser así, Europa no sería una "buena idea" en el sentido en que Gandhi utilizaba el término civilización, es decir, entendiendo que designaba una cultura de la diversidad en proceso continuo, sino que, después de todo, seguiría siendo una "no idea". Es mucho más realista abordar la civilización europea desde el pluralismo que desde la singularidad. Hay muchas culturas europeas, ¡pero sólo hay una Europa y Europa es una buena idea! Europa es una trayectoria, no un destino. Al igual que la democracia, es un proyecto inacabado. Nos estamos engañando si proclamamos que hemos alcanzado una civilización europea. La civilización, como la democracia, es un ideal por el que merece la pena luchar.
Como la antorcha de un maratón de relevos, el proceso civilizador ha ido pasando de mano en mano, de una cultura a otra. Tanto Europa como el islam siguen contándose entre los principales pilares de la civilización humana. Al reconocerlo, Europa y el islam podrían entablar un intercambio dialógico, con el fin de aportar soluciones consensuadas a problemas como el fundamentalismo, el terrorismo, el racismo y la integración, colaborando especialmente en materia de creencias, acción y ciudadanía.
Si los europeos se sienten parte del destino de Europa y el Viejo Continente no tiene nada que temer del islam, en esta ocasión el resultado de la nueva Controversia de Valladolid no sólo será el reconocimiento de la "alteridad" de los musulmanes, sino la aceptación de que la diversidad cultural europea es algo legítimo. De este modo, uno podría ser un musulmán residente en Europa tanto como un musulmán europeo. No hay contradicción entre esos dos términos, y no habría que pedirle a nadie que eligiera entre uno y otro, ni obligarle a hacerlo. No hay que olvidar que el precio de una Europa plural y democrática no es ni la estrategia del miedo ni la política del odio. Es la cultura política basada en la moderación y la deliberación que Las Casas formuló de este modo en su Apologética Historia Sumaria: "... claramente parece no haber naciones en el mundo, por rudas e incultas, silvestres y bárbaras, groseras, fieras y bravas y cuasi brutales que sean, que no puedan ser persuadidas, traídas y reducidas a toda buena orden y policía y hacerse domésticas, mansas y tratables, si se usare aquel camino que es propio y natural a los hombres mayormente, a saber, por amor y mansedumbre, suavidad y alegría".
Si no tenemos en cuenta voces como las de Las Casas, podríamos terminar asumiendo la benevolencia de la civilización que Ginés de Sepúlveda propugnaba, respaldándola con la firme necesidad de controlar a los pueblos atrasados, por medios militares si es necesario.

RAMIN JAHANBEGLOO - Filósofo iraní - "El País" - Madrid - 29-Ago-2007

El verdadero choque de civilizaciones

Expresión "choque de civilizaciones" como formato de las futuras guerras de la humanidad fue acuñada por el estratega fracasado de la Guerra de Vietnam, Samuel P. Huntington. Para Mike Davis, uno de los investigadores creativos estadounidenses sobre temas actuales como los "holocaustos coloniales" o "la amenaza global de la gripe aviaria", la guerra de civilizaciones se daría entre la ciudad organizada y la multitud de ciudades miseria o favelas del mundo. Su reciente libro 'Planeta de ciudades miseria' (2006) presenta una investigación minuciosa (a pesar de que la bibliografía sea casi toda en inglés) sobre la favelización que se está dando aceleradamente en todas partes. La humanidad siempre se organizó de tal manera que los grupos fuertes se apropiaron de la Tierra y de sus recursos, dejando a gran parte de la población excluida. Con la introducción del neoliberalismo a partir de 1980 se dio a este proceso libre curso: hubo privatización de casi todo, una acumulación tan grande de bienes y servicios en tan pocas manos, que desestabilizó socialmente a los países periféricos y lanzó a millones y millones de personas a vivir en la pura informalidad.
Para el sistema, esas personas son "aceite quemado", "ceros económicos", "masa superflua" que ni siquiera merece entrar en el ejército de reserva del capital. Esa exclusión se expresa por la chabolización que ocurre en todo el planeta a razón de 25 millones de personas al año. Según Davis, el 78,2% de las poblaciones de los países pobres viven en barrios de chabolas o favelas o ciudades miseria. (p. 34). Datos de la CIA de 2002 daban la espantosa cifra de mil millones de personas desempleadas o subempleadas que viven en ciudades miseria. Con la ciudad miseria viene todo un cortejo de perversidades. Como el ejército de millares de niños explotados y esclavizados en Varanasi (Benarés) en la India, que fabrican alfombras, o las 'granjas de riñones' y otros órganos especializados en Madrás o en El Cairo, y formas inimaginables de degradación, por las que las personas "viven literalmente en la m" (p. 142). Al imperio estadounidense no le han pasado desapercibidas las consecuencias geopolíticas de un "planeta de ciudades miseria". Teme "la urbanización de la revuelta" o la articulación de los favelados" en vista a luchas políticas, y han montado un aparato MOUT (Military Operations on Urbanized Terrain: operaciones militares en terreno urbanizado) con el objetivo de entrenar a sus soldados para luchar en calles laberínticas, en las alcantarillas, en las ciudades miseria, en cualquier parte del mundo donde sus intereses estén amenazados.
Será una lucha entre la ciudad organizada y atemorizada y la favela enfurecida. Un estratega dice fríamente: "Las ciudades fracasadas y feroces del Tercer Mundo, principalmente sus alrededores favelados, serán el campo de batalla que distinguirá al siglo XXI; la doctrina del Pentágono está siendo reconfigurada en esta línea para sostener una guerra mundial de baja intensidad y de duración ilimitada contra segmentos criminalizados de los pobres urbanos. Éste es el verdadero choque de civilizaciones". ¿Será que los métodos usados recientemente en Río de Janeiro militarizando el combate contra los traficantes en las favelas, con verdaderas ejecuciones, no obedece ya a esta estrategia inspirada por el país del norte? Brasil está entre los países más favelizados del mundo, efecto perverso provocado por aquellos que siempre negaron la reforma agraria y la inclusión social de las grandes mayorías, pues les convenía dejarlas empobrecidas, enfermas y analfabetas. Mientras no se hagan los cambios de inclusión necesaria, continuará el miedo y el peligro real de una guerra sin fin
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Leonardo Boff - "DEIA" - Bilbao - 29-Ago-2007

Globalización y nacionalismo

Vivimos un mundo en el cual las interrelaciones entre las cuatro esquinas del planeta son cada vez más intensas y complejas. En tal contexto, muchos invocan la insensatez de los nacionalismos centrados en las pequeñas comunidades. Sin embargo, la globalización no vuelve obsoletos los nacionalismos. Más bien todo lo contrario, les confiere aun un mayor sentido.
Un argumento clásico a favor de los grandes Estados es que estos generan un extenso mercado interno que permite aprovechar todo el potencial de las economías de escala. Los Estados Unidos son prototípicos a este respecto. Ya a finales del XVIII iniciaron la construcción de una sólida unión económica y monetaria que los condujo a ser la nación más próspera y poderosa del globo.
Sin embargo, cuando las barreras a los flujos de factores, información y mercancías se desmoronan, disponer de un mercado interno extenso deja de ser clave para el desarrollo económico. Los milagros de crecimiento de los tigres asiáticos (Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur) son prueba fehaciente. Todos son países relativamente pequeños y han basado su desarrollo en la explotación de ese gran mercado planetario puesto a su disposición por el fenómeno globalizador.
Lo superfluo de un gran mercado estatal interno es particularmente evidente si atendemos a la Unión Europea. El ránking de PIB per cápita de la UE-15 está liderado por cuatro países pequeños: Luxemburgo, Dinamarca, Austria e Irlanda. Durante cientos de años Irlanda fue una paupérrima región de la Corona británica. Han bastado ochenta años de independencia para que la República de Irlanda merezca el apelativo de El tigre celta .
No es el ser menudo lo que importa, sino algo frecuentemente ligado a lo chico: la homogeneidad. Los Estados pequeños suelen tener una distribución del ingreso y la riqueza más igualitaria y una composición étnica menos diversa. Ambos factores favorecen el desarrollo económico pues predisponen a las sociedades a invertir en bienes públicos -tales como la educación- y reducen los costes asociados a los conflictos redistributivos.
Corea del Sur tenía a finales de los cincuenta, y aún tiene, una distribución de la renta muy igualitaria. El Estado coreano realizó un ingente esfuerzo educativo y hoy es uno de los países con mayores logros educacionales del planeta.
Filipinas era muy similar a Corea del Sur salvo en su elevada polarización de la distribución de la renta. En el 2004, el PIB per cápita de Filipinas suponía el 22% del coreano.

Los países europeos que hasta hace bien poco tiempo tenían los mayores problemas de deuda pública eran Italia, que debe costear la redistribución entre el rico norte y el pobre sur, y Bélgica, la cual debe solventar el conflicto redistributivo entre flamencos y valones.
De los graves costes que supone la diversidad étnica para muchos Estados africanos mejor es no hablar.

Fernando del Río Iglesias - "La Voz de Galicia" - 29-Ago-2007

Diez Reglas de Oro para la Juventud

1- Honestidad
2- Culto a la verdad
3- Defensa de la Libertad
4- Lucha por la Democracia
5- Solidaridad
6- Responsabilidad y compromiso en todos los frentes
7- Lucha por la dignidad del Hombre
8- Pretender una vida mejor en la Tierra
9- Bregar por la unidad latinoamericana
10-Entender que en la vida, nada, nada, nada se consigue si esfuerzo.
Dr. René G. Favaloro - Médico Rural - Jacinto Arauz - La Pampa

Juventud

La juventud no es una época de la vida. Es un estado de la mente. Es una demostración de la voluntad, una cualidad de la imaginación, el vigor de las emociones, el predominio del valor sobre la timidez, el deseo de aventuras en contraste con los deseos de comodidad.
Nadie es viejo solo por haber vivido un cierto número de años. Se envejece solo cuando se abandonan los ideales. Los años arrugan la piel; renunciar a los ideales encoge el alma. La inquietud, la duda, la falta de confianza, el temor y el desaliento... son los factores que al cabo de largos años hacen inclinar la cabeza y encaminar el espíritu hacia el ocaso.
Que se tengan 70 o 16 años, hay siempre en el corazón humano el amor a lo maravilloso, la dulce admiración por las estrellas y por todo lo que irradia luz, sean acciones o pensamientos, el intrépido desafío de los acontecimientos, el inagotable infantil apetito del ¿ qué viene después?.
Uno es tan joven como su confianza, tan viejo como su temor; tan joven como su esperanza, tan viejo como su desesperación.
Mientras tu corazón reciba mensajes de belleza, de alegría, de intrepidez, de magnificencia y de poder de la tierra, de los hombres y del infinito, eres joven.
Cuando todos los resortes se han aflojado y todos los rincones del corazón estén cubiertos con la nieve del pesimismo y el hielo del cinismo, entonces y solo entonces, habrás llegado a viejo; y cuando esto suceda ....

¡que Dios tenga misericordia de tu alma!
G. Douglas Mc Arthur

lunes, 27 de agosto de 2007

Juegos Olímpicos y Derechos Humanos

Para algunos es como mezclar el tocino y la velocidad. Para otros, son dos elementos inseparables. Cuando queda menos de un año para que arranquen los Juegos Olímpicos de Pekín, el Gobierno chino y varias organizaciones internacionales debaten sobre la necesidad de llevar el espíritu olímpico al terreno político. Según las autoridades del gigante asiático, los términos no tienen nada en común. Amnistía Internacional, sin embargo, critica que la comunidad internacional no presione al país de Mao para que abrace los Derechos Humanos. Sin duda, la riña está servida, y tiene poco que ver con aspectos deportivos. El próximo 8 de agosto, China encenderá el pebetero que pretende certificar la mayoría de edad de un país que busca un creciente protagonismo en la escena internacional. Será la culminación de una década de intenso trabajo. Primero para convencer al Comité Olímpico Internacional de la conveniencia de celebrar unas Olimpiadas en la capital china, y luego para convertir una ciudad tercermundista en una urbe vanguardista. Desde es punto de vista, el Partido Comunista puede estar contento. Los objetivos se han cumplido:
- los estadios están casi acabados,
- las infraestructuras listas para acoger una muchedumbre, y
- las calles acondicionadas para el sibaritismo occidental. Pero no es oro todo lo que reluce. En el aspecto organizativo, aún quedan grandes incógnitas:
- ¿Serán capaces las Autoridades de asegurar que los alimentos cumplen con las mínimas normas de seguridad?
- ¿Están los hospitales preparados para dar servicio a hordas que no entienden ni papa de chino y que exigen niveles tecnológicos avanzados?
- ¿Será posible eliminar la insoportable polución que, combinada con el intenso calor veraniego, convierte a Pekín en un infierno?
Sin duda, el Gobierno tiene en mente estas cuestiones prácticas, y pocos dudan de que se solventarán antes de que arda el pebetero. Pero algo muy diferente sucede con los Derechos Humanos, el fantasma que persigue a la República Popular desde la masacre de Tiananmen. De una forma u otra, el Partido Comunista se comprometió a llevar el tan manido espíritu olímpico al terreno de las libertades y de la práctica del poder. Según Amnistía Internacional, nada se ha hecho en ese sentido. Así lo demuestran los centenares de presos ejecutados el pasado año, y las torturas declaradas en sus centros penitenciarios. No obstante, el gobierno de Pekín ha garantizado a la prensa (internacional), que los periodistas podrán trabajar sin ninguna interferencia. En las ciudades en las que se lleven a cabo pruebas, claro. Y para que la objetividad de los metomentodos plumillas y fotógrafos no sean excesivamente críticos con lo que les va a rodear durante el mes en el que se celebrarán los Juegos Olímpicos y los Paralímpicos, el gobierno ha decidido poner en marcha una campaña de limpieza ciudadana. Pretende cambiar, por un tiempo limitado, las costumbres de los catorce millones de habitantes.
En definitiva, Pekín se convertirá en un inmenso escenario en el que los chinos serán actores y actrices encargados de proyectar la imagen que el Gobierno desea enviar al mundo. Así,
- Los taxistas reciben cursos acelerados de inglés, y se les aconseja no sacarse mocos o escupir por la ventanilla cuando lleven a un cliente. Incluso, los conductores podrán ser multados con dos días de suspensión si sus coches huelen mal.
- Los arrumacos públicos quedan también prohibidos, curioso teniendo en cuenta el carácter conservador de la población.
- Y muchos carteles indicativos han sido reemplazados para corregir las impresionantes faltas de ortografía en inglés. Hasta aquí todo es aceptable. Pero lo cierto es que la campaña de renovación incluye otros elementos, no tan exóticos y divertidos.
- La expropiación de miles de habitantes de los hutones, los pequeños barrios históricos de la ciudad, es uno de ellos.
- La prohibición de la mendicidad durante los Juegos, y
- La expulsión anunciada de los sin techo es otro.
Todo se ha hecho a la china: o sea,
- Pegando en cada puerta un cartel con la fecha en la que los inquilinos de las casas que se van a derribar, para dar lugar a gigantescos centros comerciales, tienen que abandonarlas.
- O sacando de la ciudad en camiones a los vagabundos.
Y eso es lo que no le ha gustado mucho a Amnistía Internacional. China concibe Pekín 2008 como su puesta de largo. La confirmación de su poderío económico y político. Nadie duda ya de que asombrará al mundo. Ni de que logrará lo imposible en el plano deportivo. Pero el Gobierno no quiere arriesgar ni lo más mínimo. Por eso, ha hecho las cosas de la mejor manera que concibe: la suya. Sin paliativos. Sin medias tintas.
- Si no llueve durante algunos días, enviará cazas a rociar las nubes para que suelten su carga.
- Si los grupos disidentes, como Falung Gong, deciden dar la tabarra con sus exigencias de democracia, cargarán contra ellos sin piedad.
Pero, conscientes de lo que eso conllevaría, prefieren hacer el trabajo sucio de antemano. Sin riesgos. Desafortunadamente para las autoridades chinas, la globalización que pretenden liderar también lleva consigo miradas críticas. Es evidente que los Derechos Humanos no se van a abrir camino en China de la mano de la antorcha olímpica. La verdadera incógnita reside en qué sucederá en el país una vez se apague la llama. Y existe cierto pesimismo al respecto. Muchos creyeron erróneamente que la celebración de unos Juegos Olímpicos implicaría la adopción de las reglas occidentales en todos los ámbitos. Todo indica que no va a ser así. La globalización ha despertado al Gran Dragón. Lo ha sacado de la pobreza. Y también le ha dotado del tamaño que le corresponde. Ya no se le puede toser con tanta facilidad. Y está determinado a permanecer en sus trece. Para eso China es Zhongguo, el reino del centro.

para algunos es como mezclar el tocino y la velocidad. Para otros, son dos elementos inseparables. Cuando queda menos de un año para que arranquen los Juegos Olímpicos de Pekín, el Gobierno chino y varias organizaciones internacionales debaten sobre la necesidad de llevar el espíritu olímpico al terreno político. Según las autoridades del gigante asiático, los términos no tienen nada en común. Amnistía Internacional, sin embargo, critica que la comunidad internacional no presione al país de Mao para que abrace los Derechos Humanos. Sin duda, la riña está servida, y tiene poco que ver con aspectos deportivos. El próximo 8 de agosto, China encenderá el pebetero que pretende certificar la mayoría de edad de un país que busca un creciente protagonismo en la escena internacional. Será la culminación de una década de intenso trabajo. Primero para convencer al Comité Olímpico Internacional de la conveniencia de celebrar unas Olimpiadas en la capital china, y luego para convertir una ciudad tercermundista en una urbe vanguardista. Desde es punto de vista, el Partido Comunista puede estar contento. Los objetivos se han cumplido:
- los estadios están casi acabados,
- las infraestructuras listas para acoger una muchedumbre, y
- las calles acondicionadas para el sibaritismo occidental. Pero no es oro todo lo que reluce. En el aspecto organizativo, aún quedan grandes incógnitas:
- ¿Serán capaces las Autoridades de asegurar que los alimentos cumplen con las mínimas normas de seguridad?
- ¿Están los hospitales preparados para dar servicio a hordas que no entienden ni papa de chino y que exigen niveles tecnológicos avanzados?
- ¿Será posible eliminar la insoportable polución que, combinada con el intenso calor veraniego, convierte a Pekín en un infierno?
Sin duda, el Gobierno tiene en mente estas cuestiones prácticas, y pocos dudan de que se solventarán antes de que arda el pebetero. Pero algo muy diferente sucede con los Derechos Humanos, el fantasma que persigue a la República Popular desde la masacre de Tiananmen. De una forma u otra, el Partido Comunista se comprometió a llevar el tan manido espíritu olímpico al terreno de las libertades y de la práctica del poder. Según Amnistía Internacional, nada se ha hecho en ese sentido. Así lo demuestran los centenares de presos ejecutados el pasado año, y las torturas declaradas en sus centros penitenciarios. No obstante, el gobierno de Pekín ha garantizado a la prensa (internacional), que los periodistas podrán trabajar sin ninguna interferencia. En las ciudades en las que se lleven a cabo pruebas, claro. Y para que la objetividad de los metomentodos plumillas y fotógrafos no sean excesivamente críticos con lo que les va a rodear durante el mes en el que se celebrarán los Juegos Olímpicos y los Paralímpicos, el gobierno ha decidido poner en marcha una campaña de limpieza ciudadana. Pretende cambiar, por un tiempo limitado, las costumbres de los catorce millones de habitantes.
En definitiva, Pekín se convertirá en un inmenso escenario en el que los chinos serán actores y actrices encargados de proyectar la imagen que el Gobierno desea enviar al mundo. Así,
- Los taxistas reciben cursos acelerados de inglés, y se les aconseja no sacarse mocos o escupir por la ventanilla cuando lleven a un cliente. Incluso, los conductores podrán ser multados con dos días de suspensión si sus coches huelen mal.
- Los arrumacos públicos quedan también prohibidos, curioso teniendo en cuenta el carácter conservador de la población.
- Y muchos carteles indicativos han sido reemplazados para corregir las impresionantes faltas de ortografía en inglés. Hasta aquí todo es aceptable. Pero lo cierto es que la campaña de renovación incluye otros elementos, no tan exóticos y divertidos.
- La expropiación de miles de habitantes de los hutones, los pequeños barrios históricos de la ciudad, es uno de ellos.
- La prohibición de la mendicidad durante los Juegos, y
- La expulsión anunciada de los sin techo es otro.
Todo se ha hecho a la china: o sea,
- Pegando en cada puerta un cartel con la fecha en la que los inquilinos de las casas que se van a derribar, para dar lugar a gigantescos centros comerciales, tienen que abandonarlas.
- O sacando de la ciudad en camiones a los vagabundos.
Y eso es lo que no le ha gustado mucho a Amnistía Internacional. China concibe Pekín 2008 como su puesta de largo. La confirmación de su poderío económico y político. Nadie duda ya de que asombrará al mundo. Ni de que logrará lo imposible en el plano deportivo. Pero el Gobierno no quiere arriesgar ni lo más mínimo. Por eso, ha hecho las cosas de la mejor manera que concibe: la suya. Sin paliativos. Sin medias tintas.
- Si no llueve durante algunos días, enviará cazas a rociar las nubes para que suelten su carga.
- Si los grupos disidentes, como Falung Gong, deciden dar la tabarra con sus exigencias de democracia, cargarán contra ellos sin piedad.
Pero, conscientes de lo que eso conllevaría, prefieren hacer el trabajo sucio de antemano. Sin riesgos. Desafortunadamente para las autoridades chinas, la globalización que pretenden liderar también lleva consigo miradas críticas. Es evidente que los Derechos Humanos no se van a abrir camino en China de la mano de la antorcha olímpica. La verdadera incógnita reside en qué sucederá en el país una vez se apague la llama. Y existe cierto pesimismo al respecto. Muchos creyeron erróneamente que la celebración de unos Juegos Olímpicos implicaría la adopción de las reglas occidentales en todos los ámbitos. Todo indica que no va a ser así. La globalización ha despertado al Gran Dragón. Lo ha sacado de la pobreza. Y también le ha dotado del tamaño que le corresponde. Ya no se le puede toser con tanta facilidad. Y está determinado a permanecer en sus trece. Para eso China es Zhongguo, el reino del centro.
Zigor Aldama - "DEIA" - Bilbao - 27-Ago-2007

¿Estados Unidos necesita una recesión?

El reducir drásticamente las tasas de interés ayudaría a apuntalar los precios de las casas y estimularía a seguir pidiendo préstamos.
Como experto en la Gran Depresión de 1929, Ben Bernanke no cometerá el error de no actuar frente a la coyuntura por la que pasa EE.UU.


El fallecido Rudi Dornbusch, economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts, una vez observó: "Ninguna de las expansiones de posguerra murió de vieja. Todas fueron muertas por la Fed". Cada recesión desde 1945, con la excepción de aquella de 2001, fue precedida por una aguda alza de la inflación que obligó al Banco Central a subir las tasas de interés. Pero la Reserva Federal de hoy no es una asesina en serie. Parece más interesada en las transfusiones de sangre que en la flebotomía.Cuando la Fed redujo su tasa de descuento el 17 de agosto, reconoció por primera vez que la restricción pronunciada del crédito podría perjudicar a la economía. Los mercados están apostando a que ésta pronto reducirá su principal tasa de fondos federales. Los economistas están discutiendo enérgicamente con respecto a cuánto daño harán los precios decrecientes de las viviendas y la crisis de las hipotecas subprime. Pero hay una pregunta que rara vez se hace: aun cuando está cerca una depresión, ¿debería la Fed tratar de impedirla?Una mayoría cree que la pregunta huele a locura. De acuerdo a la sabiduría que da el tiempo, la Fed no debería reducir las tasas de interés para salvar a los prestamistas e inversionistas, porque esto crea un riesgo moral y estimula que se corran riesgos mayores; pero si los problemas financieros perjudican el gasto y los empleos, la Fed debería inmediatamente moderar la política siempre que la inflación siga siendo mesurada. Las autoridades del Banco Central deberían guiarse por la "regla Taylor", y fijar tasas de interés en respuesta a las desviaciones tanto en la producción como en la inflación con respecto de los niveles deseados.Un mal necesarioSin embargo, ¿un banco central siempre debería tratar de evitar las recesiones? Algunos economistas sostienen que esto podría crear una forma mucho más amplia de riesgo moral. Si los períodos prolongados de expansiones ininterrumpidas llevan a la gente a creer que la Fed puede impedir alguna recesión futura, los consumidores, las empresas, los inversionistas y los prestatarios se sentirán animados a correr riesgos mayores, a pedir más préstamos y ahorrar menos. Durante el último cuarto de siglo, la economía estadounidense ha estado en recesión durante sólo el 5% de las veces, en comparación con el 22% de los 25 años anteriores. En parte, esto se debe a cambios estructurales recibidos con agrado que hicieron que la economía fuera más estable. Pero, ¿qué ocurriría si se debe a inyecciones repetidas de adrenalina cada vez que la economía se retarda?Se puede culpar de muchos de los actuales problemas financieros de Estados Unidos a la suavidad de la recesión de 2001 después del estallido de la burbuja de las punto com. Después de su expansión ininterrumpida más prolongada en la historia, el PIB ni siquiera bajó durante dos trimestres consecutivos, la definición tradicional de una recesión. Se sostiene popularmente que la docilidad de la depresión es el resultado benigno de la mayor flexibilidad de la economía norteamericana, un mejor control de inventario y el dominio más firme de la Fed sobre la inflación.Pero la economía también recibió el mayor impulso monetario y fiscal en su historia. Al reducir radicalmente las tasas de interés (en más de lo que prescribía la regla Taylor), la Fed fomentó un auge en el precio de las viviendas, el cual contrapesó las pérdidas de capital accionario y permitió que las familias tomaran hipotecas más grandes para reforzar sus gastos. Y por fortuna, las rebajas tributarias, que se planearon cuando la economía todavía estaba firme, inflaron la demanda exactamente en el momento correcto.Muchos esperan que la Fed repita ahora el truco. El reducir drásticamente las tasas de interés ayudaría a apuntalar los precios de las casas y estimularía a las familias a seguir pidiendo préstamos y gastando. Pero después de tan prolongada parranda, ¿podría la economía no beneficiarse con una ducha fría? Contrario a lo que se piensa generalmente, no es labor del Banco Central evitar una recesión a cualquier costo. Su labor es mantener baja la inflación (contribuyendo a suavizar el ciclo económico), para proteger el sistema financiero e impedir que una recesión se convierta en una depresión profunda.Los costos económicos y sociales de una recesión son lamentables: desempleo, sueldos y ganancias más bajos y bancarrota. No se les puede desestimar tan livianamente. Pero hay también algunos supuestos beneficios. Algunos economistas creen que las recesiones son una característica necesaria del crecimiento económico.
Joseph Schumpeter sostenía que las recesiones son un proceso de destrucción creativa en el que se extirpa a las empresas ineficientes. Sólo al permitir que soplen libremente los "vientos de destrucción creativa" se podría liberar capital de las firmas agónicas para que pase a nuevas industrias. Cierta evidencia de estudios a través del país indica que las economías con volatilidad de producción más alta tienden a tener un crecimiento ligeramente más rápido de la productividad. Las tasas de interés cero de Japón permitieron que las empresas "zombies" sobrevivieran en la década de 1990. Este crecimiento en la productividad de un deprimido Japón y el excedente de capacidad socavaron las ganancias de otras empresas.Otro "beneficio" de una recesión es que ésta se deshace de los excesos del auge anterior, dejando la economía en un estado más saludable. La amplia relajación de la Fed después del estallido de la burbuja de las punto com postergó este proceso de limpieza y simplemente reemplazó una burbuja por otra, dejando los desequilibrios de Estados Unidos (ahorro inadecuado, deuda excesiva y un enorme déficit de cuenta corriente) en su lugar. Una recesión ahora reduciría el déficit comercial de la nación mientras que los consumidores se verían obligados finalmente a recortar su gasto. Es probable que al postergar la corrección de los excesos del pasado, introduciendo más dinero y estimulando la obtención de más préstamos, la corrección final se vuelva más penosa. El dilema de política que enfrenta la Fed tal vez no sea una elección de recesión o no recesión. Puede ser una elección entre una recesión suave ahora y una más desagradable más tarde.Esto no significa que la Fed debería seguir el consejo de Andrew Mellon, el secretario del Tesoro, después de la quiebra bursátil de 1929: "Liquide el trabajo, las acciones, los agricultores y los bienes raíces... Esto limpiará la podredumbre del sistema". La producción de Estados Unidos bajó en un 30% mientras que la Fed no actuó.
Como experto en la Gran Depresión, Ben Bernanke, presidente de la Fed, no cometerá ese error. Los bancos centrales tienen que evitar que las recesiones se conviertan en depresiones profundas. Pero puede ser un error impedirlas por completo. Por supuesto, aun cuando una recesión fuera en el interés económico a largo plazo de Estados Unidos, sería un suicidio político. La autoridad de un banco central que mencionara la idea pronto podría estar sin trabajo. Pero eso no debería impedir que economistas poco diplomáticos preguntaran si una recesión de vez en cuando podría realmente ser algo bueno.

The Economist - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 27-Ago-2007

Cuestión de principios

La idea de mutilar a un delincuente, para castigarlo o para que no vuelva a delinquir, es tan antigua como la humanidad, y sobre ella se basaron los primeros códigos que, al contrario de lo que ahora creemos, trataban de poner límite a la tentación de la venganza. Por eso hay que concluir que entre las bárbaras propuestas de hace veinte o treinta siglos y las memeces dichas por Sarkozy sobre las castraciones químicas, no hemos avanzado nada.
Claro que, al contrario de sus antecesores de la Mesopotamia, Esparta, Israel o Arabia, el señor Sarkozy pasó por la universidad, y por eso puede hablar de tal manera que, diciendo una cosa brutal y desnortada, parece que está diciendo otra. En vez de emparedarlos, los mete en psiquiátricos. En vez de caparlos con un hierro oxidado, los castra químicamente. Y en vez de extender el método a otros delitos -cortarle las manos al que roba, las orejas al que espía, la lengua al que murmura o el dedo índice al que dispara-, se muestra contenido en la demagógica posición de quien explora una nueva política penal sobre la base de crímenes nefandos y socialmente hipersensibles.
Pero no nos engañemos. Con las bases teóricas de Sarkozy se puede proponer la sustitución de las cárceles por mazmorras, o la vuelta a los castigos físicos y a la muerte cruel -tantas veces defendida por santos y moralistas- como instrumento de reparación social. Porque todos los avances de la política penitenciaria están basados en un único principio -la inviolabilidad del delincuente una vez convertido en reo- que si se rompe una vez es muy difícil de reparar, y que Sarkozy acaba de triturar con la ayuda de los instrumentos más deleznables de la demagogia rampante: hablar de la reforma ante los afectados directos, parapetar la barbarie detrás de un crimen que bloquea la capacidad de raciocinio de muchos ciudadanos, y dar por supuesto que la espita de la barbarie, la que funcionó en Roma y la Edad Media, y la que abrieron los nazis y el estalinismo, se puede abrir y cerrar a voluntad.
Lo malo es que esta batalla ya está perdida. Porque, en el marco de la tipificación social de los delitos repugnantes, la cultura jurídica occidental se ha dejado llevar a una situación en la que, hablando de determinados crímenes -terrorismo, violencia sexual e infantil y narcotráfico-, se da por supuesto que quiebran los principios procesales y penales, y que, por tratarse supuestamente de crímenes irracionales, sólo cabe la respuesta del endurecimiento penal y la prevención absoluta.
Y nadie recuerda ya que todas las épocas de barbarie jurídica, moral y política empezaron así: rompiendo el imperio de los principios para dar satisfacción a demandas desviadas del cuerpo social.

Xosé Luís Barreiro Rivas - "La Voz de Galicia" - 27-Ago-2007

domingo, 26 de agosto de 2007

Lecciones de una crisis

Parece que la tormenta ha comenzado a amainar, pero las turbulencias que han sacudido los mercados mundiales durante buena parte del mes de agosto pasarán factura, en mayor o menor medida, a los inversores, los bancos, las empresas y los consumidores. Aunque aún es pronto para saber cuál será el legado de la crisis de las hipotecas de alto riesgo en EE UU, ya pueden extraerse algunas lecciones de lo sucedido. Una de ellas es que, en una economía cada vez más globalizada, un contratiempo aparentemente local como el estallido de la burbuja inmobiliaria de EE UU ha extendido sus efectos por todo el mundo. El crecimiento económico mundial acabará notando el impacto. Está por ver en qué medida.
Los inversores especulan con los pasos que tomarán en septiembre la Reserva Federal y el Banco Central Europeo para calibrar el alcance de la crisis financiera de las últimas semanas. Pero lo sucedido ya tiene consecuencias en aspectos cruciales de la economía.

- Se acabó el dinero fácil. El mercado inmobiliario de EE UU vivió un gran auge a principios de la década. Con el nivel de los tipos de interés muy bajo, decenas de miles de estadounidenses con recursos escasos pidieron créditos para ver cumplido el sueño de una casa en propiedad. Los bancos y otras entidades especializadas en créditos hipotecarios prestaron dinero a mansalva a gente incapaz de demostrar unos ingresos mínimos y regulares. Son las ya célebres hipotecas de alto riesgo, origen de la tormenta financiera de este mes. ¿Por qué se prestó dinero con tanta alegría? Porque las entidades pudieron convertir esas deudas de baja calidad en activos para venderlos en el mercado, y así evitar parte de los riesgos de impago. Los inversores en este mercado secundario de deuda se financiaban a su vez con dinero prestado a bajo interés que utilizaban para arriesgar en estos activos, que prometían rendimientos más elevados, aunque menos seguros.
La burbuja inmobiliaria empezó a desinflarse en 2006. A medida que subían los tipos de interés, muchos propietarios dejaron de pagar las cuotas mensuales de sus hipotecas. Además, las casas empezaron a bajar de precio y a ser difíciles de vender. Los impagos no sólo perjudicaron a los bancos, sino también a quienes habían comprado activos vinculados a deuda de alto riesgo. La crisis se extendió con rapidez por un sistema financiero cada vez más complejo y con más agentes.
Las dificultades de los ciudadanos con pobre historial crediticio para obtener un préstamo son crecientes en EE UU, y también en el Reino Unido. Está por ver si será así en otros países y si los clientes más solventes tendrán problemas.


- La globalización de los mercados tiene sus peligros. La rápida propagación de la crisis muestra que el embargo por impago de una casa en el Estado de Kansas puede acabar haciendo daño a un pequeño inversor de Alicante. La proliferación de activos respaldados por deuda de baja calidad ha provocado que el riesgo se extienda por todos los mercados. Y la dificultad de seguir la evolución de esos instrumentos -ya sean bonos, derivados u obligaciones- ha llevado a algunos gestores de fondos a no saber con exactitud qué compró y cuánto dinero ha perdido.
La incertidumbre se ha apoderado de los inversores, que han vendido sus activos de mayor riesgo para protegerse de males mayores. Muchos han querido deshacerse de esos títulos al mismo tiempo y no han encontrado comprador, con la consiguiente caída del valor de sus inversiones. A partir de ahora, el riesgo costará más caro.


Los expertos también se equivocan. Hasta el viernes de la semana pasada, cuando la Reserva Federal bajó su tipo de descuento -con el que presta dinero a los bancos en dificultades- y expresó su preocupación por el peligro de que la crisis acabe dañando a la economía, sus responsables llevaban meses, si no años, enviando mensajes de tranquilidad a los inversores. En su último año en el cargo, el ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan llegó a animar a los estadounidenses a pedir más hipotecas a tipo de interés variable, muy comunes en España pero poco frecuentes en EE UU, donde la tradición es el tipo fijo. Su sucesor, Ben Bernanke, afirmó el año pasado que lo más probable era que el mercado inmobiliario de EE UU experimentara "un enfriamiento gradual en lugar de una ralentización repentina". En marzo pasado, el primer ejecutivo de Countrywide Financial -segunda entidad hipotecaria de EE UU y una de las más castigadas por la crisis- dijo en televisión que la preocupación de los mercados por las hipotecas de alto riesgo era excesiva.

- Hay que revisar el sistema de alarma. Las más prestigiosas agencias de calificación de riesgo, Moody's y Standard & Poor's, no advirtieron del peligro y esperaron hasta el último momento para avisar de lo que se avecinaba. Las autoridades de EE UU y la UE están investigando su papel en la crisis, ya que también aconsejaron (y cobraron por ello) a los fondos sobre cómo estructurar su cartera para obtener la máxima calificación. Las agencias se defienden diciendo que sus calificaciones no son palabra de Dios, sino un elemento más para la toma de decisiones.
Además, muchos modelos informáticos utilizados para calcular los riesgos de determinados activos y situaciones han fallado. Consecuencia: los agentes han perdido confianza en las instituciones y en los mecanismos encargados de hacer sonar las alarmas.


- La economía notará el impacto, especialmente la de EE UU. Así lo han reconocido el propio secretario estadounidense del Tesoro, Henry Paulson, y el subdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI), John Lipsky, ambos con gran experiencia en grandes firmas de Wall Street. En una economía globalizada, las repercusiones de la crisis tendrán alcance global, y los economistas han comenzado ya a rebajar las previsiones de crecimiento para este año.
Una de las consecuencias de la crisis ha sido la falta de liquidez en el mercado bancario, donde las entidades de crédito se prestan dinero unas a otras. Todo el mundo quiere reducir los riesgos y tiene miedo a prestar dinero. La falta de liquidez, paliada en parte por las inyecciones de dinero de los bancos centrales, endurece las condiciones de los créditos. A medio plazo, es probable que esas reticencias a prestar dinero hagan más difícil que las empresas y los consumidores, ya de por sí muy endeudados, logren financiación. Los bancos y sociedades de inversión estadounidenses más afectados por la crisis han comenzado a despedir empleados y ya se ha detectado una ralentización del mercado de alquileres de oficinas. La volatilidad en los mercados ha dejado en suspenso numerosas fusiones y adquisiciones, ya que los posibles compradores no están seguros de qué precio pagar y tienen dificultades de financiación. En EE UU se apunta ya una caída del consumo, motor de la mayor economía del mundo.


- Los bancos centrales refuerzan su posición. Los mercados se han tambaleado y el desastre ha estado cerca, pero las inyecciones de dinero en los mercados monetarios a cargo de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo han logrado que no cunda el pánico.

¿Bajarán los tipos de interés? El mercado da por descontado que la Reserva Federal lo hará del 5,25% al 5% el próximo 18 de septiembre, fecha prevista para la reunión de su comité ejecutivo, aunque han surgido voces contrarias a que la política monetaria sirva para sacar de un apuro a entidades que hicieron malas inversiones. En la zona euro los pronósticos apuntan en la dirección opuesta. A menos que el BCE vea peligro para el crecimiento económico, los tipos de interés subirán del 4% al 4,25% en septiembre.
J. P. VELÁZQUEZ-GAZTELU - "El País" - Madrid - 26-Ago-2007

sábado, 25 de agosto de 2007

El hechizo de los recursos naturales: ¿existe solución?

La "Enfermedad Holandesa"
Cuando la Shell descubrió petróleo en el delta del Níger muchos aventuraban un futuro esperanzador para Nigeria. Sin embargo, las cosas han cambiado mucho y el país es hoy más pobre que cuando se creó en 1960. La Guerra de Biafra, la mayor guerra civil africana, fue en parte un intento de la región del Este y de la etnia Igbo para lograr el control exclusivo de los recursos petrolíferos. La inestabilidad política y la dictadura han caracterizado la vida política en Nigeria durante los últimos 30 años; mientras que otros países que partían desde niveles similares de renta per capita y sin recursos naturales (como por ejemplo Indonesia) han logrado mayores niveles de estabilidad política y crecimiento.
Otros países como Venezuela, Sierra Leona, Guinea Ecuatorial, Ecuador, Botsuana o el Congo han seguido una trayectoria similar a la nigeriana. Los diamantes, el gas, el petróleo o el oro constituyen recursos naturales sometidos al intrigante hechizo por el cual el país que los posee en exceso queda condenado económicamente al retraso.


¿Cuáles son las causas de este hechizo? ¿Cómo puede romperse?
Como señalan Stiglitz y otros economistas existen tres razones que explican la maldición de los recursos naturales.

En primer lugar las grandes perspectivas de beneficio que se derivan de recursos como el petróleo orientan a los dirigentes políticos y empresariales hacia objetivos perversos.
Los dirigentes políticos tienden a desear una porción cada vez mayor del pastel, mientras que los empresarios tratan de sobornar al gobierno o a la administración en vez de producir. Estas conductas han provocado en muchos lugares guerras y fuertes corruptelas.
En segundo lugar, los recursos naturales están sujetos a precios altamente volátiles y determinados en los mercados financieros internacionales, que pueden entrar en crisis repentinas de funestas consecuencias para los países más pobres.

La volatilidad de los precios puede traducirse en volatilidad macroeconómica y, por tanto, en tasas de desempleo e inversión excesivamente cambiantes.
En tercer lugar, los recursos naturales están sometidos a la conocida 'enfermedad holandesa'.

Los síntomas de esta enfermedad son la fuerte sobrevaloración del tipo de cambio como consecuencia de la masiva entrada de divisas y las consiguientes dificultades de otros sectores productivos de la economía, que sufren para exportar sus productos o ser competitivos a nivel interno dado lo barato que resulta importar.
De esta manera, tal y como le pasó a Holanda tras descubrir el petróleo del Mar del Norte, puede muy bien suceder que la explotación de un recurso natural vaya acompañada de altos niveles de desempleo causados por la debilidad del mercado interno.

¿Cuál de estas causas afecta en mayor medida al desarrollo?
En un trabajo de carácter académico
Xavi Sala i Marti y Arvind Subramanian estudian estadísticamente esta cuestión concluyendo que las dotaciones de recursos naturales sobre todo afectan al crecimiento de los países a través de sus perniciosos efectos sobre la corrupción. Según sus argumentos, los minerales y el petróleo generan un deterioro institucional que se expresa en fuertes niveles de corrupción y que opera en un doble sentido.
Por un lado, los gobiernos que tienen un fácil acceso a los recursos naturales no necesitan promover la creación de riqueza y, posteriormente, grabarla con impuestos.
Por lo tanto no existen incentivos al buen manejo económico porque el dinero 'cae del cielo'. Por otro lado, los ciudadanos, al no pagar impuestos, tienen menos incentivos para responsabilizar al gobierno de sus actos y los servicios prestados puesto que no los pagan. Esta falta de conexión entre el gobierno y el ciudadano pervierte las instituciones democráticas.
Desde la ciencia política, el profesor catalán
Carles Boix proporciona una explicación complementaria para dar cuenta del pernicioso efecto que los recursos naturales tienen sobre las instituciones democráticas y entender por qué el gobierno se distancia de los ciudadanos.
Según este autor, el petróleo y los recursos extraíbles de las minas se distinguen de otro tipo de bienes en que son activos específicos del país; es decir, no pueden deslocalizarse en caso de que el gobierno suba en exceso los impuestos o imponga royalties u otro tipo de tributos. A diferencia de una fábrica textil o automovilística, la explotación del petróleo, los diamantes e incluso determinadas plantaciones son activos nada móviles que constituyen 'riquezas específicas del país'.
Ante estas riquezas específicas, el gobierno puede imponer fuertes impuestos sin miedo a perderlas puesto que sólo pueden producirse en el país, esto no sucede con los capitales financieros u otro tipo de industrias.

Los gobiernos pueden disfrutar de esta manera de onerosas rentas que reducen sus incentivos a abrir la participación a la ciudadanía democratizando sus instituciones políticas, ya que supondría que dichas rentas tendrían que redistribuirse entre un número mayor de personas.
Al mismo tiempo, los capitalistas tienen fuertes incentivos a impedir que el Estado se abra a la participación ciudadana que inevitablemente conducirá a una reducción de sus beneficios. Es por ello que la abundancia de recursos naturales frena la democratización y, por tanto, la rendición de cuentas de políticos ante ciudadanos.
Los economistas han denominado a este fenómeno por el cual los países con abundantes recursos naturales obtienen peores resultados económicos que aquellos con menos 'la maldición de los recursos naturales'.

Sin embargo, no todos los países con recursos naturales han sufrido las mismas consecuencias; y países como Noruega, Estados Unidos, Suecia o Canadá han podido desarrollarse todavía más gracias a ellos.
No se trata pues tanto de una maldición sino más bien de un hechizo, dónde está entonces el truco?
Gran parte de la explicación se halla en que los países que se han desarrollado con recursos naturales ya habían desarrollado sus instituciones antes de descubrirlos. Por ejemplo, cuando Estados Unidos descubrió petróleo en Alaska ya disponía de instituciones democráticas básicas que permitían el control de sus gobernantes por la ciudadanía y establecían fuertes sistemas de control entre poderes.

No obstante, la mayoría de países en desarrollo que han descubierto recursos naturales carecían de las instituciones democráticas mínimas y eran por lo tanto más vulnerables a la captura y el saqueo de los recursos de la nación por parte de políticos y empresarios.

¿Qué hacer ante esta situación? ¿Cómo gestionar los recursos naturales para evitar el hechizo?
Obviamente las soluciones varían en función de la problemática que se desee resolver. Por ejemplo, la elevada volatilidad puede solucionarse mediante fondos de estabilización que retienen parte del dinero ganado cuando los precios se mantienen altos, evitando contraer excesivos créditos durante los años favorables. En este sentido, los gobernantes deben resistir la tentación que sobre la mesa ponen los prestamistas internacionales y, por tanto, deben tener visiones de largo plazo y no dirigidas por el populismo cortoplacista tan frecuente en los gobiernos sometidos a un escaso control político y social.
La 'enfermedad holandesa' también tiene una solución teóricamente sencilla, por ejemplo, manteniendo una parte de las divisas obtenidas por la venta del petróleo u otro recurso natural en el extranjero. De esta forma, invirtiendo el dinero en Estados Unidos o en Europa se evita la apreciación excesiva de la moneda y el deterioro del mercado interno y del resto de exportaciones.
La recuperación paulatina de la inversión evitaría la apreciación. No obstante, esta política también ha de luchar contra las presiones cortoplacistas que desean invertir el dinero cuanto antes el país para extraer réditos electorales, así como las de aquellos que argumentan que el dinero del petróleo no ha de utilizarse para fomentar la economía de otros.
Sin embargo, estas medidas de política económica olvidan la raíz principal de la maldición de los recursos naturales:
- la calidad de los institucionales o, lo que es prácticamente lo mismo;
- el control de los políticos.
En este sentido las propuestas más lógicas guardan relación con la mayor democratización de los países y, por tanto, la mayor transparencia del proceso político. Esto es lo que parecen demostrar procesos como los acaecidos en Botswana y los que se están intentando emprender en Nigeria.
Al mismo tiempo, la democratización de los países reduciría los incentivos al cortoplacismo que dificultan la puesta en práctica de las medidas comentadas anteriormente.
Pero la democratización efectiva de los países en vías de desarrollo resulta un objetivo muy difícil de lograr, los políticos todavía cuentan con escasos incentivos para no utilizar los recursos del petróleo en su propio beneficio (electoral, de partido, u otros peores), y las empresas gozan de una fuerte superioridad monetaria y técnica para presionar sobre las instituciones políticas.
Por estas razones algunos economistas de corte liberal están proponiendo como solución que el dinero 'fácil' de los recursos naturales no pase por las arcas del Estado, sino que vaya directamente al bolsillo de los ciudadanos mediante un cheque o anotaciones en cuenta. De esta forma, si el gobierno quiere gastar dinero deberá poner impuestos a los ciudadanos y justificar en qué gasta este dinero.
La puesta en práctica de esta iniciativa levanta, no obstante, muchos interrogantes entre los cuales se encuentran;
- quién serán los destinatarios del dinero, los adultos, las mujeres, los hogares?
- Cuánto convendría redistribuir, todo o una parte significativa de los recursos obtenidos?
- Cómo debería distribuirse, mediante una junta donde figuren representantes del gobierno y la sociedad civil, por las instituciones públicas o directamente por las empresas?
La respuesta a estos interrogantes han de encontrarse en cada país, pero pueden encontrarse respuestas creativas y aplicadas a la realidad nacional si se logra la implicación de todos los actores del país.
El proceso resulta esencial y la voluntad política también, ya que la oposición más dura provendrá precisamente de los gobiernos que en la actualidad gozan de las rentas derivadas de los recursos naturales y que no tienen ningún incentivo a cambiar su situación.

¿Qué hay de las responsabilidades de los países desarrollados? ¿Cómo pueden ayudar?
Al fin y al cabo muchas veces son sus empresas las que sobornan y corrompen a los gobiernos de los países en desarrollo. Los estados de los países desarrollados no pueden cerrar los ojos ante los que hacen sus empresas.
Su papel en este dilema resulta de vital importancia sobre todo en cuanto a la regulación de las empresas que ayudan a la explotación de los recursos naturales. Algunos gobiernos junto con los organismos internacionales como el FMI están intentando incrementar la transparencia de las empresas petroleras. Esto es precisamente lo que Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas del Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido.
Finalmente, la comunidad académica también puede contribuir a este importante debate. En especial, convendría conocer de buenas prácticas internacionales sobre la adecuada gestión de los recursos naturales, desde su extracción hasta el gasto de los recursos ingresados por los gobiernos. También convendría un mayor conocimiento sobre las formas adecuadas de privatización y control de las empresas petroleras.
Así pues, existe un largo camino por recorrer en la mejora de la gestión de nuestros recursos naturales para permitir que los países se democraticen y desarrollen. Todos han de contribuir a la resolución del problema desde sus responsabilidades y conocimientos porque el coste de no resolverlo puede tener graves consecuencias sociales y económicas.

Joan Oriol Prats - "Gobernanza" - 26-Oct-2004

Sarkozy, el hechizo de la política

FRANCIA parece deslumbrada por la figura de Nicolas Sarkozy. Lo demuestra la popularidad presidencial, que supera ya ampliamente el respaldo que obtuvo en las urnas. Acostumbrados a una clase política distante y poco dispuesta a adoptar decisiones de calado, los franceses han encontrado en él a un político con registros personales muy distintos a los conocidos hasta ahora. Por lo pronto, los numerosos gestos de proximidad hacia el pueblo que ha tenido desde su llegada al poder han introducido una novedad en la cultura política francesa. Ha mostrado a los ciudadanos un político de carne y hueso, alguien que se preocupa por los problemas cotidianos de la gente y que es capaz de interrumpir sus vacaciones presidenciales para presidir el funeral de un pescador fallecido en un accidente o, incluso, abrir debates tan polémicos como el la castración química de los violadores y pederastas, tomando postura pública ante él.
En este sentido, hay que tener en cuenta la novedad que ha supuesto Sarkozy en el seno de la democracia de masas francesa. Ha sido capaz de superar el frío formalismo institucional impuesto por el lenguaje de la República, así como la tradicional fractura social a la que han abocado buena parte de los discursos de confrontación partidista manejados por la clase política. Gracias a este cotidiano cuerpo a cuerpo con la ciudadanía, Sarkozy ha logrado dar a su imagen presidencial una aureola de sinceridad y cercanía que, a pesar de la deriva populista que potencialmente encierra, es indudable que los franceses aplauden, ya que han visto a un gobernante dispuesto a empatizar con sus problemas e inquietudes reales. Pero a estos hechos hay que añadir lo que, sin duda, es el principal activo de Sarkozy a los ojos de una sociedad que ha visto en él a alguien dispuesto a afrontar las reformas que Francia necesita y que en sus primeros meses en el Elíseo ha emprendido una ambiciosa política exterior en la que también trata de implicar a la Unión Europea para reactivar el proyecto de construcción continental.
Es precisamente su decidido voluntarismo reformador lo que los franceses más valoran, tal y como ya demostraron en las urnas al apoyar su programa presidencial y, después, al otorgarle la mayoría legislativa que lo hará posible. Las medidas adoptadas hasta el momento y, sobre todo, las que está dispuesto a impulsar a la vuelta del verano -liberalizar el mercado laboral, disminuir el peso de la función pública y los sindicatos- son las que finalmente parecen haber convencido a los franceses de que tienen ante sí a un político dispuesto a romper con el pasado.

Esto es, un gobernante comprometido con lo que piensa y resolutivo, decidido a materializar el proyecto por el que fue elegido y, por tanto, a cumplir la palabra dada. Por lo que se ve, toda una novedad en Francia, tal y como demuestran las encuestas. Ahora sólo queda saber si el idilio no será un amor de verano.
Editorial - "ABC" - Madrid - 25-Ago-2007

El goce de leer

La tarea y el placer no se concilian. El goce de la lectura supone gratuidad

Me ha tocado en suerte en las últimas semanas -a raíz de un proyecto de fomento al libro y la lectura- conversar con profesores acerca de lo poco y cada vez menos que se lee.Hay cierto acuerdo en que la causa principal es más una cultura en que prevalece la búsqueda del goce inmediato y fácil, que el precio o difícil acceso al libro. Porque la lectura tiene su goce, pero es pausado y moroso, y supone gratuidad.¿Qué placer es éste, y de qué modo nos tornamos insensibles a él? Daniel Pennac, en su ensayo "Como una novela", sostiene que ese goce surge cuando se satisface el deseo ancestral de escuchar historias bien contadas.Siempre, me atrevería a decir, desde que el hombre dispuso del don del habla en la caverna hasta el novelista y el cineasta contemporáneos (que van tan tomados de la mano), han existido seres humanos dotados del talento extraordinario de contar cuentos, de fabular, y siempre, también, se han reunido en torno a ellos personas que disfrutan escuchándolos. El deseo de oír ficciones que nos trasladen de nuestro mundo rutinario, que suspendan nuestra pertenencia a la realidad cotidiana, es esencial para definir nuestra privilegiada asociación con lo simbólico.Si usted o yo no sentimos ese deseo y, por ende, estamos cerrados (temporalmente, esperemos) al goce de la lectura, una enfermedad grave nos ataca.Pennac cree que la enseñanza del lenguaje y la literatura en los colegios o, mejor dicho, cierto modo de enseñarlos, al someterlos a una serie de análisis y áridas actividades, a sosas y permanentes evaluaciones, los convierten en mera tarea. Y la tarea y el placer no se concilian.
Su idea central es la necesidad de abrir un ámbito de gratuidad para la lectura, un espacio mental en que el potencial lector mantenga una holgura máxima, que propicie el despertar de aquélla como un don placentero. Ese pasear soberano por el libro lo resume en los siguientes derechos:
- el derecho a no leer;
- el derecho a saltarse páginas;
- el derecho a leer cualquier cosa;
- el derecho al "bovarysmo" (es decir, a la lectura ingenua, que busca la satisfacción inmediata de emociones y sensaciones);
- el derecho a no terminar el libro;
- el derecho a leer en cualquier parte;
- el derecho a releer;
- el derecho a "picotear";
- el derecho a leer en voz alta, y
- el derecho a callarse.
Los libros y los guardianes de los libros pueden matar el goce de leer.
La lectura debe ser rescatada de las garras de la estéril laboriosidad y, como contrapartida, regalarle un tiempo bueno (de calidad, no residual ni desgastado), para que se dé, acaso, esa lectura gozosa, emparentada con el saborear y, por eso mismo, excluyente de toda ansiosa premura.
Pedro Gandolfo - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 25-Ago-2007

Teodicea de primero de seminario

El silencio de Dios que acusa en sus cartas privadas la beata Teresa de Calcuta -mirar al Cielo y no ver, escuchar y no oír- está en el principio de los tiempos religiosos. No hay debate teológico de altura que no haya buscado su propio lenguaje sobre esa realidad misteriosa que los creyentes llaman Dios, Alá, Yahvé, Buda, etc. De ser cierto que Teresa de Calcuta flaqueó en su fe, ello no quita sino que añade valor a una vida dedicada a los pobres con un tesón admirado en todo el mundo -premios de todas partes, incluido el Nobel de la Paz. Sencillamente, no tenía lo que en España llamamos "la fe del carbonero". Loada sea.
Hablamos, además, del sufrimiento humano. Cómo vivir entre pobres; mejor dicho, cómo sufrir injusticias, violencias o tragedias sin preguntarse adónde está Dios, o por qué calla.
Lo hizo incluso Benedicto XVI durante su visita al campo de concentración de Auschwitz: "¿Por qué, Señor, has tolerado esto?". Y lo preguntó de otra bella manera el filósofo alemán Teodoro Adorno: "¿Es posible hacer poesía después de Auschwitz?".
El problema de fondo es, para los creyentes, la incompatibilidad de dos atributos de Dios, de su dios: el de la bondad y el de la omnipotencia. Lo planteó el griego Epicuro, en una formulación que angustia siempre a los estudiantes de teodicea, en primero de seminario: Dios, frente al mal, o quiere eliminarlo pero no puede (1); o no quiere (2); o no puede y no quiere (3), o puede y también quiere (4). En el primer caso, Dios no sería omnipotente, en el segundo no sería bondadoso o moralmente perfecto, en el tercero no sería ni omnipotente ni bondadoso o moralmente perfecto, y en el cuarto Epicuro plantea la pregunta acerca de cuál es el origen de los males y por qué Dios no los elimina. Voltaire se preguntó lo mismo tras el terremoto que destruyó Lisboa en 1755.
Teresa de Calcuta debía pensar algo parecido ante la falta de respuesta a sus clamorosas llamadas de solidaridad. Dicen que era testaruda y muy malhumorada, a veces. Fue lo que más impresionó a Juan Pablo II, que inició con ella el proceso de santificación más rápido de la historia pontificia. El papa mismo recibió reproches por vivir en lujos. "Dar hasta que duela, y cuando duela dar todavía más", era el lema de Madre Teresa. Como para triunfar en Roma, o en un sistema capitalista que ni siquiera da a los pobres lo que le sobra.
Así que, ¿dónde está Dios cuando el hombre sufre? La pregunta está en la noche de los tiempos. La hace el propio fundador cristiano en la cruz, cuando grita: "Señor, señor, por qué me has abandonado". Y es, ahora dirigido a la jerarquía del catolicismo, el reto de los castigados teólogos de la Liberación, por los que Teresa de Calcuta declaró antipatía. Ahora se ve que se hizo las mismas preguntas, y que tenía iguales desánimos por el silencio del Dios liberador. Quizás pensó, también, como el poeta peruano César Vallejo, en nombre de todos los atropellados del mundo: "Yo nací un día / que Dios estaba enfermo / grave".
Los teólogos de la liberación claman contra el silencio de Dios, pero se duelen sobre todo por la falta de conciencia de la humanidad (jerarquías, poderosos, acomodados). Son rebeldes con causa sobrada. En cambio, Madre Teresa defendió, antes que nada, la fidelidad al magisterio de Roma. Debió sufrir mucho, como descubren sus cartas. También ella encontró la mayor pobreza moral, no en los arrabales de Calcuta, sino en los países ricos.

JUAN G. BEDOYA - "El País" - Madrid - 25-Ago-2007

Cooperación vs. Competencia

La realidad es que el capital y el individualismo se resisten a implantar la verdadera calidad en las empresas.
El cociente intelectual del equipo es potencialmente superior al de cada uno de sus miembros


Hemos crecido en un clima competitivo entre personas, equipos, departamentos, colegios, universidades. Pocos ámbitos se escapan de esta peligrosa plaga ensalzada como el comodín del desarrollo. Nos dijeron que la competencia resolverá nuestros problemas pero la realidad es que tal y como se está fomentando la competencia, es pura competitividad destructiva más que otra cosa. Todos hemos padecido sus dentelladas de una u otra manera, porque la tentación individualista está ahí: más títulos, más poder, más dinero... Y cuando se consiguen y se alcanza una posición, se dispara una nueva ambición aparejada a una nueva necesidad de reconocimiento. Son legión los que sienten eclipsados sus logros cuando no les son reconocidos, siendo capaces, en su vanidad, de relegar al logro mismo por unas gotas de vanagloria. Estuvo fino el pesimista Huxley cuando dijo que "la gente obtiene siempre lo que pide; la única dificultad es que no sabe nunca, hasta que la obtiene, qué cosa es la que realmente pidió". Nuestro mundo neoliberal predica muchas cosas, pero lo que se respira en las empresas es lo que impera en el ambiente: la cultura del ego, ese bichito que nos convence de que podemos crecer al margen del resto de los humanos; suele venir disfrazado de una hiperactividad del trabajo que esconde muchas cosas en derredor de uno mismo. Deming y su idea de calidad nos muestran que las personas no comprenden que lo mejor para un colectivo y lo que es lo mejor para todo el mundo suelen coincidir. País, empresa, grupo grande o pequeño: la cooperación de todos produce mejor ambiente que la competividad de unos contra otros y unos resultados que ésta nunca podrá lograr. En plena era postindustrial en la que tanto se habla del capital intelectual, el valor añadido se cimienta en actitudes propias de la inteligencia emocional: los padres actuando como educadores, los profesores facilitando experiencias en los alumnos, los empresarios haciendo partícipes del desarrollo del negocio a los empleados, estos compartiendo entre sí... Gestionar el conocimiento facilita las estructuras y la sensibilidad de los valores necesarios para que en una organización se potencie el aprendizaje compartido que logre extenderse fuera de las fronteras del mundo laboral.
En este sentido, David Bohm hizo una gran aportación al análisis del trabajo en equipo al percibir el pensamiento como un fenómeno colectivo en torno al diálogo para que ganen todos por encima del triunfo individual. Trabajando como colegas en la búsqueda común a partir de un conflicto de ideas, no es más que un facilitador del aprendizaje continuo: "El cociente intelectual del equipo es potencialmente superior al de los individuos". Todos sabemos que, para que una organización aprenda e innove, tiene que promover la cooperación y la colaboración entre los empleados, aceptar riesgos, dar importancia a lo global y estar orientada a la creatividad, al análisis y a la intuición. Todos proclaman que las personas son el principal activo de la empresa, pero la realidad es que el capital y el individualismo se resisten a implantar la verdadera calidad en la empresa. Se sabe cómo hay que hacer las cosas y cómo dirigir las personas, pero... Por otra parte, se quiere ganar ya, y se arriesga a perder ya. Se pretende una especie de presente continuo individualista y contradictorio. Los constructores de catedrales trabajaban sabiendo que ni ellos ni sus hijos, canteros o albañiles también, no verían terminada la catedral. Su trabajo no era para salir del paso, sino que hacían algo grande pensando en las generaciones venideras. Lo contrario nos está llevando a un desprecio por lo que pueda pasar pasado mañana. Necesitamos un cambio de talante para beneficiarnos de la cooperación. Puede que muchos intentos sean fallidos y parezca que no avanzamos por la senda de compartir talento y esfuerzos, dado que las cosas importantes requieren constancia y tiempo. Es una constante también en este tiempo, que el éxito es de los que perseveran con esperanza, sabiendo que no se puede cambiar un talante de la noche a la mañana. Que todavía estamos muy lejos de alcanzar el espíritu que atribuyen a Diógenes, cuando un día se puso a pedir limosna a una estatua de mármol. Evidentemente, no obtuvo ninguna moneda, pero él continuaba pidiendo.
"¿No es tiempo perdido?", le preguntó alguien.
"No es tiempo perdido -respondió-; estoy acostumbrándome a recibir negativas".
Gabriel Mª Otalora - "DEIA" - Bilbao - 23-Ago-2007

El saber ocupa lugar

Si estudias, no trabajas; o inviertes con riesgo o te pones a ingresar lo que puedas. Cualquier opción encierra incertidumbre, la una te da conocimiento teórico de posible valor en el futuro, la otra destrezas prácticas de garantizado valor sólo a corto plazo.
En caso de optar por el estudio, no eliminas los dilemas: si vas a Electrónica de FP, obviarás la rama de Administración; si haces Económicas no podrás con Telecomunicaciones. Optar por las Humanidades es renunciar a las Tecnológicas; incluso con una mezcla de disciplinas afines -Periodismo y Derecho- podrías caer en el diletantismo sin especialización. Quien mucho abarca poco aprieta, nos decían los ancestros experimentados. No es fácil elegir bien; además hoy aún no es posible seleccionar un menú educativo a la carta. Al presentarse como garante educativo, el Estado también procuró controlar la educación, burocratizando la oferta e imponiendo contenidos.
En la España actual las cosas no acaban de funcionar. Los jóvenes sólo dominan bien lo que realmente les gusta: el uso de Internet para descargas de películas, juegos informáticos, el Messenger, los móviles, las cámaras digitales, las MP3 y demás artilugios de la modernidad. Pero en general se expresan deficientemente, argumentan con parquedad y redactan para audiencia de colegas. Sólo se salvan las minorías con padres a la antigua, de lectura diaria, prensa y hábitos intelectualmente organizados. Que haberlos haylos y de todas las tendencias políticas e ideológicas. Pero garantía de calidad educativa, nada de nada; impera el sálvese quien pueda.
En esto llega una nueva materia, de etéreos contenidos y polémica implantación, la Educación para la Ciudadanía. Otra más para añadir al abanico de potenciales inanidades, que ocupan tiempo y generan carga impositiva. No servirá ni para adoctrinar políticamente; tarea que requiere recompensas tangibles a los propios, y palo y tente tieso a los adversarios. Los mensajes en abstracto se los lleva el viento, cuando no la papelera. Mejor suprimir materias del programa actual y ponderar las importantes; hacer más flexibles los paquetes de disciplinas y controlar la acreditación de títulos, para que detrás de los papeles haya conocimientos y destrezas reales.
El saber ocupa lugar, hay que administrar el tiempo, el dinero y los esfuerzos. Sobre todo si los actuales se están malgastando, impresión cada vez más extendida. Bastaría un poco de sensatez, sentido común y voluntad de servir a la ciudadanía. No les impongan nada, dejen que los que saben de verdad oferten libremente lo que tiene valor potencial, interés y utilidad; como en la mayoría de las cosas de la vida. La gente se mueve y aprende rápido, acabará escogiendo bien a base de tanteo y experiencia. No les hagan más penoso el traer descendencia a este mundo. Se están quedando sin clientes.

Pedro Arias Veira - "La Voz de Galicia" - 25-Ago-2007