La juventud no es una época de la vida. Es un estado de la mente. Es una demostración de la voluntad, una cualidad de la imaginación, el vigor de las emociones, el predominio del valor sobre la timidez, el deseo de aventuras en contraste con los deseos de comodidad.
Nadie es viejo solo por haber vivido un cierto número de años. Se envejece solo cuando se abandonan los ideales. Los años arrugan la piel; renunciar a los ideales encoge el alma. La inquietud, la duda, la falta de confianza, el temor y el desaliento... son los factores que al cabo de largos años hacen inclinar la cabeza y encaminar el espíritu hacia el ocaso.
Que se tengan 70 o 16 años, hay siempre en el corazón humano el amor a lo maravilloso, la dulce admiración por las estrellas y por todo lo que irradia luz, sean acciones o pensamientos, el intrépido desafío de los acontecimientos, el inagotable infantil apetito del ¿ qué viene después?.
Uno es tan joven como su confianza, tan viejo como su temor; tan joven como su esperanza, tan viejo como su desesperación.
Mientras tu corazón reciba mensajes de belleza, de alegría, de intrepidez, de magnificencia y de poder de la tierra, de los hombres y del infinito, eres joven.
Cuando todos los resortes se han aflojado y todos los rincones del corazón estén cubiertos con la nieve del pesimismo y el hielo del cinismo, entonces y solo entonces, habrás llegado a viejo; y cuando esto suceda ....
¡que Dios tenga misericordia de tu alma!
G. Douglas Mc Arthur
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