Centenares de empleados despedidos del quebrado banco Lehman Brothers en Londres ahogaron sus penas como ex dueños del universo mientras sonaba atronadora la canción de REM Es el fin del mundo como lo hemos conocido.
En Berlín, el ministro alemán de Finanzas aseveraba que "EE UU perderá su papel como la superpotencia del sistema financiero global". Algunos incluso hablan del fin del capitalismo mientras el camarada Nicolas Sarkozy relee El Capital de Marx.
Se habla en la calle de que lo que le ocurre a Estados Unidos es la caída del imperio romano, y algunos creen ver con claridad que, así como en 1989 la caída del Muro de Berlín cerró el corto siglo XX, la crisis financiera global y la probabilidad, alta, de que acabe en una recesión mundial, convertirá a este extraordinario año 2008 en el comienzo de un siglo XXI que ya no será americano.
Hasta "The Economist", la Biblia del libre mercado, admite que "el capitalismo está acosado". Políticos y periodistas somos proclives a las frases cinceladas en mármol y a abusar de los términos históricos.
Pero también hoy cabría aplicar la frase de Mark Twain: "Las noticias sobre mi muerte son muy exageradas".
Pretendo, en esta primera columna quincenal que hoy inicio, acotar los límites de lo que estimo cierto desbordamiento histórico.
No nos vaya a pasar como a Fukuyama, que ya pronosticó hace 19 años el final de la Historia. Ojo con las noticias bomba aún prematuras.
Estados Unidos es hoy el único imperio realmente existente. Con dos guerras sin cerrar ha extendido en exceso el alcance de su poder. Esto ya le ocurrió a Felipe II y al imperio británico con consecuencias catastróficas para su hegemonía global.
Pero Estados Unidos continúa siendo
- la nación que mejor recoge y admite al resto del mundo;
- es todavía el país de las oportunidades,
- posee la máxima capacidad de innovación y
- su reconocido pragmatismo está a punto de admitir que solos no podemos y, por tanto, de pasar página.
Quedan sólo 10 días para conocer la que puede ser la noticia más esperanzadora en medio de esta intensa niebla: el 4 de noviembre, un negro de 47 años puede, según los pronósticos a fecha de hoy, alzarse con la Casa Blanca.
Si esto es así, y sólo una catástrofe en forma de atentado terrorista masivo en Estados Unidos podría aún quizás impedirlo, Barack Obama será presidente. Se cerrará el ciclo del neoconservadurismo tóxico que ha acabado con las posibilidades de McCain, arrastrando al desastre al Partido Republicano.
Aunque no tan seguro, pero sí discutible, el eventual triunfo del senador por Illinois señalaría el fin de la revolución ideológica Reagan-Thatcher iniciada en 1980. Queda por ver si la esponja de recuperación de la imagen de Estados Unidos que pasaría Obama por la superficie de todo el mundo estará acompañada de un rearme ideológico y unas reformas firmes.
Sólo queda China con su impulso demográfico, su fuerte crecimiento -a la baja, pero todavía superior al 9%-, con su capacidad de influir sobre el valor del dólar, con su empuje exportador, como única potencia capaz de hacer sombra a medio plazo al poderío norteamericano.
China emergería así como la gran potencia capitalista, eso sí, con un pequeño detalle: un capitalismo de Estado con partido único y sin libertades. Pero los desequilibrios internos y la corrupción son rémoras que lastran la potencia de China y pueden permitir a unos Estados Unidos renovados seguir desempeñando el papel clave en la escena mundial.
¿Y Europa?
¿Podría el sueño europeo de una sociedad cohesionada, con protección social para todos y crecimiento económico, competir con el modelo del sueño americano?
¿Europa, vieja demográficamente, tiene líderes y voluntad política para dar este salto?
Y España la digna, enmarañada estos días en lograr un puesto en la cumbre del 15-N próximo, donde exageradamente algunos creen que se van a poner las bases para refundar el capitalismo. P
ara ser considerada por quien aún manda en Washington, aunque sea George W. Bush el presidente o el demonio con cuernos, el jefe del Gobierno español tiene que poder sentarse un par de veces al año en el despacho oval de la Casa Blanca.
Es posible que la política de Zapatero hacia Estados Unidos haya obtenido réditos electorales internos para los socialistas.
Pero está claro que hemos hecho un mal negocio, con independencia de que alcancemos un transportín en la reunión del 15 de noviembre.
FRANCISCO G. BASTERRA - "El País" - Madrid - 25-Oct-2008
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