Para volver a una inflación en torno al 3% hay que neutralizar los factores de propagación a través de la acción coordinada de las autoridades.
El origen y la propagación de la actual inflación son fenómenos distintos. Respecto del primero, podemos tener paciencia; pero en cuanto al segundo, no hay otro camino que la resistencia.
Mientras las alzas de precios respondan cada vez más a factores de propagación, se debe ajustar la estrategia para volver a la meta del 3%. Esto exige no sólo reconocer las diferencias entre origen y propagación, sino también los factores que están detrás de esta última. Sólo así podemos seguir una política coherente.
Hay pocas dudas de que la aceleración de la inflación se debió al aumento en los precios de alimentos y de energía que afectó a todo el mundo: EE.UU. tiene en la actualidad su mayor inflación en 25 años y nosotros, en casi 15.
Dado que se trataba de un hecho inevitable, la recomendación era ajustarse a la nueva realidad con una alta dosis de paciencia y ofreciendo poca resistencia a través de políticas de demanda.
El resultado ideal hubiese sido una inflación elevada durante un período breve seguida por un rápido retorno a la estabilidad de precios. Parecía un camino lógico, aunque las autoridades sabían que se había entrado a una zona de peligro.
Aún más, las noticias sobre las variables que originaron la actual inflación son buenas:
- en las últimas semanas se han observado bajas en los precios internacionales de los productos básicos, en un ambiente de desaceleración gradual del crecimiento mundial, que probablemente se mantendrá en 2009, pero sin señales de un freno acentuado en la actividad económica global.
- En el lado de la propagación, sin embargo, las noticias son negativas: los aumentos de precios se han extendido hacia la mayoría de los sectores. Conviene entonces detenerse en los canales a través de los cuales ésta opera.
Factores de propagación
- El primer conducto es la espiral de precios y salarios, a la que se le ha prestado poca atención.
En el largo plazo los salarios reales responden a la tendencia de la productividad, pero esa no es la visión de quienes negocian en el día a día. Así, es natural la resistencia de los trabajadores a que los salarios pierdan poder adquisitivo cuando suben los precios.
En mercados laborales más flexibles, los salarios son más sensibles a los cambios en las condiciones de corto plazo de la economía, que se reflejan en la tasa de desempleo. Esta flexibilidad permite que un alza en los precios de la energía sea absorbida por la economía más rápidamente y con un menor costo para el empleo.
Los mercados de trabajo en Europa son más rígidos que en los EE.UU., por lo que la política anti-inflacionaria europea se ha inclinado más hacia la resistencia y la estadounidense hacia la paciencia.
En Chile, el Banco Central ha señalado que "la dinámica salarial sigue ajustada a patrones históricos", lo que es difícil de entender cuando las condiciones del mercado del trabajo son difícilmente comparables con las del pasado. Además, la escasa sensibilidad que tradicionalmente han mostrado los salarios a las variaciones en el desempleo lleva a poner una nota de alerta sobre este canal de propagación.
Las negociaciones centralizadas -salario mínimo o reajuste del sector público- deben tomar en cuenta que la inflación esperada es menor que la pasada. Por otra parte, los aumentos de productividad, que le dan un margen de holgura a esta espiral, han sido escasos.
- El segundo canal de propagación opera a través de la influencia del tipo de cambio en el precio de los insumos y de los bienes importados.
Según el análisis del Banco Central, "la apreciación cambiaria de los últimos meses ha contribuido a atenuar el aumento de la inflación", lo cual no se hace cargo del efecto que está teniendo la intervención cambiaria, que es incoherente con una política que se orienta a mitigar la propagación inflacionaria. Mantener invariable esta política cuando las condiciones han cambiado requiere una explicación distinta a la que se ha entregado hasta ahora.
- El tercer canal de propagación son las expectativas de inflación.
El análisis del Banco Central considera que éstas siguen, en lo fundamental, alineadas con la meta y que las desviaciones que se calculan a través de las compensaciones inflacionarias en las tasas de interés se deben a una mayor incertidumbre inflacionaria. También en este caso conviene actualizar esta conclusión.
- Por último, está la demanda agregada.
Los excesos de demanda presionan los precios en los mercados de bienes y de factores. Lo relevante para la inflación es la brecha entre el producto de tendencia y la demanda agregada, que probablemente era nula cuando se produjo la aceleración de la inflación en 2007 porque tanto la política monetaria como la fiscal tenían un sesgo expansivo.
Desde mediados del año pasado, esta brecha está aumentando y es el canal que genera mayor costo para bajar la inflación.
Estos cuatro canales de propagación actúan conjuntamente y, dado el objetivo de reducción de la inflación, la fuerza residual la debe poner la política monetaria. Por esta razón, el nivel que alcance la tasa de interés dependerá de la capacidad del propio Banco Central de administrar los factores de propagación en los que tiene influencia y de la ayuda que reciba de Hacienda para el resto.
Las medidas recién anunciadas, de reducción transitoria en el impuesto a los combustibles y la eliminación del impuesto en operaciones financieras, así como los anuncios de mayor austeridad fiscal, son una ayuda en una senda en la cual hay que perseverar.
La economía necesita volver a una inflación en torno al 3% anual. Dado que las alzas que originaron la aceleración probablemente sean asunto del pasado, hay que seguir una estrategia coherente para neutralizar los factores de propagación, en la cual la acción coordinada de las autoridades es muy relevante.
JORGE MARSHALL - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 26-Ago-2008
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