Con fuertes altibajos -como los del viernes-, la profunda crisis financiera que vivió el mundo desde septiembre podría ir quedando atrás.
La liquidez ha ido retornando gradualmente a los mercados, aunque las condiciones de acceso al crédito se han modificado sustancialmente para personas y empresas. Por supuesto, pasará mucho tiempo antes de que el mercado financiero muestre la fluidez de antaño.
Ahora las miradas comienzan a concentrarse en el sector real de la economía. Éste sufrirá impactos directos, que aún no están del todo cuantificados.
Además,
- las expectativas de los agentes económicos han caído fuertemente,
- lo que, unido a las significativas pérdidas en la riqueza mundial,
- reducirá el consumo y la inversión en una proporción considerable.
Las economías más grandes seguramente vivirán un proceso recesivo cuya duración, en todo caso, es difícil de anticipar.
Habrá, pues, un período de malas noticias que agregará aún más volatilidad a los mercados accionarios, y habrá ocasionalmente fuertes retrocesos en la bolsa, como al terminar la semana pasada.
Las caídas que han sufrido los precios de productos como el cobre y el petróleo son una clara demostración de que se espera una desaceleración que no será breve.
Pero tampoco debe exagerarse la situación.
- La economía mundial venía de un período de fuerte crecimiento que ha permitido a muchas empresas enfrentar bien capitalizadas esta época de turbulencias.
- Muchos países, al igual que Chile, han acumulado ahorros que pueden ser usados para desarrollar una política fiscal contracíclica, y encarar de mejor forma el actual descalabro económico.
- A su vez, los países emergentes, que han crecido en importancia económica en las dos últimas décadas, enfrentan este período en buen pie, con lo que contribuirán a sostener el crecimiento mundial.
El FMI estimaba hace poco el crecimiento de la economía mundial en 3% -una revisión a la baja de casi un punto porcentual respecto de la proyección de abril de este año-.
Es un cambio relevante, pero cabe recordar que en los años 90 el mundo tuvo varias veces un crecimiento en torno al tres por ciento o tasas incluso inferiores.
El balance de riesgo de esta proyección es a la baja y, probablemente, un crecimiento de 2,5 a 3 por ciento sea más realista.
Pero si los países administran sus economías con sensatez y no caen en políticas equivocadas -como los proteccionismos tan propios de estas coyunturas-, es posible que hacia fines de 2009 o comienzos de 2010 el mundo recupere, al menos parcialmente, algo del dinamismo previo a esta crisis.
Editorial - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 26-Oct-2008
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