sábado, 25 de agosto de 2007

El saber ocupa lugar

Si estudias, no trabajas; o inviertes con riesgo o te pones a ingresar lo que puedas. Cualquier opción encierra incertidumbre, la una te da conocimiento teórico de posible valor en el futuro, la otra destrezas prácticas de garantizado valor sólo a corto plazo.
En caso de optar por el estudio, no eliminas los dilemas: si vas a Electrónica de FP, obviarás la rama de Administración; si haces Económicas no podrás con Telecomunicaciones. Optar por las Humanidades es renunciar a las Tecnológicas; incluso con una mezcla de disciplinas afines -Periodismo y Derecho- podrías caer en el diletantismo sin especialización. Quien mucho abarca poco aprieta, nos decían los ancestros experimentados. No es fácil elegir bien; además hoy aún no es posible seleccionar un menú educativo a la carta. Al presentarse como garante educativo, el Estado también procuró controlar la educación, burocratizando la oferta e imponiendo contenidos.
En la España actual las cosas no acaban de funcionar. Los jóvenes sólo dominan bien lo que realmente les gusta: el uso de Internet para descargas de películas, juegos informáticos, el Messenger, los móviles, las cámaras digitales, las MP3 y demás artilugios de la modernidad. Pero en general se expresan deficientemente, argumentan con parquedad y redactan para audiencia de colegas. Sólo se salvan las minorías con padres a la antigua, de lectura diaria, prensa y hábitos intelectualmente organizados. Que haberlos haylos y de todas las tendencias políticas e ideológicas. Pero garantía de calidad educativa, nada de nada; impera el sálvese quien pueda.
En esto llega una nueva materia, de etéreos contenidos y polémica implantación, la Educación para la Ciudadanía. Otra más para añadir al abanico de potenciales inanidades, que ocupan tiempo y generan carga impositiva. No servirá ni para adoctrinar políticamente; tarea que requiere recompensas tangibles a los propios, y palo y tente tieso a los adversarios. Los mensajes en abstracto se los lleva el viento, cuando no la papelera. Mejor suprimir materias del programa actual y ponderar las importantes; hacer más flexibles los paquetes de disciplinas y controlar la acreditación de títulos, para que detrás de los papeles haya conocimientos y destrezas reales.
El saber ocupa lugar, hay que administrar el tiempo, el dinero y los esfuerzos. Sobre todo si los actuales se están malgastando, impresión cada vez más extendida. Bastaría un poco de sensatez, sentido común y voluntad de servir a la ciudadanía. No les impongan nada, dejen que los que saben de verdad oferten libremente lo que tiene valor potencial, interés y utilidad; como en la mayoría de las cosas de la vida. La gente se mueve y aprende rápido, acabará escogiendo bien a base de tanteo y experiencia. No les hagan más penoso el traer descendencia a este mundo. Se están quedando sin clientes.

Pedro Arias Veira - "La Voz de Galicia" - 25-Ago-2007

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