TRABAJA -«por ahora», matiza- de directivo en un banco de inversión, «así que no me preguntes cómo estoy: te lo imaginas perfectamente. Acojonado, sí».
Pone un gesto de alivio amargo mientras le pega un sorbo a la cerveza y se afloja el nudo de la corbata. «Y no sólo por mí, que también, sino porque estamos en un momento en el que nadie sabe a ciencia cierta qué diablos está pasando, ni mucho menos lo que va a pasar. No creas que es agradable hablar estos días con clientes angustiados que pierden los millones a punta de pala. Y lo peor es que no sabemos hasta dónde llega el agujero».
«Mira, esto es como si después de una orgía en la que hubiese participado mucha gente, todo el mundo acostándose entre sí, se descubriese que algunos de los que estaban tenían el sida.
- ¿Puedes imaginarte la sensación de pánico e incertidumbre?
Pues así estamos en el sistema financiero; durante los años alegres se ha ido creando
- una especie de banca paralela, de papel, fuera de referencias,
- a base de productos de riesgo muy alambicados y fuera de control, y
- ahora que han caído varias entidades nadie sabe exactamente hasta dónde le llega la contaminación.
Cuando digo nadie es nadie, quizá tampoco los grandes, aunque evidentemente estén en mejores condiciones para resistir un pufo parcial. Por eso es de risa la afirmación de Zapatero sobre el sistema más sólido del mundo. Qué sabrá él. Se entiende por tranquilizar, pero te lo digo de veras: nadie puede saber ahora mismo hasta qué punto está o no infectado por el virus. Hazte cargo».
«Y, claro, en estas condiciones, me río yo del debate sobre el liberalismo y el mercado. Al final, la cosa es como es:
- o Bush saca adelante el plan de rescate
- o nos vamos a ir todos al carajo, unos antes que otros, cierto, pero al final prácticamente todos.
Y sí, habrá que reinventar el sistema, pero primero es salvarlo. Ya no sirve la vacuna, ahora toca la medicina o la cirugía. Lo que pasa es que en Estados Unidos la gente está enconada contra los tiburones de Wall Street, por su forma obscena de ganar dinero en los últimos años a base de especulación, y ese cabreo en vísperas electorales es lo que está bloqueando el plan porque los ciudadanos quieren sangre, que arrastren por las calles a los financieros, y en esa ira lógica no se dan cuenta de que ellos también van a ir al barranco si no se salva todo el mundo.
Tiene gracia: al final, el mundo entero, el mundo occidental, pendiente de Bush, después de todo lo que ha pasado estos años. Y encima de un Bush a punto de largarse».
«¿Que qué hacer con el dinero?
- Pues aguantar y rezar, si sabes, no te lo vas a guardar debajo de la cama.
- Puede haber algún problema, yo creo que lo habrá, con alguna caja o banco pequeño, pero no será significativo salvo que cunda un pánico masivo y se contagie. En eso sí tenemos en España un sistema de intervención razonable, aunque convendría que Zapatero y Rajoy marcasen un acuerdo político para no pelearse si ocurre un problema.
Sí, sí, ya, que te entran ganas de coger tus ahorros y echar a correr, ¿no?
Pero dime adónde te ibas a ir que encontrases un banco del que fiarte... China está muy lejos y no te iban a dejar entrar...»
IGNACIO CAMACHO - "ABC" - Madrid - 2-Oct-2008
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