jueves, 28 de agosto de 2008

Otro gran fracaso de Merkel y Sarkozy

Entre las causas que hicieron incontrolable el conflicto de los Balcanes estuvo el precipitado reconocimiento de Croacia por Alemania, que, a cambio de unas expectativas ciertamente cutres, aceleró el ataque croata sobre Bosnia-Herzegovina.
Los croatas -que son católicos-entraron en Bosnia para defender a los bosnio-croatas, y aprovecharon la ocasión para anexionarse cuatro terrenitos.
Los serbios -que son ortodoxos- también se fueron a Bosnia a defender a los serbio-bosnios, y a impedir, si posible fuese, la disgregación de la confederación yugoslava.
Y entre los dos -Dios los cría y ellos se juntan- les dieron leña a los bosnios-bosnios -que son musulmanes- hasta que aprendieron el catecismo.
Claro que los cronistas de la UE lo cuentan de otra manera, y su resumen podría ser este: en la antigua Yugoslavia eran todos buenos menos un tal Milosevic y su amigo Mladic, que eran genocidas de profesión. Y todo hubiese terminado en absoluta catástrofe si la heroica OTAN no hubiese montado una misión humanitaria para hacer presos selectivos y enviarlos, con embalaje de chivos expiatorios, al no menos selectivo Tribunal de La Haya.
En el primer episodio de la peculiar posguerra yugoslava volvió a intervenir la Alemania de Merkel, que, tirando la piedra y escondiendo la mano, apadrinó
- el garrafal proceso de secesión de Kosovo y
- la ruptura de la doctrina de inalterabilidad de las fronteras que había justificado, por ejemplo, la guerra del Golfo.
La UE va, en política exterior, a tontas y a locas
. Y, empujada por los enjuagues de Bush, Brown, Merkel y Sarkozy, está convirtiendo en un enorme polvorín su propio patio de atrás.
Porque Rusia, que no se cree nuestra historia, está aprovechando la doctrina de la UE y de la OTAN para hacer su agosto -nunca mejor dicho- en las tierras del Cáucaso.

Y así de chulo vemos a Putin, que, dueño del gas y del petróleo que Europa necesita, se hace tolerar lo intolerable, pone en ridículo a Sarkozy y a sus ocurrentes misiones de paz, y se ríe a mandíbula batiente cuando Merkel y Bush lo amenazan con expulsarlo -¡qué miedo, madre!- de esa coña marinera a la que llamamos G-8.
El error está en que la UE todavía no se ha dado cuenta de que
- su estrategia y la de EE.UU. ya no son idénticas;
- en que Merkel y Sarkozy, sin el respaldo explícito de una política exterior europea, no son interlocutores para Rusia; y
- en que las políticas erráticas, de quienes sin saber lo que quieren juegan a listillos, no se hacen respetar en parte alguna.
Y alguien tiene que advertir que si seguimos así, borrando con las patas lo que escribimos con el pico, solo lograremos desordenar nuestro patio trasero y ayudar a la astuta reconstrucción del bloque del Este.

Xosé Luis Barreiro Rivas - "La Voz de Galicia" - Santiago de Compostela - 28-8-2008

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