El mayor problema para la política monetaria chilena estaría en el ámbito laboral, ya que al ser un mercado del trabajo poco flexible, complica el ajuste en los salarios a un escenario de tasas más altas y el consecuente aumento del desempleo.
La experiencia de alta inflación por la que atravesó la economía de los Estados Unidos a comienzos de los 70 ha cobrado un inusitado interés en el análisis de la coyuntura actual de ésta y también en la de otras economías. En efecto, la combinación de
- un fuerte crecimiento en el precio internacional del petróleo,
- una mayor inflación interna y
- un menor dinamismo en la actividad
configuraron un escenario -que se denominó como "estanflación"- cuyos rasgos esenciales son parecidos a los que se observan en diversas economías, incluyendo la estadounidense.
Un agravante de la coyuntura actual es la complicada situación que enfrenta el sector financiero en diversas economías industrializadas, particularmente en los Estados Unidos. Ello, como consecuencia de la importante reducción experimentada por el precio de las propiedades, el que fue antecedido por un aumento significativo en sus precios, lo cual fue alimentado por una política monetaria expansiva de la Reserva Federal.
Así, tras una vigorosa expansión del crédito -sustentada en un alto precio de las propiedades- la posterior reversión del ciclo ha arrojado fuertes pérdidas para los intermediarios financieros, las que incluso han comprometido a instituciones de larga tradición y prestigio en un mercado tan competitivo y desarrollado como es el estadounidense. Esta situación ha hecho necesaria una activa gestión de la Reserva Federal y del Tesoro con el propósito de impedir un colapso mayor del crédito.
Viejos dilemas
En muchas economías -incluyendo la chilena- los bancos centrales se han visto enfrentados a complejas decisiones como consecuencia del escenario internacional que se ha configurado en el último año. En el caso de los Estados Unidos, una mayor restricción en la política monetaria resulta imprescindible para evitar que lo que podría ser un alza temporal en la inflación se transforme en algo más duradero, lo que tendría importantes costos para una economía que se ha caracterizado por su desarrollo financiero y por el hecho de que su moneda es ampliamente usada como dinero de reserva en el mundo.
En el caso de países como Chile, en el que la inflación se ha elevado fuertemente en el último año, una política monetaria más restrictiva podría reanudar las presiones para una apreciación del peso, al mismo tiempo que es razonable suponer que se provocará un crecimiento más lento de la actividad, por algún tiempo.
Se trata de decisiones difíciles, pero que es necesario resolver en forma adecuada y oportuna.
Al revisar el episodio denominado como "la Gran Inflación" en los Estados Unidos, numerosos estudios coinciden en que éste se produjo por una lenta reacción de la política monetaria a la presión inflacionaria provocada por el alza en el precio internacional del petróleo.
En concreto
La Tasa de Política Monetaria (TPM) se elevó poco y tarde frente al alza que registraba la inflación.
Una de las consecuencias más importantes de respuesta tardía de la política monetaria a un aumento sostenido de la inflación se origina en la reaparición de reajustes más frecuentes en precios y salarios, lo que en definitiva hará más difícil y costoso -en términos de actividad y empleo- reducir la inflación en el futuro, como de hecho ocurrió en la experiencia estadounidense comentada y en numerosos otros casos.
Estrategia coherente
Si bien la política monetaria es el instrumento adecuado para enfrentar un problema inflacionario, sólo será posible minimizar los costos asociados a esta tarea a través de una acción coordinada de aquellas políticas que -en mayor o menor medida- inciden sobre el escenario económico.
En particular, de la política fiscal y de las intervenciones de la autoridad en el ámbito laboral.En lo que se refiere a la política fiscal, una presión de gasto excesiva con respecto al crecimiento del producto promoverá un alza en la tasa de interés de equilibrio y/o un deterioro en la cuenta corriente de la balanza de pagos, lo que, por cierto, no ayuda a la política monetaria.
Ello, en tanto, hace necesario ajustes más drásticos en la TPM para lograr una caída de la inflación hacia el objetivo de la autoridad. Afortunadamente se ha logrado un alto grado de coincidencia en Chile entre los principales actores del debate público con relación a este punto, lo que debiera permitir un perfeccionamiento de la actual regla fiscal, en consideración a las particularidades que ha ido mostrando el actual ciclo de precios de las materias primas.
El problema más álgido para la política monetaria chilena parece estar en el ámbito laboral.
En efecto, un mercado laboral poco flexible complica el proceso de ajuste en los salarios a un escenario en el que la política monetaria es menos expansiva, lo que provocará un aumento del desempleo, con los consecuentes costos que ello acarrea.
En ese sentido, vale la pena revisar el muy celebrado informe del Fondo Monetario Internacional con respecto a la economía chilena, el cual vuelve reiterar las tareas pendientes que ésta tiene en materia de flexibilización del mercado del trabajo.
Por otro lado, la coyuntura planteada hace aún menos comprensible la introducción de reformas que apunten a elevar los costos de contratación para las empresas como las que están actualmente en el debate público.
Si bien un análisis de éstas excede el espacio disponible, parece necesario recordar que alrededor del 70% del empleo en Chile lo generan empresas pequeñas y medianas, para las cuales el efecto de mayores costos de contratación no es trivial.
Mucho menos en un contexto de
- desaceleración en el crecimiento de la demanda agregada y
- elevado nivel de los costos de la energía.
Editorial - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 5-Ago-2008
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